La modelo y DJ Natalia París es tendencia en estos días por cuenta de una publicación en su cuenta de Instagram, en la que se le vio poniendo música en vivo en una fiesta privada en Cartagena. Además de convocar a una aglomeración innecesaria de personas, el video las mostraba a todas sin tapabocas. Cuando sus seguidores la increparon ante la posibilidad de contagiarse de covid-19, les respondió así: “toma dióxido de cloro y dale a tu familia. Nadie va a enfermar de covid”.
Natalia París invitó a “investigar” sobre el dióxido de cloro y “abrir sus mentes” a quienes la criticaron por su irresponsabilidad. También arrobó en la publicación a la persona que le recomendó la sustancia. Esa persona es Samir Namen, quien se describía en su cuenta de Instagram, a la que ya no se puede acceder porque la cerró u ocultó tras este escándalo, como un “angeólogo” —una persona que ofrece presuntas terapias que involucran a los ángeles, seres sobrenaturales de carácter mensajero presentes en varias religiones— y “terapeuta holístico” —una persona que presuntamente administra tratamientos para curar personas y no enfermedades, mediante procedimientos que no han sido sometidos al rigor científico—.
Hay varios problemas con la medicina holística y otras variedades de medicina alternativa. Una de ellas es su elevado precio, que algunas personas acceden a pagar ante la desesperación y la falta de información revisada por pares. Otro riesgo es que un producto no sea eficaz para tratar las enfermedades y una persona sea engañada para abandonar su tratamiento de medicina científica. Sin embargo, el más grave de los peligros es que las prácticas o sustancias alternativas constituyan un peligro para la integridad de la persona.
Precisamente este último riesgo es el que implica el dióxido de cloro, falsamente promocionado por Natalia París para prevenir el contagio por covid-19: la ingesta de esta sustancia puede causar náuseas, vómito, diarrea, presión baja y deshidratación. La intoxicación por esta sustancia puede llevar a la muerte a una persona.
Comprar un producto de esas características es una lotería en la que solo se puede perder: si el frasco de CDS o MMS no contiene dióxido de cloro, la persona habrá sido estafada porque no recibió el producto que pidió. Si es verdad que el producto trae el peligroso compuesto, la persona habrá sido estafada porque el producto no cumplirá lo que promete y, además, estará en peligro de muerte.
Por desgracia, nada de esto se les informa a tiempo a los incautos a quienes se les ofrece el dióxido de cloro con supuestas propiedades curativas, a precios altos y bajo el nombre de “Suplemento Mineral Milagroso” (MMS o CDS). Por ejemplo, Samir Namen ofrece este producto a través de sus redes sociales por $90.000.
El Invima solo expidió un registro sanitario de este producto para su uso como desinfectante de superficies. Es decir, la única forma en que funcionaría para prevenir la covid-19 es a través de la limpieza de posibles fómites. Las diferentes entidades de control para alimentos y medicamentos del mundo, así como la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC), han levantado alertas sobre su uso para cualquier otro propósito.
Quienes lo promocionan y distribuyen afirman, sin ningún tipo de soporte científico, que el MMS es capaz de prevenir o curar enfermedades crónicas como el cáncer, el sida, el Alzheimer y hasta el autismo. Cuando surge una enfermedad de difícil manejo, como lo es la covid-19, el MMS o CDS se reencaucha para seguir siendo instrumento de la mala fe.
Hay un detalle más grave: existe un culto religioso con base en el dióxido de cloro vendido como MMS o CDS, fundado por un estadounidense llamado Jim Humble y difundido por un grupo de personas que fueron detenidas en Colombia el pasado mes de septiembre. Kienyke.com le cuenta la historia de esta peligrosa secta.
De buscar oro a buscar incautos
Para hablar del MMS o CDS hay que hablar de Jim Humble. Este norteamericano solía dedicarse a la minería y luego se hizo célebre por escribir y autopublicar el libro The Miracle Mineral Solution of the 21st Century (“La solución mineral milagrosa del siglo XXI”) en el año 2006. En esa publicación, que no fue revisada ni aprobada por ninguna editorial, asegura sin citar ninguna fuente que más de 75 mil víctimas de malaria se curaron de esta dolencia crónica “en cuestión de horas” tras ingerir la sustancia y “ahora están de vuelta en la vida productiva”.
Con el tiempo, la bola se hizo más grande y el promotor del dióxido de cloro como “cura para todo” empezó a otorgarse atributos adicionales: por ejemplo, que presuntamente es un dios proveniente de la galaxia de Andrómeda y que tiene miles de millones de años de edad. La popularidad de Jim Humble lo llevó incluso a las entrevistas y las televentas, donde se atrevía a decir en cámara —y, de nuevo, sin citar fuentes científicas— que el MMS o CDS era capaz de curar el cáncer.
Tiempo después, Jim Humble consiguió la licencia para abrir su propia secta: la Genesis II Church of Health and Healing —Iglesia de la salud y la sanación—. La secta solicitaba un “donativo” de alrededor de $1.600.000 pesos colombianos para permitir el ingreso a los cultos de la iglesia y recibir kits para producir dióxido de cloro en casa, según reportó The Guardian. Además, el culto se volvió un megáfono para difundir postulados pseudocientíficos como la supuesta peligrosidad de las vacunas y los cultivos transgénicos.
Pero la FDA llegó en 2010 a poner el primer tatequieto: advirtió sobre un creciente número de personas que llegaban al servicio médico con síntomas de intoxicación tras haber ingerido MMS o CDS, aclaró las consecuencias de ingerirlo, prohibió su comercialización para el consumo humano e invitó a los estadounidenses a desechar la sustancia.
Fue así como estas personas se movieron hacia el hemisferio sur: empezaron a enviar “misioneros” a África y Latinoamérica para promocionar las “virtudes” del MMS o CDS, aprovechando que los organismos de control a los alimentos y medicinas son más relajados en algunos de estos países. Un video promocional grabado en Uganda muestra cómo la sustancia es administrada a un niño, que grita por el ardor una vez la ingiere.
Aunque los casos por intoxicación habían bajado en Estados Unidos tras la primera advertencia de la FDA en 2010, una creciente desconfianza hacia la medicina basada en la ciencia hizo resurgir la insalubre tendencia de consumir MMS. Varios medios del mundo reportaron que en 2019 se llevó a cabo una reunión de este culto en el salón de convenciones de un hotel del estado de Washington.
Las redes sociales donde fue promovido el encuentro ya eliminaron las publicaciones por sus políticas contra las noticias falsas. De hecho, para este punto, los promotores del MMS o CDS ya eran buscados por la justicia estadounidense bajo los delitos de fraude fiscal —porque afirmaron ser un culto para eximirse de impuestos— y fraude comercial —por vender el producto con razones sociales falsas—.
En medio de la crisis por la pandemia, los promotores de esta sustancia añadieron otro atributo inventado para el dióxido de cloro: la capacidad de prevenir o curar la covid-19. Para su desgracia, se encontraron con las autoridades colombianas, que siempre han sido diligentes para colaborar con la justicia estadounidense.
Mark Scott Grenon y Joseph Timothy Grenon, padre e hijo, se encontraban en El Rodadero, a las afueras de Santa Marta, cuando fueron detenidos en respuesta a un pedido de extradición del Distrito Sur de Florida por los cargos ya mencionados. Los Grenon estaban a la altura de Jim Humble en la jerarquía del culto dedicado al dióxido de cloro, un peligroso culto que solo se detendrá con el restablecimiento a la confianza en la ciencia y el personal médico, quienes actúan de buena fe por el bienestar de los ciudadanos.