Lo de esta semana fue inédito. El West Texas Intermediate (WTI), marcador referencial de crudo en Estados Unidos, no solo bajó de esa barrera de 10 dólares por barril que nunca había pasado, sino que entró en terreno negativo y sus futuros correspondientes al mes de mayo llegaron a transarse, este lunes, cuando estaban por cerrar los contratos, en -40,3 dólares.
Aunque unas horas después el WTI comenzó a recuperarse en los mercados, lo sucedido fue la materialización de los mayores temores de expertos en materia petrolera, quienes venían advirtiendo sobre la posibilidad de una caída severa por la sobreoferta de crudo. De hecho, el WTI no fue el único que se hundió esta semana. El Brent, crudo de referencia en Europa, y otras variedades, también cayeron a niveles históricos.
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Sin embargo, y aunque para el mediodía de este miércoles el Merey 16, crudo de referencia en Venezuela, se estaba transando entre 1 y 2 dólares por barril, sin los descuentos inherentes a las sanciones estadounidenses hacia la estatal Petróleos de Venezuela, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, aseguró que su país estaba “preparado” para resistir la caída, algo que los analistas ponen en duda.
“Nos hemos entrenado, y a Venezuela no la detiene ni el petróleo a 10 (dólares) ni a menos 10”, dijo Maduro este martes, cuando la cotización del crudo venezolano había sido arrastrada hasta los 10 dólares por barril, el precio más bajo desde 1998, cuando comenzó la era chavista en Venezuela.
El mandatario venezolano manifestó estar a la expectativa de la entrada en vigencia, el próximo 1º de mayo, del acuerdo de reducción de la oferta mundial de crudo acordado por los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Rusia y otros productores asociados.
Para el economista petrolero venezolano Rafael Quiroz, sin embargo, el recorte anunciado, de casi 10 millones de barriles, no solo es tardío sino insuficiente ante una sobreoferta de 30 millones de barriles.
De hecho, este especialista venezolano lo enumera entre las causas que condujeron a la situación inédita de esta semana. Entre las otras causas de ese exceso de oferta, agravadas “por la guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita”, también está el desplome de la economía mundial por la pandemia de COVID-19 y la falta de espacios de almacenamiento de crudo, tanto en tierra como en tanqueros y supertanqueros, que están prácticamente copados.
A juicio del economista venezolano y experto en materia energética, Francisco Monaldi, la situación actual hace parte de un “problema estructural” que persiste en el mercado petrolero.
“(Tenemos) recorte de 10 millones de barriles, pero caída de demanda de 30 millones, y una incertidumbre muy grande de cuándo se va a llenar el almacenamiento y cuándo se va a empezar a recuperar la demanda, y si va a ser rápida o no, y eso, por supuesto, tiene que ver con la parte del COVID-19”, advirtió Monaldi, al mediodía de este martes, durante un encuentro virtual con la prensa extranjera radicada en Venezuela.
Para él, esto genera una incertidumbre muy grande “del lado de la demanda, que es donde está fundamentalmente la acción, y entonces eso va a generar una gran volatilidad en el mercado de actores que están especulando y están pensando en todo momento qué va a pasar, y qué va a pasar con el tema de almacenamiento”, añadió el experto.
Los efectos inevitablemente llegarán a Venezuela, un país cuyos ingresos dependen, en su mayoría, de la venta de petróleo y sus derivados.
“Tenemos un gran déficit, primero, en cuanto al tema de producción (hoy Venezuela produce cerca de 700.000 barriles de los más de 3 millones que se llegaron a producir) y, segundo, en cuanto al ingreso que necesita el país”, le dijo a la Agencia Anadolu Rafael Álvarez Loscher, socio director de Luriscorp, una firma con sede en ciudades de Venezuela, Estados Unidos y España.
La economía venezolana, recordó, ya se ha contraído dos tercios en los últimos seis años. Y ahora su firma pronostica una caída del Producto Interno Bruto, altamente compuesto por petróleo, de entre 25 y 30 puntos. Y los ya afectados ciudadanos de esta nación sufrirán directamente las consecuencias.
“Para mantener el equilibrio necesitaríamos que el barril del petróleo esté cercano a los 90 y tantos dólares, cosa que no vamos a lograr en este momento”, acotó Álvarez Loscher.
“La mayoría de los países petroleros, al tener este problema, que dependen sus economías de los modelos de exportación de petróleo, van a tener problemas en cuanto a sus monedas locales. Venezuela no va a ser una excepción, y más aún cuando tenemos un déficit fiscal muy grande y es muy posible que veamos este deterioro, que venimos arrastrando desde hace años, todavía más fuerte”, aseguró Álvarez Loscher.
Como él, el economista venezolano José Manuel Puente prevé que el gobierno financiará con dinero inorgánico la brecha fiscal, y cree que ese dinero que el Banco Central de Venezuela imprima sin respaldo se va a ir a dos mercados: al tipo de cambio, haciendo que se siga devaluando, y a la compra de bienes y servicios, lo que agudizará el ciclo de hiperinflación.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó que este año la inflación en Venezuela podría ser de 15.000%. Sería el cuarto año de hiperinflación para este país.
“Ya las cosas iban muy mal después de 6 años de contracción y ahora las ‘variables exógenas’: el coronavirus y la caída de los precios del petróleo, pueden empeorar dramáticamente la situación económica y social de Venezuela”, advirtió Puente durante el mismo encuentro virtual con la prensa extranjera.
Aun cuando se supere la pandemia y se recuperen los precios del petróleo, el panorama se sigue oscureciendo para Venezuela. Desde la noche de este martes se conoció que la ya mermada producción venezolana podría reducirse aún más, pues la administración de Donald Trump le prohibió a la petrolera estadounidense Chevron perforar, procesar, vender o transportar petróleo de Venezuela, y le exigió cerrar su operación en este país antes del 1º de diciembre.
“Para Chevron en este momento esto no tiene tanto impacto práctico porque ellos de todas maneras tenían que parar todos los contratos en estas circunstancias del mercado petrolero (…) La pregunta es: una vez que se recupere el precio, ¿qué diferencia hace que Chevron no pueda invertir? Yo creo que sí hace una diferencia, (aunque) no gigantesca”, acotó Monaldi.
Para él, además, puede ser una especie de advertencia para las empresas europeas que mantienen operaciones en este país sudamericano.