Para César Gaviria Trujillo, expresidente de Colombia y miembro de la Comisión Global sobre Políticas de Drogas, el trabajo que viene realizando en compañía de otros líderes del mundo empieza a dar frutos. "La discusión sobre la lucha contra el narcotráfico ya no es un tabú", dijo a KienyKe* el político que también ha sido llamado por la Presidencia de Colombia para hacer parte de una Comisión Asesora que rinda conceptos en la reforma al Estatuto Antidrogas. Gaviria señaló que es "inviable" mantener el actual enfoque de persecución penal a los consumidores pero aclaró que el modelo que han construido con varios intelectuales no sugiere detener la persecución a los carteles de la droga. "La gente está cansada que se gaste plata en una política que ya fracasó", aseguró.
KienyKe: ¿Considera que en la Comisión, tanto nacional como global, han logrado avances en un paso fundamental que es abrir la discusión de nuevas alternativas a la actual lucha contra las drogas?
César Gaviria: Yo pienso que se están dando grandes cambios. Creo que la comisión global por lo menos logró hacer que el tema estuviera en la agenda y la gente ya considere legítimo hablar de drogas, que es un tema como vedado. El hecho de que en la pasada cumbre de Cartagena todos los presidentes hubieran hablado de alternativas en la lucha contra las drogas en una reunión privada, y que la atención se haya centrado en ese tema, es claramente la muestra de que los mandatarios están muy descontentos con la política que hay en sus países, que es la de los Estados Unidos. Otro fenómeno que está pasando es que en Estados Unidos los propios ciudadanos, sin ninguna ayuda de los políticos, sin que hablen los senadores ni representantes, están desbordando al gobierno, votando legalizaciones simplemente por fatiga. La gente está cansada y sabe que esa política de prohibicionismo fracasó ya, y que hay que tratar de reemplazarla por otra cosa.
Usted lleva una cruzada de meses para, por lo menos, abrir el debate. No obstante, en las comisiones en las que participa ha madurado una idea del modelo que propondría para luchar contra las drogas. ¿Cuál es el que ahora tienen en mente?
En la comisión decidimos que la hay una flexibilidad en la Convención (de Naciones Unidas sobre las drogas), y que donde se puede hacer un trabajo grande es en el tema del consumo. Solamente en el tema del consumo, no en el de tráfico ni producción. En eso la Convención es bastante amplia y permite que los Estados simplemente apliquen su orden jurídico interno y manejen ese tema de una manera mucho más libre de lo que mucha gente se imagina. En Europa, por ejemplo, desde hace décadas tienen un enfoque distinto que llaman “la política menos dañina”, que no es la política buena porque no hay ninguna política buena, pero el prohibicionismo fracasó. En primer lugar, en Europa han definido que el consumo de drogas es un problema de salud, lo que tiene una diferencia gigantesca con Estados Unidos. Al definirlo como problema de salud, ni castigan a los consumidores ni los meten a la cárcel, sino que los apoyan, les ayudan. En algunos países tienen regulada la venta de drogas y han logrado algo que es muy importante: disminuir el tamaño del negocio.
¿Así proponen que se aplique en Colombia, y en general en Latinoamérica?
El solo hecho de disminuir el tamaño del negocio hace que haya menos violencia y menos corrupción. Eso es a lo que Colombia debería aspirar. Ahora, nuestros problemas algo tienen que ver con el consumo interno y en eso hay que trabajar, pero mucho tienen que ver con el tráfico internacional y también Colombia, México y los países centroamericanos tenemos que convencer a Estados Unidos de que haga su debate, porque no puede ser que si la mayoría de los ciudadanos tienen un descontento con la política vigente, nadie se atreva a decir nada. Pero nosotros mismos tenemos que empezar a recorrer ese camino; yo personalmente siento que gran parte de los problemas de seguridad urbana tienen que ver con bandas de jóvenes adictos que para comprar droga –ni siquiera comida – atracan a la gente. Entonces eso hay que empezar a desactivarlo. Claro que esas políticas pueden ser experimentales; no tienen que ser masivas, tienen que hacerse con cuidado, pero tenemos que empezar a recorrer el camino de desactivar la violencia. Tenemos que entender que se trata de un problema de salud más que un problema criminal, para poder tratar a la gente, para poder prevenir. Y si algún día pudiéramos gastar menos plata en seguridad, más en tratamiento y más en prevención sería excelente.
Cuando en sus propuestas hablan de regularizar, ¿qué proponen concretamente?
