Hemos conocido la ingeniería de detalle de la primera línea del Metro para Bogotá. Cerca de 27 kilómetros/carril, 27 estaciones y un recorrido en especie de herradura que arranca en El Tintal en Kennedy hacia el Occidente y llega a la calle 127 a la altura de la Carrera 11 al Nororiente. Una línea que se extendería hasta Engativá al noroccidente. Según el estudio, será totalmente subterráneo, eléctrico y de 40 vagones. Se calcula que transportará 80 mil pasajeros hora/sentido, es decir, 900 mil diarios. Y sin los sobrecostos acostumbrados en este tipo de megaobras, su costo se estima entre 10 y 15 billones de pesos.
Y allí es donde surgen las preguntas. Porque los recursos hasta ahora comprometidos sólo llegan a 5.6 billones de pesos. La nación, mediante acuerdo con el Distrito en el 2010, destinó 300 mil millones de pesos de vigencias futuras de transferencias para movilidad entre 2016 y el 2032, una vez terminen sus compromisos con las actuales fases del Transmilenio. Tendríamos asegurados por esta fuente 4.8 billones de pesos, sumados a los 800 mil millones que el Concejo autorizó en el 2011 como cupo de endeudamiento para tal fin, a pesar de que el Alcalde Petro quiso sin éxito usarlo para su propuesta de tranvía por la Séptima. Es decir, que en materia de financiamiento el Metro está a menos de mitad de camino.
Todos queremos el Metro para Bogotá. Sería una de las columnas vertebrales del Sistema Integrado de Transporte Público que con dificultades se encuentra en implementación. Pero la pregunta obligada es de donde saldrán los recursos faltantes. El Gobierno Nacional tendrá que "meterse la mano al dril" si quiere contribuir a garantizar el derecho a la movilidad de ocho millones de colombianos. Como lo hizo la nación en su momento con el Metro de Medellín. Porque con la cifras conocidas, el 70% prometido recientemente por Santos y Vargas Lleras es insuficiente. Sobre todo porque la ciudad se revela como fiscalmente incapaz para cumplir con el 30% que le correspondería como cofinanciacion. Quizás, los 230 mil millones de pesos que hoy recibimos anualmente por regalías sean una nueva fuente de recursos.
Resulta a todas luces equivocado que el Gobierno Nacional nos ponga a escoger entre la construcción de la primera línea del Metro y la troncal de Transmilenio por la Avenida Boyacá. El jefe de planeación Simón Gaviria debería aplicar su gusto por la lectura revisando toda la literatura que se ha producido en Bogotá sobre el Sistema Integrado de Transporte Público SITP en los últimos años. Encontrará que desde el estudio de la agencia japonesa de cooperación JICA entregado en 1996 en la primera administración Mockus, pasando por el Transmilenio en tiempos de Peñalosa o el Plan Maestro de Movilidad expedido por Lucho Garzón, se ha insistido con acierto que la multimodalidad y la integración de los distintos modos de transporte es la clave del éxito del sistema de transporte público de la ciudad como ocurre en cualquier parte mundo. Y debe saber que por fortuna Bogotá superó en su discusión pública la falsa disyuntiva entre Metro o Transmilenio.
El Presidente Santos tiene una inmensa responsabilidad en este asunto. Fue una de sus promesas en su campaña para su primer mandato, reiterada en la búsqueda de su reelección. Las bancadas en el Concejo de la Unidad Nacional deberían dejar por un momento su animadversión por Petro para recordarle al Presidente que sin el compromiso serio de la nación, el Metro de Bogotá seguirá siendo una quimera.
@AntonioSanguino
El Metro de Bogotá : ¿Quimera o realidad?
Dom, 12/10/2014 - 23:43
Hemos conocido la ingeniería de detalle de la primera línea del Metro para Bogotá. Cerca de 27 kilómetros/carril, 27 estaciones y un recorrido en especie de herradura que arranca en El Tintal en K