Era la noche de la celebración de los 25 años de La Luciérnaga. Me disponía a salir de la oficina de KienyKe.com junto con la videógrafa Laura Salomón.
Por ese entonces yo era la encargada de la sección de sociales del portal digital. Esa noche Édgar estaba muy emocionado porque La Luciérnaga fue un espacio muy especial para él. Siempre recordaba con afecto que el doctor Peláez (Hernán Peláez) le dio la oportunidad y creyó en él como periodista y sobre todo como persona.
Con este especial digital KienyKe.com le rinde un homenaje a Édgar Artunduaga, quien fue amigo entrañable de esta casa editorial, en la que ejerció como columnista, miembro del consejo editorial y vicepresidente de contenidos. Navegue y conozca un poco más del hombre, del amigo y del periodista que dejó huella en los medios de comunicación de Colombia.
Me llamó con afán a las 7:30 de la noche, pensando qué tal vez no íbamos a llegar, pero el tráfico de la ciudad a esa hora era complicado.
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Llegamos a las 8:00 p.m. al restaurante Museo del Tequila. Hicimos las fotografías sociales antes de que empezara la celebración.
Ese día vi muy feliz a Édgar, reencontrándose con sus viejos amigos y transmitió toda la celebración a través de su teléfono celular en Periscope de Twitter.
Se rió a carcajadas. Recordó a sus ilustres amigos y viejas anécdotas que parecían estar en el pasado, pero que esa noche revivieron al son de mariachis y al calor del tequila que no podía faltar en la mesa.
Mientras yo tomaba las fotos a todos sus amigos, me agarró de la mano y con cariño me agradeció por estar ahí; incluso me dio un tierno besó en la palma de la mano, porque para él era importante que ese momento se registrara en imágenes, tener una galería de imágenes de ese momento.
Nos pusimos nostálgicos esa noche, sin embargo, no era momento de ponernos tristes sino de alegrarnos con todos los humoristas, comediantes y periodistas que estaban allí.
Antes de salir me dijo: “Llévese estos tequilas para su casa (unas botellas pequeñas) y no se vaya sin comer mijita”.
Estuvo atento a que Laura y yo comiéramos y se aseguró, como buen papá, que cada una llegara a su casa. Él era Édgar Artunduaga.
Gracias por todo.
Por: Jenny Bejarano.
