En las elecciones de alcalde en 2011 para Bogotá, la abstención fue del 52.6%. Significa que quienes eligieron a Gustavo Francisco Petro no fueron sus 721 mil votos sino los dos millones quinientos mil ciudadanos que no acudieron a las urnas. Es increíble que en la ciudad capital, en la que estaban habilitadas para votar cerca de cinco millones de personas, solo el 14% se convierta en mayoría. Claro que no tienen la culpa los que votaron por esa opción, pero sí los que fueron indiferentes y apáticos.
Para este 25 de octubre, el potencial electoral de Bogotá es de 5.340.718 ciudadanos, de los cuales 2.859.604, son mujeres; y 2.481.114, hombres.
Todas las elecciones son decisivas porque escoger los gobiernos son decisiones que marcan a las generaciones, a las sociedades. Sin embargo para esta ocasión el discurso va más allá de la importancia de ser partícipe del proceso democrático o de ejercer el derecho del ciudadano.
Doce años de improvisación, malos manejos y políticas asistencialistas erráticas. Además, el establecimiento de carruseles corruptos entre contratistas, intermediarios y funcionarios; y en este gobierno hasta con los cuñados del mandatario actual.
Lo que ha pasado en Bogotá en estos doce años es una alerta general para el resto del país. Son varias las regiones en las que esa izquierda experta en movilizaciones, paros, consignas quiere llegar al poder, pero está demostrado que cuando asumen las riendas de las administraciones se desfondan.
En España ya es una evidencia, la diputada Isabel Boning, del PP, dijo en una intervención parlamentaria que, “la izquierda, de trabajar poco. De movilizar, eso sí, nos ganan, pero de gestionar nada”.
Esta vez es urgente decirles a los señores de izquierda de Bogotá que han fallado de manera notoria. Que perdieron su oportunidad, que su modelo se agotó porque son solo mercaderes de ilusiones.
Según el último estudio publicado por el DANE, son cerca de 790.000 habitantes sin necesidades básicas satisfechas, diez de cada cien habitantes viven en la pobreza. Y estos alcaldes del Polo Democrático y coaliciones de izquierda decidieron que el asistencialismo es la salida. ¡Claro que no!, los sectores más deprimidos lo que necesitan son oportunidades. Hace unos días, en un foro, Gabriel Muyuy Jacanamejoy, indígena muy preparado desde la academia y experto en las temáticas sociales, instaba a los gobiernos para que revisen las políticas asistencialistas y paternalistas. "Así nos han empobrecido más", decía.
La crisis de Bogotá se debe constituir en el principal puntal de una reacción de la sociedad para que sea ella la que fije una agenda concertada con los gobernantes de turno. Hoy se vive la sumatoria de muchos problemas que, si bien existen en las grandes capitales del mundo, aquí son crónicos y llevados al extremo.
Que la gente no sale segura a las calles por miedo, es cierto. Y no es una novela de los medios de comunicación como afirma el alcalde Gustavo Petro, según el Centro de Estudio y Análisis en Convivencia y Seguridad (CEACSC), de la Secretaría de Gobierno del Distrito los hurtos a personas aumentaron 3,1 por ciento, al pasar de 26.912 casos reportados en el 2013 a 27.753 en el año 2014, es decir, 841 atracos más. Además, un incremento del asalto en el transporte público y hurtos menores cometidos por bandas de jóvenes. Las estadísticas revelan que en el 2014 se registraron 4.792 robos de viviendas, 402 casos más que en el 2013. Eso quiere decir que el delito aumentó 9,2 por ciento, según el propio Distrito.
El transporte público es un caos. Transmilenio es una solución efectiva, pero el manejo ha sido nefasto para las finanzas del proyecto. Además, el sistema no se ha blindado como debe ser. Es afectado por la inseguridad, el maltrato a las mujeres, el deterioro de las troncales. El día a día son quejas continuas por algún asunto que no funciona en este transporte masivo y entonces los inconformes se tiran a taponar las vías. Y el complemento, el SITP, no lo han terminado de adecuar, pero parece que es peor el remedio que la enfermedad porque a nadie le cuadran las rutas, los ladrones se tomaron los buses azules y la accidentalidad de estos aparatos alcanza niveles de escándalo: cerca de 4.900 en 2015.
En educación, el panorama es dramático, según la Secretaría de Educación, este año solo se entregarán 28 de las 125 infraestructuras educativas que el alcalde se fijó como meta en su Plan de Desarrollo.
Claro que la ciudad es mucho más y el desconcierto es notable. Aquí no se vive en armonía, si a la gente hay que educarla en civismo y solidaridad, pues hay que hacer las inversiones, pero es claro que los ciudadanos se apabullan con tanto desacierto gubernamental. Hoy reina la desconfianza, el desinterés.
Esta ciudad tiene un potencial enorme para el desarrollo, hay que involucrar a toda la población. Enfrentando a los del norte con los del sur, a los de carro con los sin carro o a los nacidos aquí con los foráneos, no es la forma, esto es una estrategia para mantener vivas las "fronteras invisibles".
Si aquí vivimos, aquí debemos crecer como personas, profesionales, padres y madres de familia, estudiantes y trabajadores. El Distrito Capital es la casa de los que vivimos aquí y de los colombianos todos.
En la baraja hay candidatos de diferentes perfiles, pero Enrique Peñalosa ya demostró que es competente, buen gerente y respeta la buena política y, sobre todo, conoce la ciudad; se rodea de gente formada y experta. Que su vocación está centrada en una ciudad amable y productiva.
Como conservadora reconozco en la alianza sustentada en un acuerdo programático, entre el movimiento Equipo por Bogotá, de Enrique Peñalosa y el Partido Conservador, la fuerza para trabajar en una gran alcaldía que se merece la ciudad.
El Partido Conservador respalda esa iniciativa porque surge de la experticia y del conocimiento. Es que a Peñalosa le han reconocido en el mundo su formación y sus logros urbanísticos y ambientales. En las elecciones pasadas obtuvo 559.307 votos, fue la segunda votación. Pues es la hora de que ese potencial mayoritario refugiado en la abstención, el alto número de inconformes desahuciados en doce años y los ciudadanos de bien, respalden una campaña limpia por una ciudad, por nuestra ciudad, por la capital del país que no puede seguir siendo la malquerida de esta nación .
Los que critican a Peñalosa que por los bolardos, por ejemplo, hacen parte de una zalamería fuera de contexto, porque hoy más que nunca la ciudad prefiere bolardos para proteger los andenes y la vida de las personas. O ¿es que les parece mejor la basura recolectada en volquetas o las esquinas convertidas en basureros? o qué me dicen de los hombres y mujeres perdidos en el vicio de las drogas y este ciudadano mandatario ayudándolos con los recursos públicos a terminar su existencia en el oprobio del vicio cuando realmente deberían tener esperanzas. No más polos gobernando a la ciudad, queremos modelos que se centren en el bienestar de todos.
Doce años son suficientes, ahora es tiempo para que #Recuperemos Bogotá.
¡Basta ya!
Recuperemos Bogotá, no puede seguir siendo la malquerida de Colombia
Mié, 21/10/2015 - 08:38
En las elecciones de alcalde en 2011 para Bogotá, la abstención fue del 52.6%. Significa que quienes eligieron a Gustavo Francisco Petro no fueron sus 721 mil votos sino los dos millones quinientos