Las investigaciones que adelanta la Fiscalía por el atentado perpetrado en el centro comercial Andino de Bogotá no le roban el sueño a Pilar Molano, una de las víctimas de la explosión que cobró la vida de tres mujeres y dejó otras nueve heridas.
Durante todo este tiempo Pilar se ha mantenido al margen del proceso judicial que avanza a paso de tortuga. El atentado ocurrió hace tres años y ni siquiera se ha llegado a la etapa de juicio.
Las diez personas capturadas como sospechosas fueron encarceladas en 2017 por delitos como rebelión, concierto para delinquir y homicidio. Son señalados de pertenecer al denominado Movimiento Revolucionario del Pueblo (MRP) y cometer diferentes actos terroristas en la capital.
Seis de los acusados fueron dejados en libertad por vencimiento de términos, pues un juez consideró que pasaron más de 500 días sin que estas personas fueran llamadas a juicio para resolver su situación jurídica.
Esto no le preocupa a Pilar Molano; ella cree en la justicia divina y en que algún día la verdad saldrá a la luz. A pesar de que en el acto terrorista perdió una pierna, siguió con la misma sonrisa, con la misma fuerza y con la misma convicción. Se concentró en salir adelante, en recuperarse, dejar el doloroso hecho atrás y perdonar.
“Si ellos son culpables que se haga justicia. Si no lo son, espero que Dios les permita estar en libertad y que puedan salir de todo este proceso. Ellos son seres humanos como yo, y aunque los condenen a mil años a mí nada me va a devolver mi pierna”, dice a KienyKe.com.
Eran las 5:00 p.m. cuando todo ocurrió
Ese sábado 17 de junio de 2017 Pilar se dirigió al Andino para encontrarse con una amiga a tomar café y hablar de la vida. Llegó un poco más temprano de la hora programada, así que estacionó su carro con tranquilidad, subió al segundo piso del centro comercial y entró a uno de los baños de mujeres para hacer sus necesidades y retocarse el maquillaje.
El baño estaba lleno. Tuvo que esperar uno o dos minutos para poder utilizar el sanitario. Cuando salió, se lavó las manos y luego fue al secador que estaba cercano a la puerta. El reloj marcaba las 5:00 p.m. y en ese momento ocurrió la explosión. La bomba estalló desde una de las tazas.
Pilar cuenta que la onda la arrojó hacia una de las paredes del baño y cayó sentada. Estaba totalmente consciente. Lo primero que hizo fue sacar el celular de su bolso y enviarle un mensaje de voz a su esposo para decirle que necesitaba ayuda porque había explotado una bomba en el baño del centro comercial.
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Miró a su alrededor y vio que el lugar estaba lleno de humo, agua sucia, escombros y sangre. Después revisó sus piernas y notó que la derecha estaba hecha pedazos. También se dio cuenta que tenía otras heridas en la parte inferior de la axila y que le dolía el rostro por las esquirlas que se le habían incrustado.
“Yo abrazada mi pierna y decía: ‘Dios mío y ahora qué’. En ese momento supe que iba a perder mi pierna. Yo la sentía desgarrada. Trataba de moverme con mis manos para desplazarme pero la pierna se quedaba quieta, no pude hacer nada”, asegura.
A su lado estaba Lady Paola Jaime, de 31 años. También estaba tirada en el suelo y gemía del intenso dolor. A pesar de que no se podía mover, Pilar trató de ayudarla. Le dijo que resistiera, que no cerrara sus ojos, que aguantara unos minutos porque ya iban a rescatarlas del horror. Pero ella no lo logró, falleció horas más tarde producto de las múltiples heridas.
“En ese momento llegaron los bomberos y nos evacuaron rápido. Yo había perdido mucha sangre y empecé a perder el conocimiento. Repetía varias veces mi nombre porque sentía en mi corazón que yo me iba a morir y que ellos no iban a saber quién era, y yo no quería morir siendo una N.N”, narra.
Pilar fue trasladada hacia la Clínica del Country. Allí la recibieron cirujanos plásticos, traumatólogos, ortopedistas, enfermeras y otros profesionales de la salud que lucharon para salvarle la vida.
Sanó su cuerpo y su alma
Los médicos de la Clínica del Country trabajaron hasta el cansancio para que Pilar pudiera mantener sus dos piernas. Duraron siete días tratando de curar las heridas que le dejó la explosión pero, a pesar de los esfuerzos, tomaron la decisión de amputar por encima de la rodilla derecha para evitar que una infección la matara.
Pilar logró asimilar que ya no tenía su extremidad. Estuvo dos meses hospitalizada, se sometió a varias cirugías y comenzó las terapias para fortalecer su pierna izquierda, sus pulmones y su zona lumbar para volver a ponerse de pie.
Aunque fue un proceso doloroso, Pilar aprendió a caminar con la ayuda de muletas y luego de una prótesis. Su fe en Dios, el acompañamiento de su familia, de los médicos y las terapias físicas la ayudaron a salir adelante.
El apoyo de la Fundación CIREC también ha sido fundamental. Pilar dice que estar acompañada de esas personas la han ayudado a curar su cuerpo, su vida y su alma después del atentado.
“Ha sido un proceso muy duro. Todos los días me levanto y digo: ‘No, esto no es un sueño, es la realidad. Pero me he agarrado de todas las herramientas que me ha dado la fundación y el acompañamiento de mi familia. Eso me ha permitido salir adelante”, menciona.
Lo que el atentado al centro Andino le dejó
Pilar volvió al Andino después de cuatro meses del terrible atentado que le cambió la vida. Aunque fue doloroso revivir los momentos de la explosión, se armó de valentía y entró a las edificaciones como parte de una terapia para avanzar en su proceso emocional y psicológico. Hoy en día camina por los pasillos del centro comercial sin miedo alguno; hace compras, se encuentra con sus amigos y almuerza con su familia en ese lugar.
Asegura que desde que ocurrió el atentado no ha guardado rencores. Incluso, cuenta que una vez se encontró frente a frente con uno de los padres de los jóvenes sospechosos de poner la bomba y que, al contrario de sentir rabia, ella le demostró su compasión.
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“Él me mira, me extiende la mano y con los ojos llorosos me dice: ‘Señora yo estoy seguro de que mi hijo no es culpable’. Yo le aprieto la mano y le digo: ‘No se preocupe que si él no es culpable se va a hacer justicia divina y todo se va a poder solucionar’. Yo sé que con mi mirada él pudo sentir que yo soy una mujer buena y no tengo campo en mi corazón para ningún tipo de rencor".
Pilar Molano dice que el atentado al centro comercial Andino le dejó varias lecciones en su vida. Afirma que estar envuelta en esa situación tan difícil la hizo una persona más humana, más sensible y más cercana a su familia.
Siempre que se levanta le da gracias a Dios por mantenerla viva y, a pesar de que sabe que es una realidad difícil y que le falta una de sus piernas, asegura sentirse más completa y más fuerte que nunca.
Nota escrita por: Gabriela García Aguilar.