En el nuevo orden mundial las empresas privadas desempeñan un papel fundamental. La agricultura, la creación de infraestructuras, la industria y la academia, desde todos sus sectores, deben liderar y promover cambios productivos y de aprovechamiento de los recursos que aseguren la transición hacia ese denominado planeta sostenible.
El pasado 22 de mayo se celebró en el mundo el Día Internacional de la Diversidad Biológica, decretado por la ONU el 20 de diciembre de 2000, con el fin de darle una mayor importancia a la educación y la conciencia pública para la aplicación de su Convenio sobre la Diversidad Biológica.
Este Convenio, entró en vigor para Colombia en 1995 y cuenta con tres objetivos fundamentales: Conservación de la biodiversidad, Uso sostenible de la biodiversidad y Participación justa y equitativa de los beneficios derivados del uso de la biodiversidad.
De acuerdo con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y cientos de investigaciones y estudios internacionales, Colombia es el segundo país más rico y megadiverso en cuanto a especies vegetales y animales. Contamos con 1.800 especies de aves, 524 de reptiles, 763 de anfibios, 231 de palmas, 479 de mamíferos, 1.435 de peces dulceacuícolas y 3.273 de mariposas. Por otra parte, existen en nuestro territorio más de 41.000 clases de plantas y una inmensa variedad climática que asegura suelos muy fértiles y permite la generación de múltiples actividades socioeconómicas.
No es de extrañar entonces que nuestro país cuente con los argumentos suficientes para consolidarse al finalizar el próximo mes de octubre como uno de los países más importantes, sino el más importante, en donde se haya celebrado la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Diversidad Biológica en toda su historia.
Desde ya, los ojos del mundo están puestos sobre lo que haremos durante la próxima COP 16 y considero que, en este nuevo orden mundial, que por supuesto encierra la conservación y defensa de la amplia variedad de los ecosistemas y de todas sus formas de vida, nuestra empresa privada será protagonista.
En el anterior sentido, muchos sectores agrícolas del país tienen cosas importantes que contar, mostrar y enseñar. La floricultura es uno de ellos. No en vano el símbolo de esta cumbre es una flor colombiana, la Flor de Inírida.
Nuestra floricultura colombiana, ejemplo mundial de sostenibilidad, recibió de manos del Congreso de Colombia hace tan solo 5 días el “Reconocimiento Empresarial por la Conservación, Restauración y Protección de Ecosistemas de Páramos y Protección del Agua”. Esta es una distinción muy notable, y aún más, en medio de la crisis que vive el país frente a este líquido vital.
Este galardón exaltó las acciones y los resultados de los floricultores frente a la conservación del agua, la restauración de especies nativas, la disminución del uso de pesticidas, la gestión y manejo de residuos, y la protección de la avifauna en las fincas, entre otros logros.
Como la floricultura, en Colombia existen otros sectores agrícolas con distinciones y experiencias exitosas para emular en diferentes partes del mundo, con conocimientos propios e innovadores que pueden aprovecharse en sus todas las latitudes y con un férreo compromiso por la conservación de los ecosistemas que debemos consolidar como la mejor carta de presentación del país a nivel internacional.
Bienvenida la Cop 16 y bienvenidos los conocimientos y aportes del sector agrícola para su feliz realización y la consolidación de Colombia desde su biodiversidad.