Durante la corta historia de la humanidad, tanto la religión como la política han estado ligadas limitando el libre albedrío del ser humano, coartando sus posibilidades de elegir y claro, imponiendo decisiones, la mayoría de las veces contrarias al desarrollo integral del individuo.
Colombia, país pacato, como escribía Juan Mosca “de amarga en la botella y en el ánimo”, país atornillado a la práctica religiosa como control de cambio y brújula, Colombia arrodillado a todos los santos, incluso ahora que tiene a la Madre Laura y además pretende elegir su nuevo presidente entre dos de ellos; Colombia ha sido punta de lanza de la fe, hasta un grupo subversivo profesa estas creencias, pues es el país que lidera la política del púlpito.
Con la elección por segunda vez de un Procurador que abiertamente y sin el menor sonrojo, manifiesta sus creencias religiosas y las antepone a las posturas jurídicas, Colombia entró por la puerta de atrás a la época medieval, se adentró al oscurantismo, llevándose consigo las libertades y los derechos de una sociedad que exigía a gritos un tratamiento digno para algunas comunidades minoritarias.
Pero la punta del iceberg de todo esto no fue la reelección del Procurador, a esto se le suma y con una fuerza vergonzante, la elección de personajes como el Concejal de Bogotá, alias “7MarcoFidelR”, quién siendo militante de un Partido con nexos comprobados con el paramilitarismo y ferviente defensor de la política del “todo vale” como lo demuestra su férrea defensa al Senador hijo de “la gata”, además de plagiar propuestas para ser presentadas al Concejo, pues este señor se ha empecinado en atacar desmedidamente, con un desequilibrio aberrante a los grupos poblacionales que exigen respeto a sus libertades.
Es histórico que los beatos hagan política, pero lo mejor es que se queden haciéndola desde el púlpito. Colombia es un Estado Social de Derecho, según reza la Constitución Política, firmada en 1991. Las libertades están consagradas allí, no pueden unos apasionados seguidores de la fe hoy, en la segunda década del siglo XXI, pretender con sus rezos, con sus biblias y con amenazas “de arderas en el infierno” llevar a toda la sociedad de nuevo a las mazmorras de la ignorancia, espacio que le encanta a las diferentes iglesias para mantener un dominio sobre el ser, el pensar y querer de los seres humanos.
Desde este espacio les grito a estos fanáticos que mi vida seguirá el rumbo que yo quiera. Que respeto a la comunidad LGBTI, que no me sonrojo ante un porro, que en las vallas pueden estar todos los cuerpos desnudos que quieran mientras no pretendan multiplicar la guerra de la que ya estoy mamado y que el cuerpo de la mujer es tan solo de ella y puede tomar las decisiones que le vengan en gana.
Señores creyentes vehementes, les respeto sus posturas, pero deben entender que sus derechos llegan hasta donde empiezan los míos.
Puede que mi voz se escuche sola en el marasmo en el que está sumida nuestra sociedad, pero ténganlo por seguro que las libertades no las podrán pisotear. Y recordando un viejo graffiti anarquista “Emputémonos pues, pero todos al tiempo”.
@gabobenavidesb