
La primera vez que se escucharon los acordes de El preso, pocos imaginaron que aquella melodía, nacida en los estudios de Discos Fuentes en Medellín, se convertiría en un himno inmortal de la salsa. Hoy, casi cinco décadas después de su lanzamiento en 1975, sigue siendo un símbolo de desahogo, de resistencia y de la inquebrantable pasión por la música latina.
El inconfundible sonido de los metales y la percusión abre el tema, pero es la voz inigualable de Wilson Manyoma, mejor conocido como Wilson Saoko, la que marca la diferencia. Su interpretación visceral transmite la desesperación de un hombre atrapado entre cuatro paredes, añorando la libertad que un día dio por sentada.
"Aquí estoy, en esta celda..." canta Manyoma, y de inmediato, la letra resuena con cualquiera que haya sentido el peso de sus propias cadenas, sean reales o metafóricas. La canción, escrita por Álvaro Velásquez e interpretada por Manyoma como vocalista de Fruko y sus Tesos, se convirtió en un fenómeno inesperado. No hablaba del amor idílico ni de la rumba desenfrenada, sino de la nostalgia y el dolor de un hombre privado de su libertad.
Del barrio a la eternidad
La historia de El preso es, en sí misma, una paradoja. A pesar de su título y temática, nunca fue una canción carcelaria en su origen. Velásquez, su compositor, se inspiró en las experiencias de amigos y conocidos que cayeron en desgracia. Su letra refleja la angustia de alguien que perdió todo por un error, una historia universal que trasciende culturas y fronteras.
Cuando Fruko y sus Tesos la grabaron con la voz de Wilson Manyoma, no imaginaban que se convertiría en la canción más emblemática de su repertorio. En los barrios populares de Colombia y el resto de América Latina, El preso se convirtió en un himno. En cada fiesta, en cada esquina, en cada taberna, la voz de Manyoma se hizo eterna.
Un legado que no se apaga
Desde su lanzamiento, El preso ha sido versionada por múltiples artistas, pero ninguna interpretación logra igualar la carga emocional de la original. La voz de Wilson Manyoma, con su inconfundible timbre y fuerza interpretativa, sigue resonando con la misma intensidad de aquel primer día.
Con la reciente partida de Manyoma, su legado queda sellado en cada nota de esta canción. El preso no es solo un relato de encierro; es una pieza que habla de la condición humana, del anhelo por lo perdido y de la esperanza inquebrantable de volver a empezar.
Mientras suene en una cantina, en una verbena o en el corazón de un nostálgico, Wilson Manyoma seguirá vivo. Y su grito de libertad seguirá resonando, como lo ha hecho desde 1975.