
A principios del siglo XX las máquinas a vapor empezaron a ser reemplazadas por los motores Diesel que eran más pequeños, efectivos y podían usarse para cualquier procedimiento. Su inventor fue el ingeniero Rudolf Diesel.
Diesel nació en París en 1858. En 1870 estalló la guerra franco-alemana cuando él tenía 12 años. Su padre lo envió a casa de su tío Christoph Barnickel que fue profesor de matemáticas en la universidad. Rudolf ingresó a la Escuela industrial y de oficios en Augsburgo y terminó siendo el mejor de la clase.
A los 22 años finalizó sus estudios y se fue a trabajar a la empresa Gebrüder Sulzer Maschinenfabrik (Sulzer Hermanos Machine Works) en Winterthur, Suiza. Luego regresó a París y le ayudó a su ex profesor de Munich, Carl von Linde a montar una fábrica de hielo.
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Un año después se convirtió en el director de la planta. Diesel ya tenía en mente reemplazar las máquinas de vapor con un novedoso motor. Durante 14 años analizó varias posibilidades. Fue su empleador Linde que le brindó el apoyo necesario.
En 1892 con 34 años, Diesel obtuvo una patente para su proceso de trabajo de motores de combustión. Este motor no funcionó y perdió el apoyo de Linde. Fue hasta 1895 que logró que su invento comenzara a funcionar con un rendimiento dos veces superior al de una máquina de vapor.
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Rápidamente Rudolf se hizo famoso por todo el mundo. Por su continua ocupación en el trabajo enfermó rápidamente. En 1913 desapareció sin dejar rastro durante un viaje a Inglaterra, en su diario había una cruz el día de su muerte, 29 de septiembre . Diesel había perdido toda su fortuna y como solución decidió quitarse la vida.
Hoy día el motor Diesel es empleado en la gran mayoría de máquinas que necesitan de propulsión a nivel mundial. Está presente en los autos, barcos, hasta los aviones. Sin embargo, quien pagó por el costo del invento fue el medio ambiente.