Los vehículos eléctricos no son ninguna novedad, desde hace más de una década giran en casi todas las ciudades del mundo con mayor o menor presencia en cada parque automotor. Sin embargo, su desarrollo no abunda en Latinoamérica, y mucho menos en Argentina, uno de los países de renta media con mayor atraso en energías renovables.
En ese contexto nace Tito, el primer desarrollo de la empresa Coradir, con sede en la provincia de San Luis (oeste) que, además, da empleo directo a 40 personas.
"Tito se nos ocurrió porque desde 2013 venimos haciendo baterías de litio para distintos productos y hace unos años empezamos a desarrollar baterías para electro movilidad. Ahí notamos que no estaba desarrollado el mercado y terminamos haciendo un auto entero", cuenta a Sputnik el presidente de Coradir, Juan Manuel Baretto.
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Por dentro, Tito es como cualquier auto, íntegramente de chapa con pantalla touch screen de 10 pulgadas con sistema bluetooth, cierre centralizado, cámara trasera y levanta cristales eléctrico. Además, su batería puede cargarse en cualquier tomacorriente doméstico.
Su precio de lista es de 15.000 dólares al cambio del día en Argentina, pero es 10 veces más barato que un coche a combustión por su consumo.
"Ensayamos 10.000 nombres y buscamos uno que sea simpático, que se entienda que es nacional y algo cotidiano", revela el hombre de 43 años. El nombre también recuerda al fitito, el alias con el que los argentinos conocen al mítico Fiat 600.
Hoy las reservas para adquirir el Tito están cerradas porque se superaron las dos preventas en corto tiempo. Son casi 200 autos que ya están vendidos y otros 2.000 esperan una nueva tanda. Si bien es un producto sólo para Argentina, la empresa ya está en tratativas para lanzarlo en Uruguay (el país más interesado), Brasil, Paraguay y Chile.
Las ventajas de un auto eléctrico para el cuidado del medio ambiente son harto conocidas. Pero fuera de eso, también existen otros beneficios que sorprendieron a los fabricantes de Tito.
"Estamos notando que algunos clientes eligen el Tito para sus hijos adolescentes porque te da la seguridad de que el impacto, si llega a chocar, va a ser a 60 y no a 200. No habíamos pensado ese nicho de ventas, pero eso apareció", dice el ingeniero eléctrico.
El vehículo, a diferencia de otros city car presentes en Argentina, tiene cuatro asientos. Está pensado para una familia tipo y joven, porque los asientos traseros pueden resultar incómodos para un adulto.
"También nos sorprendió que tenemos mucha gente mayor, de la tercera edad, y también muchos jóvenes que preguntan y eso no lo esperábamos. El diseño, que sea barato, fácil de reparar y no tenga cambios lo convierte en un excelente coche para aprender a manejar", certifica Baretto.
En términos de seguridad —en Argentina se exige lo mismo que en EEUU o Europa para esta clase de autos— el coche es similar a uno convencional, con un chasis de hierro con cinturones de tres puntos. Los asientos están ensayados y homologados.
La sociedad argentina tiene una marcada cultura automovilística, o fierrera, como se le dice en las pampas. En muchos pueblos y ciudades chicas, preparar y correr un auto es para muchos un entretenimiento ante la falta de cines o parques de diversiones.
El auto es, también, un bastión del machismo. Al respecto, Baretto opina que "quedan pocas personas que le transmiten la virilidad al vehículo y quieren uno con muchos caballos de potencia".
"Me parece, además, que los chicos jóvenes son muy conscientes del impacto que generamos sobre nuestro planeta. Cuando te subís a un Tito el único sacrificio que haces es el de la velocidad máxima, pero todo lo demás son buenas noticias".
Es cierto, el Tito no es tan veloz como un auto a combustión, pero, a su marcha, es capaz de llevarte al futuro.