Por sus actos los conoceréis. A los candidatos también hay que analizarlos sus valores y claro, sus creencias. Las preferencias religiosas o no de los aspirantes, es un asunto que deberían contarle a la gente sin prevenciones.
Hay que desmontar la hipocresía con la fe. No engañar a la ciudadanía con una apariencia de conversión de la noche a la mañana. Las cosas como son, si se ubican en el campo de los ateos, manifestarlo. O si creen en la energía del universo, decirlo.
Voto y creencia. Esta relación no se puede desconocer en un país con abultada población religiosa. De allí, la honestidad que se les pide a los candidatos, que se confiesen de verdad ante sus electores. No cometer el pecado de usar sotana a la fuerza.
No debe ser un tabú para ningún candidato presidencial. Así como publican declaraciones de renta, que niegan vínculos con grupos armados, rechazan adhesiones de dudosa reputación y explican de dónde provienen los recursos para financiar sus campañas, decir si creen o no en Dios, debería estar incluido en este listado.
Todos los sufragantes no son creyentes, ni todos los creyentes salen a votar. Esta simple ecuación no determinará para nada el futuro electoral de los aspirantes a la Presidencia, sería equivocado platearlo en esos términos. El asunto es sencillo, no jugar con la fe de la gente. Así de simple.
La democracia es laica, lo es igualmente Colombia. Ante esta diversidad, no debería comprometer las decisiones de gobierno, si el próximo presidente profesa alguna religión o no, pero reitero, es un asunto que sí debe exponerse en la campaña.
La gran paradoja es que muchos niegan a Dios, pero se autoproclaman como salvadores de los peores problemas de la nación, con fórmulas casi milagrosas. Rechazan todo lo opuesto a lo que su prepotencia promulga, pues se Creen el verdadero Mesías.
No es un pecado ser ateo, agnóstico o creer en alienígenas, lo que sí es pecado es usar los sentimientos religiosos de la gente para traducirlos en votos. En el Evangelio de San Marcos Jesús dice: “ Es mejor ahogarse que hacer que otros pequen”. En la actualidad el Papa Francisco enfatizó: “ Es mejor ser ateo que un mal cristiano”.
