Hace más de 80 años, Orson Welles (1915 – 1985) el reconocido actor, director, guionista y productor de cine, transmitió a través de la cadena radial estadounidense CBS un relato titulado “La Guerra de los Mundos”, que, a pesar de haberse anunciado como un relato de ficción, después de 40 minutos de emisión, causó la histeria y el pánico colectivo en la mayoría de los estados norteamericanos.
La narración se trataba de la supuesta invasión extraterrestre en las ciudades de New Jersey y Nueva York, pero fue tan “real” la ambientación, que incluso Welles imitó la voz del entonces presidente Franklin D. Roosevelt, emitiendo mensajes de prevención a la ciudadanía.
Sin duda, este fenómeno social demostró el gran poder de la radio y la responsabilidad de la información que se divulga, con el agravante de que, en esta época de globalización, cualquier persona o grupo cuenta con las herramientas de la Internet y las redes sociales para difundir “falsas noticias” y generar el pánico y la ansiedad de forma masiva.
Actualmente, la realidad está superando la ficción ante el panorama de la pandemia a causa del coronavirus (COVID-19) que se ha extendido a más de 120 países y contagiado a más de 150.000 mil personas.
Este impactante insuceso ha cambiado de forma tajante muchos de nuestros paradigmas, creencias y costumbres, lo cual a hecho muy difícil asimilar la magnitud del poder y la rapidez que tiene este virus para infectarnos.
Por fortuna, los gobiernos junto con los grandes laboratorios de investigación epidemiológica están tomando medidas preventivas y de contingencia para controlar esta séptima mutación del coronavirus.
En el caso de Colombia, el presidente Iván Duque, declaró el estado de emergencia sanitaria con el fin de activar medidas como el cierre de la frontera con Venezuela junto con el fortalecimiento del control de entradas y salidas del país al igual que la restricción a extranjeros procedentes de Europa y Asia.
Asimismo, se activaron los protocolos de prevención en el sector salud tanto a nivel público como privado a través de rigurosas medidas como el uso apropiado de tapabocas, lavarse las manos frecuentemente, evitar el contacto con los ojos, nariz y boca, mantener limpios los objetos de uso cotidiano como los escritorios, computadores y celulares, conservar una distancia prudente con las personas y optar por un aislamiento preventivo.
Es importante adoptar estas medidas de salubridad y aprender a tomar conciencia de la importancia de controlar el estrés, el miedo y el pánico social, generado en muchos casos, por la hiperinformación que produce el vivir conectados por varias horas a la red de tecnología global. Estos malos hábitos, son los que nos causan algunos efectos nocivos a nivel emocional y propician un debilitamiento por sobrecarga energética al sistema inmunológico.
En la actualidad, nuestras emociones están siendo estudiadas minuciosamente por los profesionales de la salud mental y los especialistas en neurociencias, y se ha comprobado que el optimismo, la esperanza, la compasión, el perdón y la conciliación consigo mismo, son algunas herramientas de fuerza interior que todos necesitamos para poder hacer frente al contagio del coronavirus.
Con el fin de entender el pánico que se está generando actualmente en el mundo, es necesario abordar la devastadora triada compuesta por el miedo, el estrés y la ansiedad para tener un marco de referencia, que nos ayude a comprender y prevenir desde la inteligencia emocional y el conocimiento científico, la expansión de un “pánico innecesario a nivel mundial”. De lo contrario, se puede empeorar la situación pandémica al desbordar y no gestionar adecuadamente las emociones humanas.
1. El miedo:
Es la emoción más básica de los seres humanos y su objetivo principal es el de asegurar la supervivencia de todas las especies. Nuestro cerebro, recibe señales de peligro y ordena al cuerpo que se defienda o huya ante las amenazas exteriores. De igual manera, el miedo aumenta la capacidad de adaptación y ejercita estrategias para superar los problemas y prevenirlos.
Inicialmente, la reacción ante el miedo proviene del sistema nervioso autónomo y aparece de manera repentina, pero desde una voluntad entrenada y por medio del razonamiento, esta emoción puede ser controlada para superarla.
