Con anuncios simples en algunos medios de comunicación se anunció el fallecimiento del ganadero Lucas Caballero Reyes, hijo del periodista colombiano Klim, a quien le heredó el ingenio de vociferar peroratas que sonaban a verso.
Heredó el nombre del padre, Lucas Caballero Calderón, quien se destacó desde su columna en el periódico El Espectador por unos voraces y satíricos que le merecieron el nombre de el Caballero de la Sátira. Tras la firma de Kilm, pero sin ocultar su identidad, Caballero logró cantarle la tabla a los políticos corruptos, evidenciar los gustos opulentos y los actos inmorales de los primeros mandatarios del país.
Lucas Caballero Reyes se casó con la cineasta y ministra de Relaciones Exteriores, Maria Emma Mejía, durante el Gobierno de Samper. Se conocieron a mediados de los años 1980 y tomaron la decisión de construir una vida juntos. Del matrimonio resultó un hijo llamado Pedro.
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Lucas Caballero se dedicaba a la ganadería de reces bravas para la lidia, como gran aficionado al toreo, uno de los gustos que heredó de su padre. Estuvo casado con la ministra y embajadora en Madrid, Maria Emma, durante 15 años, hasta 1995.
La explicación de su divorcio evidenció que también había heredado la forma satírica, contundente y elegante de decir las cosas. Confesó que se divorció porque era "muy difícil dormir con el enemigo". Su explicación fue mucho más contundente, el enemigo era él; era escéptico frente a los políticos, creía que eran unos "cerebros musgosos y sin asidero".
María Emma había construido una amplia carrera política desde su militancia en el Nuevo Liberalismo de Luis Carlos Galán, siendo una de las más cercanas al candidato, luego como secretaria general del Gobierno de Cesar Gaviria y finalmente en el de Samper. Por eso Lucas Caballero se convertía en un enemigo de la cama matrimonial. "Maria Emma se dejó seducir por el trabajo y creo que llegué a ser un estorbo", declaró Lucas.
"Cuando María Emina llegue al palacio de Nariño espero que nos dé a Pedro [su único hijo] y a mí un lugar en el Observatorio Astronómico, que es el que merecemos", dijo en una entrevista con el periódico El Espectador.Tras la muerte de Klim, el periódico le cedió a Lucas el espacio de su padre, esperando que, junto con la forma de decir las cosas, el hijo hubiera heredado del padre la forma de escribirlas, pero al parecer no fue así. Según dijo el periodista Edgar Artunduaga en una columna publicada en KienyKe.com, los lectores estaban sorprendidos al principio con la destreza literaria del ganadero. Sin embargo, tras un estudioso proceso encontró que era un plagio de las columnas del padre. "Resultó tanta la semejanza que aparecieron las sospechas y –para tristeza mía- encontré que Lucas copiaba en un 80 o 90 por ciento sus columnas. Los textos eran idénticos, al punto de que su esfuerzo –me imagino- era encontrar los comentarios que resultaran propicios para la realidad del momento. Cambiaba los nombres", escribió Artunduaga para los cien años de Klim. Lucas Caballero Reyes creó una compilación de los textos más destacados de su padre para ofrecerle un sentido homenaje. Vivió en las a orillas del río Magdalena y cerca de Santa Marta. Hoy se anunció su deceso con un sencillo anuncio de una corporación taurina.