Estas elecciones serán raras, pero interesantes. Todavía falta mucho –y en política siete semanas son una eternidad–, si bien desde hace tres meses las encuestas han venido mostrando diferentes tendencias: en diciembre el ganador era Sergio Fajardo, en enero Gustavo Petro y en febrero repuntó Iván Duque; ahora, con el inicio de los debates, se empieza a exponer el verdadero talante de los candidatos. Lo anterior sumado a que en las pasadas elecciones de Congreso se registró la abstención más baja con el 51%.
Lo que sí está claro, es que el 17 de junio nos veremos nuevamente en las urnas para votar en segunda vuelta. De acuerdo con las últimas encuestas, Duque tiene tomada la derecha y eso le aseguraría un pie en la contienda final; pero el otro cupo es el que está en verdadera disputa. Por un lado, a diferencia de lo que han dicho muchos opinadores, Petro aún no ha tocado techo y sigue creciendo en la Costa Caribe. Fajardo, a quien todo el mundo creía desplomado, en las encuestas de esta semana demostró –contra todo pronóstico– que sigue dando la pelea y que le sirvió el café que se tomó con Humberto De la Calle. Y si de conquistar partidos se trata, hoy Germán Vargas Lleras tiene un panorama que le podría favorecer. Si este candidato finalmente logra un acuerdo programático con el Partido de la U, y además consigue que el Partido Conservador y una parte del Partido Liberal se unan a su campaña en primera vuelta, podría llegar a los –mínimo– 3.5 millones de votos que se necesitarán para continuar en la carrera por la Presidencia.
Queda claro que, a pesar de su cuestionada confiabilidad, las encuestas ya están marcando su tendencia. Pero ahora es el turno de los debates televisivos que esta vez tendrán una mayor importancia porque, a diferencia de otras elecciones, faltando siete semanas para la votación, la gente aún no conoce a los candidatos y para muchos será la primera oportunidad de examinarlos.
Sin embargo, teniendo en cuenta estudios internacionales citados por Aurelio Suárez, alrededor del 55% de los espectadores de los debates por televisión centran su atención en las imágenes, el vestuario y la sonrisa; el 38% en el tono de voz y la pronunciación; y solo el 7% en el contenido de lo que dicen los candidatos. Tanto así que para las personas es difícil recordar qué argumentos dieron los participantes durante sus intervenciones y 15 días después han olvidado el 95% de lo dicho.
Y en este panorama, ¿para donde va el Partido de la U? Desde hace semanas en la colectividad se han fijado dos tendencias: la primera quiere apoyar a Vargas y la segunda, considera que es mejor esperar que se siga aclarando el ambiente electoral. En la última reunión de bancada se decidió explorar un acuerdo programático con Vargas y establecer un diálogo que permita definir su posición frente a principios fundamentales del Partido, como lo es la defensa de la paz y la garantía de continuidad de los Acuerdos de La Habana.
Hoy cobra especial importancia lo que anticipé desde febrero del año pasado: la mejor decisión era no tener candidato propio. Y, contrario a quienes deseaban y pregonaban el fin de La U, somos nosotros los que podríamos terminar definiendo quiénes pasarán a segunda vuelta y quién será el próximo Presidente. En definitiva, ¡a La U se le apareció la Virgen!