La experiencia del miedo estimula las glándulas suprarrenales, que producen sustancias químicas como la adrenalina y la noradrenalina. El impacto de estos neurotransmisores es regulado por el sistema parasimpático, pero cuando se sobre estimula, el cuerpo termina por agotarse debido al estrés.
2. El estrés:
En los últimos años, los científicos e investigadores del comportamiento humano han discutido acerca de los efectos nocivos del estrés en la salud física, emocional y mental de las personas, pues proviene de la alta tensión, angustia y ansiedad producida por el agitado ritmo laboral, al igual que los compromisos económicos, sociales y familiares.
El término estrés fue acuñado por el medico húngaro-canadiense Hans Selye, quien observó en sus pacientes que al estar sometidos a presiones psicológicas presentaban síntomas como la fatiga, la pérdida de peso y de apetito. Este brillante investigador, asoció un término que en ingeniería se conoce como la “fatiga del metal” con la fatiga crónica en el ser humano, a la cual denominó: estrés.
Posteriores estudios, hablaban del estrés positivo como un proceso natural de adaptación que favorece la vida, mientras el distrés aparece cuando no se puede resolver una situación crónica y provoca un gasto de energía reflejado en mayores niveles de irritabilidad, neurosis y ansiedad.
3. La ansiedad:
Quienes experimentan la ansiedad se sienten constantemente inquietos y con mucha tensión emocional sin motivo aparente. En estas personas el pesimismo se apodera de sus pensamientos convirtiéndolos en negativos, debido a que esperan desastres de todo tipo y viven preocupadas por asuntos de salud, dinero, conflictos familiares o dificultades laborales que los convierten en obsesivos. Algunas veces, el simple hecho de pensar acerca de cómo pasar el día les produce ansiedad, convirtiéndose en muchos casos en un Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG).
Síntomas de la ansiedad generalizada
A las personas con TAG se les dificulta liberarse de sus pensamientos y emociones destructivas, por lo cual no se pueden relajar fácilmente, sintiendo temor de forma frecuente y les cuesta trabajo concentrarse debido a los trastornos en el sueño.
En cuanto a los síntomas físicos incluyen: fatiga, dolores de cabeza y musculares, tensiones, dificultad para comer, temblores, tics nerviosos, irritabilidad, mareos, necesidad de ir al baño con frecuencia, sensación de fatiga constante, falta de aire y repentinos acaloramientos; además sequedad bucal, mareos, inestabilidad, alergias y debilitamiento del sistema inmune. A nivel cardiovascular se presentan: palpitaciones, taquicardias, dolor en el pecho, ahogo y dificultad en la respiración, entre otros síntomas.
Sobre la triada trágica descrita anteriormente, encontramos que estos vectores al unirse pueden provocar un pánico colectivo, es decir, un miedo generalizado compartido por grandes grupos de la sociedad. De este modo, no se puede pensar y decidir individualmente, siendo arrastrados de manera condicionada a situaciones inesperadas y motivadas por la desinformación, la exageración y el descontrol emocional, al no entender objetivamente la manera de controlar y superar estos hechos.
Esta reacción de estrés colectivo no es necesariamente producida por la sugestión, pues hoy en día enfrentamos la amenaza de contagio físico del COVID-19. Es por esto, que necesitamos acatar de forma voluntaria y disciplinada, los protocolos de salud impuestos por el gobierno nacional.
¿Por qué se genera la ansiedad y el pánico colectivo?
Existen muchas causas que generan la ansiedad individual y el posterior pánico colectivo. En el primer caso, hay personas que sienten ansiedad porque suelen reaccionar inadecuadamente ante los conflictos, mientras que otras se tornan ansiosas como resultado de una experiencia traumática, así como también, la aparición de un problema relevante e inesperado que detona la ansiedad.
Las formas de desarrollar un trastorno de ansiedad son muy variadas, por lo tanto y con la correspondiente ayuda profesional, es importante encontrar el origen de esta reacción con el fin de confrontar este problema y desde una actitud de valentía y cambio, poder entenderla para superarla.
En el caso del pánico colectivo, inicialmente debemos cuidar de nosotros mismos y fortalecer nuestra actitud para proteger al otro, ejercitando la voluntad y la intención de apoyarnos mutuamente en estos tiempos de crisis.