Es que la palabra legalización tiene mucho peso político; despierta muchos temores. A mí particularmente no me gusta. Por eso decimos ‘regularización’. El propio general (Óscar) Naranjo cuando se retiró dijo: uno puede tener las regulaciones que quiera; se pueden disponer sitios donde los muchachos consuman droga bajo control médico, con permiso de los padres, con conocimiento de los maestros. Es decir, uno puede poner las regulaciones que quiera; lo importante es regularlo, porque obviamente no se quiere que los pilotos, los conductores, la gente en sus sitios de trabajo ni los niños consuman drogas. Hay que hacer mil excepciones para pensar en cualquier política. Nos referimos a manejar las drogas como se maneja el alcohol o el tabaco. ¿Por qué?, porque lo otro ya fracasó, y no es que haya fracasado en Colombia, sino que fracasó en Estados Unidos sobre todo. Hubo un esfuerzo descomunal en 40 años y después de ese tiempo los consumos son más altos y el problema no se ha resuelto. Eso es fracasar una política, porque definitivamente no encontraron la solución.
Pero existen muchas voces en contra. Por ejemplo, hace poco hubo revuelo por el anuncio de definir la cantidad de la dosis mínima de ciertas drogas sintéticas…
Pero es que eso, entre otras cosas, fue una orden de la Corte. No hay ni siquiera una decisión que la Ministra haya tomado, sino que hay una orden que dice que eso hay que definirlo, y eso es lo que van a tratar de hacer en el Estatuto. Hay una necesidad, porque hoy lo que hacen con la gente que encuentran con pastas en la calle es llevarla a Medicina Legal; ese es un procedimiento súper dispendioso, súper ineficiente, súper costoso y esto hay que cambiarlo.
¿Considera que existe viabilidad económica para aplicar el modelo que proponen?
Lo que no puede ser viable es llevar a Medicina Legal a cada persona que se encuentra con anfetaminas. Eso es un desperdicio de recursos brutal; eso es lo que cuesta plata. Hay que empezar, no con todas las drogas porque hay muchas clases de drogas sintéticas, pero sí con algunas, para tratar de evitar que haya que llevar a todo mundo a Medicina legal.
En su propuesta de regularización, por ejemplo, si se llegaran a crear centros para entregar dosis a adictos, ¿quién sugiere que produzca las sustancias? ¿El Estado debería tener dicho monopolio?
El tema de la producción es un tema que deberá buscársele una solución, porque en eso las convenciones internacionales son mucho más estrictas. Pero mientras eso sea para hacer tratamientos, para hacer cosas experimentales, para dar un paso en busca de disminuir la violencia, ese problema se puede resolver. Con las solas capturas o decomisos de drogas se puede resolver.
Una de las barreras al avance de estas iniciativas tiene que ver con las responsabilidades de Colombia con la comunidad internacional. ¿Podríamos tomar iniciativas propias y actuar sin el beneplácito de otros países?
Es bueno aclarar que Colombia no puede dejar de enfrentar a los carteles de droga, ni lo vamos a hacer. En eso no podemos actuar solos. Pero en el tema de consumo sí podemos actuar solos; de hecho todos los países los hacen. Sería mucho mejor que se pudiera actuar internacionalmente, pero por ejemplo en Uruguay lo estaban haciendo, cada país tiene una legislación distinta. Lo que pasa es que el principal problema de Colombia, que es el tráfico, sí necesita el acompañamiento de la comunidad internacional, pero hay una diferencia grande entre producción-tráfico y consumo. Hay unas cosas que no podemos hacer solos y otras que sí las podemos hacer.
Ya que menciona el proyecto uruguayo, ¿Acaso José Mujica no se echó para atrás en su idea de legalizar la marihuana para el consumo recreativo?
Se echó un poco para atrás. No sé las razones, inclusive yo estuve allá. Entiendo que las encuestas todavía eran desfavorables. O tal vez el tema de la producción le generó problemas, porque en eso las convenciones son muy estrictas y se metió con un terreno que es complicado desde el punto de vista de la legislación internacional. El hecho es que la discusión creo que sirvió mucho. En parte eso es lo que hay que hacer: abrir un debate. No es que todo mundo vaya a estar de acuerdo, pero hay que argumentar y discutir. Este es un tema legítimo, y los temores y los desacuerdos son totalmente legítimos. Pero es un tema tan importante para el país que se puede y se debe discutir.
