El expresidente Ernesto Samper critica que los Gaviria, César y Simón, se tomaran el Partido Liberal y que la colectividad se dedique a "conseguir más puestos que de fijar posiciones". Opina que los TLC son inconvenientes para el país. Además, habla sobre el asesinato de Álvaro Gómez y reitera que Fernando Botero maquinó el ingreso de dineros ilícitos a la campaña del 98.
Es claro que el presidente Santos quiere la reelección...
Para mí, sí es claro. Pero también hay que decir que en seis meses pueden pasar muchísimas cosas, sobre todo en Colombia donde la realidad se confunde con la ficción.
¿Y usted estará con Santos en ese proceso de reelección?
No lo sé aún. Yo creo que el tiempo de las definiciones requiere mucha más maduración. Tenemos que ver cómo se soluciona el proceso de paz, si existen otras personas que puedan de alguna manera encarnarlo, si el Presidente quiere finalmente jalarle o no jalarle a la reelección. En fin, yo creo que hay todavía mucha agua por correr debajo del puente.
¿La reelección de Santos y el proceso de paz están irremediablemente unidos?
Pienso que sí. Aquí hay dos proyectos políticos enfrentados. Uno de paz que lidera el Gobierno, que parte de la base de que hay un conflicto y debe resolverse por la vía de la negociación política, respetando los derechos humanos y la legitimidad social. Y otro proyecto, que es de confrontación militar, de guerra, que convierte a todos los actores armados en terroristas.
Y hablando de paz, ¿como ve la oposición que viene asumiendo el Procurador General?
El Procurador pretende de una manera insólita convertirse en un palo en la rueda del proceso de paz. En un deslegitimante, cuando todos deberíamos estar apoyando y aportando nuestro grano de arena.
Usted ha venido alejándose o está alejado del Partido Liberal. ¿Cómo analiza lo que está sucediendo al interior de su colectividad de siempre?
No me gusta. Porque creo que el partido está dedicado a la tarea de conseguir más puestos que de fijar posiciones. No se qué estamos representando en la Mesa de Unidad Nacional. No estoy de acuerdo con que el partido haya sacado a los campesinos, a los indígenas, a los trabajadores de sus cuadros orgánicos. No veo debate ideológico. Por esas razones, que además he venido señalando desde hace varios meses, he resuelto con discreción marginarme de las actividades propiamente concernientes al partido.
¿Y hay a la vista algún foro, alguna convención, algún procedimiento para darle un viraje al Partido Liberal?
Que yo sepa no. No creo que tengan mucho interés los que hoy día son “dueños del liberalismo” de abrir esos espacios. Estoy un poco decepcionado respecto a la voluntad de los cuadros directivos del partido de entender la necesidad de iniciar un proceso de reflexión y autocrítica con lo que está pasando al interior de la colectividad.
¿Es decir que Gaviria padre y Gaviria hijo se tomaron el partido y se quedaron con él?
Por lo pronto se lo tomaron. Yo no sé si se van a quedar con él. Espero que no sea así por el bien de la colectividad. En el Partido Liberal siempre han convivido dos tendencias: una progresista y otra conservadora. Me parece que tratar de utilizar al partido para consolidar una tendencia en contra de la otra, no habiendo ni siquiera la posibilidad de que hayan opciones así sean de carácter analítico respecto a la Presidencia de la República, es una equivocación.
¿Y esa tendencia progresista no tiene cabida en estos momentos en el Partido Liberal?
En este momento, en términos inclusive ideológicos, estamos marginados del Partido Liberal. Ocurrió con el Tratado de Libre Comercio. Muchas personas dentro de esta tendencia expresaron sus preocupaciones que ahora se están confirmando. Celebran el primer año del TLC los productores norteamericanos y no los colombianos.
¿Está diciendo que el TLC con Estados Unidos ha sido malo para Colombia?
TLC quiere decir “Todo Lo Cedemos”. Si usted mira todo lo que ha pasado con las importaciones en el último año se dará cuenta que desde los Estados Unidos han crecido tres y media veces por encima de nuestras exportaciones. Mientras que Colombia no ha alcanzado siquiera una agenda para darle mejores condiciones de competitividad a los productores colombianos, encontramos cifras preocupantes. La importación de maíz desde Estados Unidos creció en un 280 % en el último año. Nada sacamos con hacer celebraciones y jubileos que no corresponden a la realidad que se está sintiendo.