Esta cruzada contra el COVID-19 no la hago sólo por mí, sino también la hago por mis seres queridos, por mis vecinos y por la población más vulnerable de adultos mayores. Por eso mantendré la distancia, lavaré mis manos, no iré a sitios públicos, ni daré abrazos y tampoco me desesperaré por estar en “cuarentena”, pues esta batalla la ganaremos entre todos y entre todos saldremos adelante para salvarnos desde una decisión personal, madura, comprometida, responsable y totalmente social.
Transformado la ansiedad
Tomemos conciencia de que lo primero que debemos hacer es eliminar la excesiva preocupación y concentrarnos en neutralizar cada uno de los ataques de esta pandemia, con estrategias inteligentes y sensatas.
No debemos sentirnos desesperados y sin salida, pues cada situación que nos ocurra tiene varias opciones y alternativas inteligentes de superación. Cuando sintamos que nos invade el pánico, podemos hacer pausas activas y respirar profundamente para vitalizar nuestro cerebro, el cual es una fuente de energía que se puede dirigir desde una amable conciliación entre la emoción y la razón, para que la armonía y el control de sí mismo retornen nuevamente a nuestras vidas. Los temores y las incertidumbres desaparecen al afrontar con constancia y disciplina personal los desafíos del momento.
Recordemos que todas estas vicisitudes pueden ser tomadas no como desgracias sino como lecciones para acrecentar nuestra capacidad de resiliencia.
A continuación, les comparto un ejercicio práctico y profundo de mi más reciente libro “Viajero Interior: Un Camino Simple hacia la Serenidad Personal”, que puede ayudarlos durante episodios de ansiedad e incertidumbre:
Busca espacios de soledad para experimentar el momento presente, sin permitir que te invada la ansiedad al preocuparte por lo que dejaste de hacer en el pasado y lo que harás en el futuro. Tranquilízate y llena de confianza tu interior, vive de instante en instante con la actitud de responsabilizarte de tus decisiones diarias que te darán claridad para confrontar y resolver los desafíos de la existencia.
Creer que eres capaz de controlar casi todas las situaciones de la vida te generarán ansiedad, frustración y tristeza, pero aceptar que no es así, te conduce a la paz y al sosiego interior. Pretender que la vida se adapte sólo a nuestra voluntad es una invitación a la frustración. Vivir sin esperar demasiado, descansa el alma.
Utiliza el tesoro de tu silencio interior y medita algunas veces en el día en las siguientes palabras, sin importar el orden tratando de asimilarlas para tu crecimiento interior y comparte estas reflexiones con tus seres queridos a manera de una agradable conversación:
- Aceptación de la actual situación de emergencia de salud mundial
- Flexibilidad
- Cuidado de mí mismo
- Cuidado del otro
- Valentía
- Disciplina
- Responsabilidad
- Determinación
- Calma
- Sensatez
- Desapego
- Claridad
- Liberación
- Alegría
- Humildad
- Fe y esperanza
Meditación para el control de la ansiedad
Realiza algunas respiraciones lentas y profundas, muy suavemente sin ninguna prisa. Al inspirar, disfruta de la energía que te da el oxígeno, vivificando y fortaleciendo cada una de las células de tus pulmones. Al exhalar, siente que te desprendes del miedo al contagio del coronavirus e imagina que tu sistema inmunológico te defiende y cuida.
Inhala de nuevo y siente que te llenas de paz, serenidad, confianza y bienestar, y que tus pensamientos no están desbordados. Cuando logres relajarte, visualiza una luz suave y tenue encima de tu cabeza del color que tú elijas: siente como esta vibración sanadora recorre amorosamente tu cara, cuello, hombros, pecho (especialmente los pulmones) y espalda, llegando hasta tu estómago, caderas, piernas, pantorrillas y pies, elevando las defensas de tu organismo y fortaleciendo el sistema inmunológico.
Las frecuencias y vibraciones relajantes del color elegido te hacen experimentar una nueva sensación de alivio y sanidad, por lo que agradeces al Universo el regalo de la vida al encontrar dentro de ti una nueva actitud de calma, serenidad y libertad integral, con el fin de que todos unidos nos convirtamos en el antídoto para erradicar el coronavirus de nuestras vidas.
Por: Armando Martí