Arauca trabaja incansablemente por corregir el rumbo que la violencia insiste en imponer en contravía de lo que es y ha sido siempre la estirpe de los llaneros del Arauca vibrador. A pesar de que este territorio colombiano se debate todos los días por una agudizada guerra entre el ELN y las FARC, sus habitantes hacen ingentes esfuerzos por mantenerse en pie a pesar de esta crisis del conflicto que impacta lo social y económico en la región. Se habla de sus habitantes, porque son ellos quienes están conformando grupos de trabajo alrededor de propósitos puntuales que conduzcan o a reactivar su economía, generar propuestas de paz, liderar iniciativas para ser presentadas al gobierno nacional e indudablemente lo más importante, acciones que logren la unificación del departamento entorno a los intereses que conciben propios.
Ante la ausencia de líderes, y la falta de credibilidad en aquellos que ostentan cualquier posición de poder, bien sea en lo administrativo, lo político o en la representatividad del orden nacional, y como espectadores de una realidad desenmascarada de la que intuían pudiera haber algo de certeza, pues hoy ver a sus dirigentes caer con la verdad de la justicia y otros con la verdad de sus incapacidades para asumir los destinos de sus cargos, ven que no les queda otro camino que sacar adelante su territorio y encarar de manera cívica los cambios que propicien el fin de la guerra y la apertura de oportunidades de desarrollo que el conflicto armado y la corrupción llevan arrebatándole por décadas.
Los llaneros confluyen alrededor de su identidad, de su cultura y tradiciones autóctonas que no sólo los representa sino que los une entorno a la exaltación de su verdadera riqueza. Y es toda aquella que los precede ante las vicisitudes y ante los propios retos de defender su honra como pueblo y su protagonismo en la historia de Colombia.
Esta es la temporada más esperada para propiciar los encuentros y reencuentros, para ir al lado de quien seguramente pudo tener alguna diferencia, es la antesala a la época más bonita para la mayoría de humanos en todo el planeta, el momento justo para reflexionar y proponerse nuevos cambios y nuevas metas para el futuro. El jolgorio se vuelve fiesta, y la fiesta se hace con cultura, se nutre de expresiones únicas en la extensión de un territorio que pareciera incluso no pertenecerle a Colombia ni a Venezuela. Esta zona de los llanos, en el oriente colombiano, comparte tradiciones que para Arauca se inician con el Día de la Araucanidad, que tiene una fecha específica y un lugar reservado para su celebración, el 4 de diciembre en la Avenida Ciudad de Arauca.
Para muchos, la fría mañana decembrina de este día es el inicio de encuentros familiares y de amigos que rememoran a la Arauca de ayer, lugar donde retumba en cada esquina de esta avenida, la música de cuatro, arpa y maracas, acompañado de un canto recio o calmado; dependiendo del estado de ánimo del cantante.
Los colores y sabores en el día de la Araucanidad abundan por doquier, ya que recuerdan la infinidad de platillos autóctonos de la región; un lugar ideal para degustar la tradicional carne asada, pisillo de chigüire, lapa, cachicamo guisado, sancocho de gallina y las infaltables hayacas. Todo esto para resaltar la valiosa cultura ancestral y de saberes que representan al araucano.
Todo se desarrolla en un recorrido de algo más de diez cuadras, con paredes pintadas en su mayoría de blanco con puertas, ventanas y una franja en color verde. Todas las calles que dan acceso a la Carrera 19 son cerradas para colocar en cada entrada una carpa donde encontrará a Matronas araucanas ofreciendo sus platos de comida exquisitas. Con el almuerzo se comparten los saludos, los abrazos, las historias y las carcajadas, que amenizadas con joropo y la disposición del criollo y del guate (persona que no es llanera) para ponerse cotizas y sombrero, buscando unificar el criterio de pertenecer a esta tierra, queriéndola tanto para jamás irse de ella.
No hay conflictos, no hay guerras, sólo hay el contrapunteo de copleros relancinos que deslumbran con la agilidad y rapidez mental para componer versos creativos y divertidos. Todo es alegría, la capital araucana se viste de fiesta en cada rincón de ella, todos van a celebrar la araucanidad para terminar la fiesta en casa de cualquier pariente. Se habla de paz, se hablan entre hermanos, nadie muere, solo muere la desesperanza que siembra la guerra, nadie quiere saber de ella, todos esperan ansiosos disfrutar el siguiente día de las fiestas patronales Santa Bárbara de Arauca, ir al coleo, disfrutar del festival y sus diferentes categorías, los bailes, las reinas y las agrupaciones musicales que contrastan con el joropo, solo para confirmar que se prefiere este último porque es la razón que sigue uniendo a sus gentes.
Se celebra y se goza, se recuerda y se añora, se construye y se sueña, se desea con mucha intensidad jamás salir del éxtasis que trae vivir en paz disfrutando de sus tradiciones, muchos buscando rescatar sus raíces, permitiéndole a las nuevas generaciones que este legado trascienda y que por un tiempo nada tengan que ver con la violencia. Arauca se esfuerza a cada instante por renacer, por incluso queriendo volver a ser lo de antes, de puertas abiertas porque es ley del llanero darle la mano al que llega.