La influencia política y económica del gremio de los taxistas, al igual que el pésimo servicio que prestan, viene quedando día a día en mayor evidencia con ocasión de la puesta en funcionamiento de UBER.
Las acciones y gestiones de este gremio para impedir la competencia en materia de transporte urbano individual, resultan abusivas y deberían no ser toleradas por las autoridades. Sin embargo, de parte de algunas autoridades de transporte nacional y local lo que se observa es un velado apoyo al abuso de los taxistas, como consecuencia del poder que sus dirigentes al parecer ejercen sobre ellos. Esto, con mayor notoriedad en un año electoral de autoridades locales. Bogotá, al servicio de dicho gremio.
La legalidad de UBER se resuelve simplemente regulando debidamente ese servicio y estableciendo el pago de los tributos pertinentes. Lo que, por lo demás, sigue sin hacerse. Pero lo que lo que sí es inadmisible es que por proteger al gremio y abuso de los amarillos, se pretenda eliminar a los blancos de UBER, contrariando preceptos constitucionales de carácter estructural como la libre empresa y la libre competencia en materia empresarial.
Regulen a UBER con rigor pero con urgencia, porque muchos bogotanos exigimos un transporte individual de calidad como lo ofrece y presta UBER. Un servicio en donde el alto costo del mismo se justifica por las excelentes condiciones de los vehículos, la amabilidad de los conductores y, a diferencia de los amarillos, estos blancos de UBER llevan al pasajero sin violar las normas de tránsito a donde éste necesite, sin cobrar extras por encima de la tarifa inicialmente acordada.
Ahora, las autoridades nacionales y locales en materia de transporte y movilidad, tienen un reto mayor y más importante que su deber de regular a UBER. La verdad, es que son pocos los ciudadanos que pueden utilizar el excelente servicio que prestan los vehículos que utilizan UBER, y deben transportarse en un nefasto, abusivo y grosero servicio del SITP en Bogotá y de los taxistas en todo el territorio nacional. Unos y otros deben ser puesto en cintura por las autoridades competentes.
¿Acaso, ustedes no observan a diario a muchos taxistas negando servicios porque el destino del pasajero no coincide con su ruta?, ¿acaso ustedes no han utilizado taxis y les cobran una tarifa ajustada al criterio del abusivo conductor sin atender a la tabla de tarifas vigentes?, ¿acaso a ustedes no les ha tocado bajarse de un taxi por la grosería del conductor y el exceso de velocidad al que conduce?, ¿acaso no han visto a los taxis por la carrera séptima de Bogotá –y por muchas otras vías y ciudades- serpenteando a alta velocidad entre otros vehículos, buses, motos e incluso utilizando indebidamente el carril exclusivo para los buses?. Por esto y mucho más, me pregunto: ¿Quién ronda a los amarillos?
¿Quién ronda a los amarillos?
Sáb, 18/07/2015 - 15:47
La influencia política y económica del gremio de los taxistas, al igual que el pésimo servicio que prestan, viene quedando día a día en mayor evidencia con ocasión de la puesta en funcionamiento