Han transcurrido 72 años y aún no se despejan las dudas sobre Juan Roa Sierra. Cada vez que se conmemora la muerte de Jorge Eliécer Gaitán se vuelve a debatir si es cierto o no que fue él quien eliminó físicamente al caudillo liberal, hecho que partió en dos la historia reciente de Colombia y generó una ola de violencia que a hoy no cesa.
Gaitán fue asesinado a la 1:05 de la tarde del 9 de abril de 1948. Salía a almorzar en compañía de su amigo Plinio Mendoza Neira, dio unos cuantos pasos fuera del edificio Agustín Nieto, ubicado sobre la Carrera Séptima de Bogotá, y se encontró de frente con la muerte: recibió tres impactos de bala que lo hicieron caer al piso y agonizar por varios minutos hasta finalmente fallecer en el Hospital Central.
Desde aquel momento, denominado como el ‘Bogotazo’, son muchas las hipótesis sobre el crimen del candidato presidencial que jamás han sido comprobadas. Algunas aseguran que Roa Sierra se quiso vengar de él porque, desesperado por su situación económica, lo buscó días antes para pedirle empleo y este le contestó que “su tarea no era buscarle trabajo a la gente”, lo que habría desatado su furia.
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Otras versiones indican que él fue el eslabón más pequeño de una fuerza superior que quería impedir el triunfo de los liberales. Se ha dicho que al verse derrotada, la oligarquía conservadora del país mandó a ejecutar a Gaitán, e incluso, se ha puesto sobre la mesa la idea de que las autoridades estadounidenses -en especial la CIA- fueron las que orquestaron su asesinato para combatir el comunismo.
También se cree que Roa Sierra no fue el autor material de los tres disparos que cegaron la vida del aclamado líder liberal. Por ejemplo, el escritor Jorge Padilla, quien caminaba al lado de Gaitán el día de los hechos, indicó en una columna publicada en la revista Credencial que vio a alguien que atentó contra el candidato por la espalda y luego huyó entre la muchedumbre sin dejar rastro.
Además, mencionó que la persona a la que vio utilizar el arma no fue a la misma que salió en las fotos de los periódicos en los días siguientes y que fue linchada hasta la muerte.
La suerte de Roa Sierra
Al pasar los años se ha documentado que Roa Sierra nació en el barrio Egipto de Bogotá, se crió en medio de una familia obrera y desde joven siguió los pasos de su padre al convertirse en albañil.
Sus conocidos lo describían como un hombre introvertido, perezoso y tranquilo, que se interesó por el esoterismo y se contactó con un astrólogo que lo inició en el Rosacrucismo, un culto creyente de la reencarnación.
Algunos cuentan que, desde ese momento, Roa Sierra empezó a creer en la posibilidad de ser el cuerpo recipiente de Gonzalo Jiménez de Quesada y Francisco de Paula Santander.
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Los biógrafos señalan que el señalado asesino pasaba horas frente al espejo peinándose como el primer presidente de la política colombiana. Incluso, mencionan que era un fiel seguidor de Gaitán, que escuchaba por horas sus discursos, seguía sus ideas y participaba en encuentros en los que el caudillo asistía.
La vida de Roa Sierra, de 26 años, se acabó a la par de la del líder liberal. Muchos dicen que quedó petrificado tras dispararle y que los transeúntes, llenos de la rabia producida por la desesperanza del futuro, lo amarraron, golpearon, desnudaron y arrastraron por toda la Séptima hasta el Palacio Presidencial donde murió desangrado.
Al final solo quedó la foto de su cuerpo hinchado y su rostro borrado por los golpes. Los historiadores catalogan este hecho como el detonante de un conflicto de más de 60 años que repercute hasta la actualidad de nuestro país.