¿Qué hacer entonces, qué sugiere usted?
Hay que tener mucha más cautela en el manejo de los Tratados de Libre Comercio. Antes de que nos comiencen a explotar bombas en los sectores productivos, como hemos visto recientemente con los paperos, cafeteros, cañicultores, cacaoteros y ahora con las ensambladoras, que en el fondo son unas minas que están explotando, que estaban sembradas en los Tratados de Libre Comercio. Tenemos que hacer un plan de reconversión industrial y acelerar la construcción de infraestructura. No engolosinarnos con un Tratado de Libre Comercio, que como está planteado le está haciendo mucho daño al sector productivo nacional.
¿En orden público vamos mejor o peor?
Estamos lo mismo. Yo creo que seguimos viviendo la confrontación militar con los sectores de las Farc en los mismos lugares de hace 15 años.
¿Los esfuerzos del Gobierno Uribe no sirvieron para mucho?
Yo creo que el Gobierno Uribe consiguió poner a la defensiva a la guerrilla. Eso es un mérito que no se le puede quitar.
¿Usted es optimista sobre el proceso de paz de La Habana?
Hay una oportunidad para la paz que no se ha presentado en muchos años. Hay una convergencia de actos en favor de la paz. El apoyo de países amigos como Venezuela y Cuba, la propia situación de equilibrio militar que existe hoy día. La ley de tierras y víctimas que de alguna manera está legitimando el proceso. Creo que tenemos quizás la última oportunidad para hacer la paz. Por eso digo que mi situación frente a la paz es optimismo combinado con fe.
¿Cómo ve usted al general Naranjo en la política ahora acompañando al presidente Santos?
Un poquito como mosco en leche. Esa admiración que le tenemos al general Naranjo es producto de su trayectoria profesional más que sus habilidades políticas. Así como a la gente joven no le gusta la gente metida en sus conciertos de rap ni en la academia pontificando con tesis políticas, pues tampoco veo a los sectores militares metidos en la actividad política.
Por estos días se ha vuelto a hablar de la muerte de Álvaro Gómez y su familia sugiere alguna responsabilidad suya. ¿Qué piensa al respecto?
Tengo el sentimiento que tiene cualquier persona cuando es injustamente acusada. Afortunadamente con las últimas declaraciones recogidas en los Estados Unidos, prácticamente están todos los elementos de juicio para que este proceso termine. Le corresponde a las autoridades judiciales no seguir insistiendo en esta línea de investigación que desató la familia de Álvaro Gómez Hurtado, a mi juicio para torcer la investigación principal que apuntaba hacia otras personas.
El mayor interés que he tenido en los últimos 15 años, mi mayor compromiso, es que se sepa la verdad en el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado. Al final, la justicia prevalecerá.
¿Se siente perseguido por la familia de Gómez Hurtado?
No los voy a graduar hasta ese nivel de enemigos. Creo que es un episodio más de la política colombiana. Así lo he asumido y así voy a asumirlo con tranquilidad cuando finalmente todos estos episodios se aclaren en nuestro favor.
Cuando muchos pensaron que la declaración de uno de los Rodríguez (hijo de Miguel Rodriguez) lo iba a afectar negativamente, ¿usted piensa que ha sido positivo que él hablara?
Más que positivo, me parece que hace una claridad que a mí me produce indignación. Y es que mientras durante muchos años el señor Fernando Botero tuvo convencido al país de que el tema de la infiltración de los dineros del Cartel en mi campaña había sido resultado de unas maniobras turbias de Santiago Medina, que era el tesorero, lo que ha manifestado abiertamente William Rodríguez es que el señor Botero estaba negociando con los dueños del cartel tranquilamente en Cali la penetración de estos dineros que como se estableció posteriormente por la Corte Suprema, él mismo se los robó.
Simple: dejó meter los dineros sucios en mi campaña y se sacó los dineros limpios que habíamos estado recogiendo en los Estados Unidos. Lo que comprueba que Fernando Botero traicionó la campaña de manera funesta y que fue él mismo quien hizo la negociación para facilitar esta infiltración de los dineros por parte del Cartel de Cali. Da luz, pero produce dolor.
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