Si a propósito de una tragedia se puede hacer un chiste, me pareció simpático el del guasón que dijo, refiriéndose al crimen terrorista de Bruselas y a las tantas incidencias que tiene la búsqueda de la paz: “Ahora no es que le vayan a echar la culpa a las Farc”.
El agudo comentario describe la actitud permanente de los contradictores del proceso, el cual tiene en La Habana su mayor manifestación, la del diálogo con la guerrilla. No se les pasa ni una. Todo lo tergiversan, de cada cosa sencilla o anecdótica hacen una tragedia nacional. Es el colmo, de verdad. No gastan un minuto de pensamiento para analizar si el esfuerzo que se hace desde el gobierno del Presidente Santos es valedero. Todo es negativo. Todo es oposición. Todo resulta un desastre para el país, según ellos.
Es lo que viene sucediendo a raíz de que el doctor Humberto de la Calle explicó las razones por las cuales no se había podido firmar el acuerdo con la guerrilla el pasado 23 de Marzo. Han criticado eso de mil maneras, hasta el punto de decir que deben romperse las conversaciones, porque se hizo un engaño a los colombianos. ¡No hay tal! Sencillamente llegó la fecha estimada y aún no estaban resueltos todos los asuntos. Pasa todos los días. Cómo no podía ocurrir en estas diligencias difíciles, engorrosas, con las que se busca que las Farc renuncien a la lucha armada y sus integrantes se incorporen a la vida social, política, económica y cultural de los colombianos. ¿Acabar con un proceso que ha tenido tantas complicaciones pero que va por buen camino? Francamente, son ganas de fregar.
He venido sosteniendo que para tener una aproximación real y sensata del proceso, hay que estudiar el origen de las actuales guerrillas y tener una idea cierta de lo que ha sido esta guerra atroz. Examinar las conversaciones de Cuba en frío, sin conocer antecedentes, sin haber seguido directamente, o al menos afectiva o intelectualmente, lo que han sido los anteriores 51 años de confrontaciones y desgracias, no permite asumir a consciencia la desgracia que sufrimos. Por eso se habla tanta cháchara; por eso hay tantos conceptos desatinados e irresponsables.
La búsqueda de la paz es un imperativo nacional. Se ha avanzado en grande para lograr un objetivo que va a servir a todos. Desde luego que también a los guerrilleros, o si no estarían haciendo otra cosa, tal vez la guerra. Es verdad de Perogrullo. Pensar algo distinto es tener el deseo en otras órbitas, seguramente partidistas. No debe olvidarse que desde la política hay quienes se juegan su futuro a que se dañen los acuerdos y siga la guerra. La paz para ellos será una calamidad y una derrota.
El gobierno y las Farc deben seguir trabajando hasta ponerse de acuerdo, de manera tal que cuando se suscriban las actas de la reconciliación no queden cabos sueltos y la paz sea real, fuertemente comprometida, hermosa, duradera.
Cuando toca, toca. ¡Que siga la Paz!
Dom, 27/03/2016 - 17:45
Si a propósito de una tragedia se puede hacer un chiste, me pareció simpático el del guasón que dijo, refiriéndose al crimen terrorista de Bruselas y a las tantas incidencias que tiene la búsque