La implementación del SITP en su totalidad (Sistema Integrado de Transporte Publico de Bogotá) y la promesa del transporte regularizado, estandarizado y controlado desde una entidad central aniquilará a una de las estéticas urbanas de la ciudad más representativas: el bus de transporte público colectivo. Sí, esos mismos que deberían haber sido chatarrizados, los mismos que contaminan (de todos los modos habidos y por haber) y quienes van y vienen descontroladamente por la ciudad, alimentando todos sus rincones de gente y de bienes para el funcionamiento de la urbe.
Los buses tradicionales de transporte público son un icono bogotano por excelencia.
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Postal Sonora de Juana Anzellini en el proyecto Bogotá Fonográfica (http://www.sonema.org/fonografica-8/)[/caption]
Quién que viva en la ciudad no se siente un tanto identificado por esa estética kitsch y desalineada del bus bogotano; esa combinación de colores que se confunde con una fina o espesa (depende de la zona de tránsito y día de la semana) capa de polvo en sus latas, ese cartel de madera en el panorámico que indica su ruta por las calles, carreras, avenidas y barrios, sacando de quicio cualquier parámetro de diseño de: usar sólo una fuente, sólo un tamaño. Dónde dejamos su acústica que, desde el arranque hasta el variopinto recital de vendedores, músicos, etc... que, uno a uno, se suben al modo de transporte a "no incomodar" y a vivir de forma honrada ofreciendo humildemente sus productos puesto a puesto.
A algunos estas prácticas, estos elementos que hacen particular la experiencia en nuestra ciudad le parecerán inaceptables, hasta inmundos. Lo que pienso es que son el reflejo de una sociedad compleja, que no vive sino subsiste y que de ese modo debe rebuscarse diferentes formas de solventar la incertidumbre del día a día. Pero ojo.... nada de esto se hace sin algo de sabor, de picardía, de folclor. De la mano a estas prácticas de subsistencia como lo es el rebusque hay una andamiaje de elementos que estructuran el oficio de ser busetero -jornadas que colindan con las de la explotación de inicios de la industria, bajos salarios y por ende, la guerra del centavo, la aparición de otras figuras informales como lo son el "chino águila" (en los paraderos) y el "calibrador" (en las calles)- entretejiendo significados y experiencias, códigos y lenguajes de la ciudad que son leídos y apropiados diariamente, pero que hoy por hoy se ven amenazados por la promesa de la modernización de los modos de transporte, la regulación y control de este vital servicio público. Y no es que condene esta transformación producto del contexto sociohistórico del presente, pero si pienso con nostalgia en algo que sé que terminará en pro de la homogeneidad y de la comodidad del control.
@LaMendoSan