¿Cómo califica el que varios estados en Estados Unidos hayan tomado la delantera y legalizado el uso recreativo de la marihuana, a pesar de las prohibiciones federales?
Los ciudadanos se están desbordando a la dirigencia del país. Eso está ocurriendo por voluntad ciudadana, no por argumentos de los dirigentes políticos. Los líderes políticos pasan callados, ninguno dice nada, ninguno se mete en el tema. Tienen como un tabú y la gente por su propia iniciativa los están desbordando, porque saben que la política que hay fracasó, y están cansados que se gaste tanta plata en eso, que se use una política que no funciona.
¿Pero los dirigentes se hacen los de los oídos sordos?
Los dirigentes sí están escuchando a la gente. De hecho estas normas que aprobaron en Colorado y en el estado de Washington tienen en aprietos a los líderes, porque hoy el Gobierno Federal aún no ha definido qué es lo que va a hacer, ya que en teoría el consumo de marihuana con fines recreativos está contra la ley federal.
¿Cómo evalúa el interés de Centroamérica por abrir este debate, considerando que la región está siendo azotada por la violencia derivada del narcotráfico? ¿Por qué Guatemala pareciera el único país comprometido con esta discusión?
Allá también hay una fatiga, una fatiga enorme. Pero también la presidenta de Costa Rica (Laura Chinchilla) ha sido muy abierta. En general hay mucha apertura hacia el tema, y eso se vio en Cartagena. Claro que ellos no se quieren enfrentar a Estados Unidos y no se trata de crear una gran confrontación. En el tema del tráfico hay que actuar dentro de la comunidad internacional, pero en el tema de consumo doméstico sí se puede actuar localmente; así se debe hacer.
¿Cómo mide el pulso de ese debate en Colombia?
Una cosa que ya hemos logrado es que la discusión sea legítima. Que a la gente no le dé temor hablar de eso y que todo el mundo opine sin que sea un tabú. Ahora se trata de dar todas las explicaciones, de hacer el debate y de tomar decisiones; seguramente se van a adoptar decisiones, o de investigación, o de experimentación o de regulación del consumo. Pero Colombia es un país muy endurecido por estar 30 años en guerra, con todas sus consecuencias de violencia, y cuando a la gente le hablan de legalización la palabra es muy impopular porque el país ha sufrido mucho con eso. Al país hay que explicarle muy bien que nadie va dejar de luchar contra los carteles, todo lo contrario: si uno dedica su fuerza pública a perseguir los carteles en vez de andar buscando consumidores en las puertas de los bares, se gana mucho en capacidad. Andar persiguiendo consumidores es una cosa que no le trae ningún beneficio a la sociedad.
¿Han pensado usted que un siguiente paso a la regularización podría ser la despenalización?
Hay que dar pasos. Yo no diría qué es lo que hay que hacer después de qué. Lo importante en Colombia es empezar a dar pasos en este sentido: en investigación, en experimentación y en tratar de desactivar la violencia con las decisiones que se tomen.
Las Farc, en sus propuestas del uso de la tierra, sugieren que se permita el cultivo de marihuana, hoja de coca y amapola. ¿Qué opina de esa idea?
Ellos, que son traficantes de drogas, no son los más autorizados para decirnos qué debemos hacer. Se trata de un tema que tiene que definir la sociedad colombiana y no ellos. Hacer esas propuestas no les queda muy bien a las Farc porque todo mundo sabe que viven del tráfico de drogas.
¿Y si esa propuesta proviniera de la sociedad civil, por ejemplo como el modelo boliviano?
No podríamos hacerlo por la guerrilla; ese sería un paso absurdo. Menos con una guerrilla que ha estado tan involucrada con el tema de las drogas y el narcotráfico. Es una decisión interna que estoy seguro que el gobierno no haría.
¿Y qué han avanzado, que nos pueda adelantar, en la Comisión Nacional?
Nosotros nos instalamos hace unos días y apenas estamos empezando a trabajar. Pero justo lo que vamos a tratar de hacer en la Comisión es promover una claridad sobre el tema de regularización, porque está muy suelto y hay que hacer algo didáctico para que la gente nos entienda. Más que convencer a la gente, lo que queremos es hacer que la gente entienda el problema.
*KienyKe seguirá cubriendo el tema de las distintas visiones de la lucha contra las drogas. Espere pronto la opinión de quienes defienden el enfoque prohibicionista.
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Mié, 13/02/2013 - 13:15
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