No mintió Carlos Alcaraz. Iba a ser el mejor día de su vida. Y lo fue. El español bordó el primer título en Wimbledon de su carrera deportiva, ante Novak Djokovic, el siete veces campeón (1-6, 7-6 (6), 6-1, 3-6 y 6-4), y cumple el sueño de su niñez: ganar el Grand Slam más bonito de todos y ante uno de los mejores de la historia.
Alcaraz, como soñaba desde que su padre le puso una raqueta en la mano, sometió a Djokovic, el perseguidor de todos los récords, y se convirtió en el quinto español en la historia en triunfar en Wimbledon, junto a Manolo Santana, Conchita Martínez, Rafael Nadal y Garbiñe Muguruza.
El murciano escribe su nombre junto al de los más grandes demostrando que los nervios son cosas del pasado y que no es que esté preparado para competir contra Djokovic, es que con 20 años está en posición de decir que ahora mismo es mejor.
¿Cómo se dio la victoria de Carlos Alcaraz en Wimbledon?
En una tarde histórica, Djokovic empezó la final como la acabó, hincando la rodilla. En el primer juego, se cayó al suelo, una predicción del final del encuentro, pero no de lo que pasaría a continuación, porque el serbio barrió su patio particular en un primer set que hizo exhibición de su vasta experiencia aquí. Con Alcaraz nervioso, Djokovic se puso a pasar bolas desde el fondo, a no fallar, a desesperar al español, sobrecogido por el escenario.
"Él tiene 35 finales, yo una", aseguró antes del partido, y la frase se hizo realidad con un duro 6-1 para Djokovic. Un palo durísimo, un manotazo al sueño del murciano, que tuvo que reagruparse, que tiene lo que tienen los más grandes. Cabeza, corazón y coj....
Alcaraz dominó, lideró y si la paliza no iba a mayores fue por el lunar de las bolas de 'break' convertidas (5 de 19). Con 3-1 a favor, se jugó, sobre el saque de Djokovic, un juego de 27 minutos de duración. Con todo tipo de alternativas, se lo llevó el español, con un grito de alegría brutal, con una rotura que le llevó hasta el set y la ventaja de 2-1 en el marcador.
La forma de celebrar de Carlos Alcaraz en Wimbledon
Se desconectó y se hizo daño en una muñeca, o eso aparentó, porque no se soltó de la espalda de Alcaraz hasta que este selló el último punto, cuando Djokovic estrelló un revés en la red. Cayó al suelo, brotó de él una alegría enorme y corrió hacia el palco con su gente, donde su padre y su madre se abrazaban, donde Juan Carlos Ferrero lloraba y donde él se fundió con su familia.
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Número uno, quinto español en ganar en Wimbledon y una copa dorada que es ya el título más grande de su carrera.