"En la inspección, las autoridades quedaron sorprendidas de las riquezas halladas. Todo el edificio Mónaco lo ocupaba la familia Escobar: un piso para atender fiestas, otro para gimnasio y un penthouse donde Victoria había procurado una decoración sobria que incluía obras de reconocidos pintores colombianos como Botero, Grau y Obregón, y una escultura del francés Augusto Rodin. También hallaron costosas reproducciones de esculturas griegas, jarrones chinos, lámparas, muebles importados y otros lujos que superaban el valor de la propia construcción": Fragmento de La parábola de Pablo, de Alonso Salazar.
Eso fue lo que encontró la Policía luego de la explosión de los 80 kilos de dinamita que le puso el Cartel de Cali al edificio que Pablo Escobar Gaviria había hecho para vivir con su familia.
Ubicado en el barrio Santa María de los Angeles, del sector El Poblado en Medellín, donde históricamente han vivido las familias más pudientes de la ciudad, se encuentra hoy abandonado y envejecido, casi a punto de morir, el edificio Mónaco, recuerdo tangible de la historia del narcotráfico en la capital antioqueña.
[caption id="attachment_723351" align="alignnone" width="1024"] Foto: Susana Lancheros[/caption]
Se dice que los primeros cuatro pisos eran apartamentos para sus empleados, donde tenían incluso baños de mármol. Que desde allí manejaba sus negocios y que era allí a donde encerraba a sus víctimas.
El 13 de enero de 1988 el Cartel de Cali puso en un costado del edificio la bomba que dejó tres muertos y diez heridos. Este atentado marcó el inicio de la más sangrienta guerra entre los carteles de Cali y de Medellín, pues aquello que Pablo definitivamente no consentía era que se metieran con su familia.Algunos afirman que Escobar estaba dentro del edificio al momento del atentado, otros que salió 30 minutos antes y otros más aseguran que se encontraba en Brasil acompañando a Jorge Luis Ochoa (otro narcotraficante de la época) en su instalación en ese país. [single-related post_id="722603"] Así fue como desde ese momento el edificio que acogió las fiestas más costosas, los lingotes de oro, los montones de dólares, la colección de autos lujosos de Escobar, las salas de billar; emprendió su camino al olvido. Un año después del atentado, el edificio, ya sin redes de servicios, puertas, ventanas, baños ni grifos, y con los ascensores y las piscinas inservibles, empezó a rodar de dueño en dueño. Fue entregado por la Dirección de Estupefacientes a la Asociación Cristiana de Asistencia y Rehabilitación, Asocar. Más tarde, en 1997, nuevamente fue la Dirección de Estupefacientes la que lo entregó a Carisma, una organización para rehabilitar drogadictos que lo devolvió dos años después por falta de recursos. Posteriormente el 31 de diciembre de 1999, fue cedido a la Seccional Administrativa y Financiera de la Fiscalía. Algunas oficinas del Cuerpo Técnico de Investigación, CTI, empezaron a trasladarse al lugar y los vecinos, que nunca gustaron de la presencia de una institución como esa en el barrio, se manifestaron en contra. Luego la propiedad fue objeto de extinción de dominio y entregada en diciembre de 2008 a la Policía Nacional. El General Óscar Naranjo, director general en ese entonces, hizo la petición de que allí se instalara un comando de Policía. [caption id="attachment_723359" align="alignnone" width="1024"] Foto: Susana Lancheros[/caption] Durante la alcaldía de Aníbal Gaviria se tomó la decisión de montar en el lugar una central de inteligencia para la Policía y el 123. Pero un estudio de la Universidad Nacional dio a conocer que las estructuras del edificio no eran aptas para el uso que pensaba dársele, que era necesario reforzarlas, además de volver a poner las redes eléctricas e hidráulicas. Se concluyó que el costo aproximado de recuperación y renovación del Mónaco sería de 33.165 millones de pesos.