Coronavirus, guerras petroleras y crisis global

Sáb, 14/03/2020 - 16:35
Dos factores globales crearon una mezcla explosiva para la economía mundial

La desaceleración económica mundial causada por el brote de coronavirus y la disminución de la demanda de petróleo se sumaron a los efectos de la ‘guerra comercial’ entre EE. UU. y China, y generaron una mezcla explosiva para la economía mundial.

La estrategia de los Estados Unidos de abdicar del papel de un 'actor que garantiza la estabilidad global' que comenzó durante la era de Barack Obama y continúa de manera mucho más fuerte en la era de Donald Trump debilitó severamente la arquitectura de gobernanza económica mundial y erosionó su capacidad para gestionar crisis internacionales.

Además, las guerras comerciales, que iniciaron primero contra China y luego se expandieron para incluir a otros países, han erosionado los cimientos del sistema internacional liberal, que se cree se basa en los principios del libre comercio y la competencia leal.

El nuevo orden multipolar que ha surgido en los últimos años ha proporcionado la base para que diferentes actores sigan tácticas y estrategias de defensa mucho más duras y conflictivas para defender sus intereses nacionales.

Por un lado, los conflictos políticos y militares en diferentes partes del mundo se han intensificado por las guerras de poder, mientras que por otro lado, la competencia internacional en el contexto de los recursos energéticos o los factores de superioridad económica y tecnológica se ha vuelto cada vez más perjudiciales.

Guerras energéticas antes de superar la pesadilla epidémica

Es necesario evaluar el hecho de que el año 2020 es posiblemente el período más turbulento en la economía mundial desde la crisis financiera mundial en 2008 con los acontecimientos impactantes que han ocurrido uno tras otro en el sistema internacional.

Si bien al principio se creía que el brote se limitaba a China y Asia Oriental, este se expandió rápidamente a América, África y Oriente Medio, convirtiéndose en un riesgo para la salud mundial, lo que desencadenó importantes tendencias de contracción tanto en el lado de la producción como en el de la demanda de la economía mundial.

La falta de apoyo de una fuerte red de coordinación internacional para implementar medidas de contención frente a la amenaza del coronavirus y las medidas tomadas para contrarrestar sus posibles impactos económicos subrayaron el debilitamiento de los mecanismos de gobernanza global.

El brote de coronavirus, que ha causado problemas de salud pública y ha detenido la vida cotidiana y la movilidad humana en muchos países, se unió a la presión económica generada por la 'guerra comercial' entre EE. UU. y China y la nueva guerra energética entre Rusia y Arabia Saudita por establecer los precios mundiales del petróleo.

Arabia Saudita, líder de la Opep (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y Rusia, líder de los países productores de petróleo no vinculados a la organización, que formaron en 2016 el grupo conocido como Opep +, no lograron ponerse de acuerdo en la reunión de Viena de la semana pasada para reducir aún más la producción de este hidrocarburo y así fijar su precio en el mercado mundial.

Mientras que Arabia Saudita, cuya economía depende en gran medida de las exportaciones de crudo, necesitaba impulsar los precios del petróleo en la región de alrededor de USD 80- USD 85 por barril para equilibrar su presupuesto, Rusia informó haber ajustado sus saldos presupuestarios a un precio del petróleo de USD 40 por barril a mediados de 2019.

Esta diferencia generó la primera grieta en las relaciones del grupo Opep +, una disputa que se dio en un momento en el que EE. UU. abandonó  su papel de factor estabilizador en los mercados mundiales de energía para enfocarse en sus intereses nacionales y desarrollar la tecnología de "petróleo de esquisto bituminoso" para convertirse en el mayor productor de este hidrocarburo, lo que hizo que el panorama sea más complejo.

El duelo Moscú-Riad

Las diferencias entre los dos pesos pesados del petróleo llevó a que Arabia Saudita anunciara que no se realizarán recortes previstos en la producción de petróleo, por el contrario señaló que su producción diaria de 9.7 millones de barriles se incrementará a 12.5 millones de barriles.

Además, la compañía petrolera nacional saudita Aramco anunció que implementaría recortes de precios de USD 6 a USD 4 / barril para sus clientes asiáticos y de USD 8 a USD 6 / barril para sus clientes europeos.

El aumento en la producción del petróleo en momentos donde su demanda es baja y los recortes de precios en los mercados asiáticos y europeos donde los rusos tienen una participación de mercado significativa implica abrir una caja de pandora en el contexto de las guerras energéticas.

Todos tendrán que cuidarse

Sin embargo, en la coyuntura actual, donde los precios del petróleo se financian junto con otros productos básicos y se configuran no sólo de acuerdo con las condiciones de oferta y demanda, sino también de acuerdo con las condiciones económicas de la economía global y los productores dominantes, era inevitable que las guerras de energía generaran un profundo efecto de choque en los mercados internacionales de capital.

En este contexto, las guerras de precios en el sector energético desencadenaron una agitación violenta el 9 de marzo, que se ha descrito como "lunes negro", lo que aumentó las preocupaciones en los mercados mundiales.

Las acciones japonesas cayeron más del 6% después de la apertura asiática, mientras que los mercados europeos, que ya estaban nerviosos por los efectos del coronavirus en Italia, sufrieron mayores caídas. En EE. UU. el índice S&P 500 cayó alrededor del 7%, mientras que las compañías de tecnología conocidas como 'unicornio' como Amazon y Microsoft enfrentaron pérdidas de valor que alcanzaron entre USD 5 y USD 6 mil millones en un solo día.

Después de muchos años, la negociación en los mercados bursátiles de EE. UU. tuvo que desacelerarse, mientras que los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a 10 años fueron inferiores al 0,5% por primera vez.

En este clima de agitación global, los inversores han optado por aferrarse a instrumentos como el oro, el yen japonés y los bonos del Tesoro, que ven como refugios seguros.

Se espera que la Reserva Federal de EE. UU. intente calmar el pánico del mercado y evitar una desaceleración económica al reducir las tasas de política en 50 puntos básicos en su reunión regular en abril. Sin embargo, no está claro cuán efectivas pueden ser estas intervenciones con herramientas de política monetaria para superar la recesión global a largo plazo.

Si consideramos todos estos eventos en términos de cambios a largo plazo en las estructuras de gobernanza global, las condiciones actuales, en las que ningún actor líder en el orden multipolar quiere asumir el papel del "poder estabilizador", proporcionan una base adecuada para la difusión de crisis políticas y económicas mundiales.

La diversificación del comercio, los tipos de cambio, la tecnología y las guerras energéticas entre los actores que persiguen estrategias competitivas internacionales extremadamente duras mientras persiguen sus intereses nacionales sugiere que se avecina un período de crisis en el que la economía mundial enfrentará presiones decrecientes tanto en la producción como en la demanda.

Lo peor es que, a diferencia de las crisis anteriores, esta vez ya no hay una fuerza hegemónica global virtuosa dispuesta a actuar como un protector del capitalismo liberal, aunque a nivel retórico.

Creado Por
Sadik Unay - Agencia Anadolu
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