Paul Naranjo, uno de los sospechosos por la muerte de Ana María Castro, se entregó a las autoridades en horas de la tarde de este lunes 8 de febrero. Así lo confirmó Nidia Romero, madre de la víctima, en diálogo con KienyKe.com.
Naranjo es uno de los jóvenes que se encontraba con Ana María Castro en la noche del 4 de marzo de 2020 en un bar ubicado en la calle 116, norte de Bogotá.
Junto a ellos también se encontraban Julián Ortegón, a quien ya se le imputaron cargos y se le impuso una medida de aseguramiento, y Mateo Reyes.
Se espera que en las próximas horas se realice la audiencia de legalización y formulación de imputación de cargos por el delito de feminicidio, pues, al parecer, Ana María Castro fue lanzada desde una camioneta en movimiento cuando ellos salieron del establecimiento y se movilizaban sobre la Calle 80 con carrera 69K.
El vehículo del que supuestamente fue arrojada es de propiedad de Paul Naranjo.
Detalles de la dolorosa muerte
Nidia Romero contó en diálogo con este medio que en la tarde de ese miércoles 4 de marzo Ana María almorzó en casa, se bañó, se arregló y se maquilló para salir con Paul Naranjo.
A ella no se le hizo extraño porque desde hace varios meses había escuchado ese nombre; su hija le decía constantemente que él la iba a recoger, que iban a cenar o a dar una vuelta. Al parecer, era uno de sus pretendientes.
“No te preocupes, mamá. Sé que mañana tengo que estudiar pero ahorita más tarde nos vemos”, le dijo Ana María. “Bueno, hija, eso espero. No tardes. Dios te bendiga”, le contestó.
La joven se dirigió hacia una bar ubicado sobre la calle 116, localidad de Usaquén, al norte de Bogotá. A las 8:56 de la noche Nidia le escribió por WhatsApp: “¿Ana, y tú qué? recuerda que mañana tienes que estudiar”. Hacia las 9:02 le insistió y en ese momento Ana María le respondió: “Tranquila, mamá, yo voy a ir a estudiar. No te preocupes”.
Nidia no volvió a saber nada de su hija después de ese mensaje. Estuvo toda la noche intranquila, triste y no pudo contener el llanto. Se “pegó” al celular y le marcó más de 50 veces pero ella jamás contestó.
A las 12:00 de la tarde del siguiente día (5 de marzo de 2020) comenzó el infierno. Una amiga de Ana María la contactó para decirle que la joven había aparecido y que estaba en el Hospital Simón Bolívar por causa de un “grave accidente”.
La mujer salió corriendo de su casa hacia el centro asistencial con la esperanza de encontrar a su hija con vida. No fue así. Los médicos le dijeron que, como consecuencia a un trauma craneoencefálico, el cerebro de Ana María estaba inflamado y que tenía muerte cerebral. Minutos después, le informaron que sufrió un paro cardiorespiratorio y falleció.
“Yo no hallaba qué hacer. Gritaba y lloraba. Decía que necesitaba verla. Cuando la vi noté que tenía su ojo izquierdo negro y un golpe en la cabeza que estaba lleno de sangre. Ella tenía su cara inflamada”, narró Nidia.