Carlos Ardila Escamilla, supuesto asesino de Johanna Ariza Romero, se entregó ante las autoridades y fue enviado a prisión después de cumplirse la ronda de audiencias en las que se le imputó los delitos de feminicidio y porte ilegal de armas de fuego.
La mujer de 41 años de edad fue asesinada el pasado 1 de diciembre: recibió un impacto de bala en la cabeza que le arrebató la vida de inmediato. Fueron los vecinos quienes encontraron su cuerpo tendido en la sala de la casa en la que vivía en el municipio de Sucre, Santander.
El supuesto asesino de Johanna Ariza, por su parte, escapó del lugar antes de que se le diera aviso a la policía y solo hasta esta semana decidió darle la cara a la justicia para responder por el atroz crimen. Los familiares informaron que el hombre no se allanó los cargos que le formuló el fiscal del caso.
Karen Ardila, hija de Johanna Ariza, aseguró en diálogo con KienyKe.com que su padre sí es el feminicida y que es una persona que se caracteriza por ser una impulsiva, grosera y manipuladora.
Según dijo, Carlos Ardila quería controlar la vida de su madre; no la dejaba ponerse vestidos, maquillarse, tener redes sociales, compartir con sus amigos e, incluso, la amenazaba con suicidarse si ella se decidía a dejarlo.
“En estos últimos meses ella me decía que estaba cansada, que mi papá nunca iba a cambiar y que se quería ir de la casa. Desde hace tiempo manifestó ese malestar y mi papá, que era transportador, no volvió a trabajar para vigilarla. Cuando ella le decía que no quería seguir con la relación él se desesperaba, y un día compró un revólver con el que se apuntó en la cabeza para amenazarla y decirle que se iba a matar”, narró.
La joven mencionó que muchas veces habló con su papá para tratar de mejorar la situación. Sin embargo, comentó que fue imposible porque él manifestaba que Johanna “no lo podía dejar debido a que eso era una maldición para toda la familia”.
“Él a cada rato me decía ‘si ella se va yo me mato’ o también le insinuaba que le ‘daría dónde más le dolía’ si se iba, es decir, que nos haría daño a mi hija, a mí o a mi hermano. Por esa razón mi mamá nunca lo denunció ni fue capaz de irse. Tenía mucho miedo a que algo nos pasara y fue ultrajada por muchos años, no comía, casi no hablaba, lloraba y me pedía ayuda. Habíamos pensado en que se escapara, pero nunca se pudo”, indicó.
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Mencionó que días antes del crimen, Johanna se armó de valor y le dijo a su esposo que ya no lo amaba y no quería continuar con la relación por los múltiples maltratos psicológicos.
“Yo le pregunté que cómo había reaccionado mi papá y ella me aseguró que estaba tranquilo. Pero a los dos días mi papá me dijo que estaba desesperado porque mi mamá no podía botar a la basura tantos años de matrimonio. Nosotros siempre tuvimos miedo de que él se hiciera daño, pero jamás pensamos que iba a atentar con ella porque él siempre manifestaba que nunca haría algo como lo que le hizo”, afirmó.