Ejemplos de machismo cotidiano a eliminar

Mar, 15/09/2020 - 15:35
"No quiero sonar sexista, pero...", es solo uno de los casos clásicos de machismo que viven las mujeres en su día a día.

En tiempos tan caóticos como lo ha sido el año 2020 es importante no olvidar las causas sociales que todavía buscan una reivindicación y un cambio en la sociedad, como es el movimiento feminista, si bien es imposible erradicar el machismo en las personas de golpe, hay algunos pequeños detalles del día a día que pueden hacer un gran cambio en quienes le rodean.

La feminista británica, Laura Bates, creó en 2012 un portal web llamado Everyday Sexism (Sexismo del día a día) en el que se invita a las mujeres a denunciar casos de machismo cotidiano, ya sea un comentario hecho por un jefe o una publicidad de mal gusto en la televisión, o peor aún, la violación.

Bates recogió algunos testimonios y reflexionó sobre ellos en un ensayo, llamado ‘Sexismo Cotidiano', un texto disponible en diversas librerías alrededor del mundo y que presenta varios ejemplos de machismo típico de la rutina diaria que muchos ignoran.

Cuando la persona dice “voy a sonar machista, pero…”, es mejor no decir nada

El periodista del Daily Telegraph, Andrew Brown, habló sobre las categorías femeninas de artes marciales en los Juegos Olímpicos de Londres: “Soy consciente de que esto que voy a escribir va a sonar espantosamente sexista, pero resulta perturbador ver cómo se golpean entre sí todas esas chicas…”. Las atletas, incluso las mundialmente reconocidas como Serena Williams, viven todavía el rechazo del mundo deportivo, siguen luchando para que sus logros sean igual de celebrados a los de sus colegas hombres.

Aquellos que culpan a la víctima, casi diciendo que el machismo es provocado

Mayim Bialik dijo a través del New York Times, refiriéndose al caso Weinstein, que una solución contra el acoso podría ser “vestir moderadamente” y no provocar con atuendos sugerentes.

Ante esto, en el blog Everyday Sexism, está el siguiente testimonio: “En una discoteca en mi Universidad, un tipo pasó a mi lado y subió la mano por mi vestido, por la parte de delante, de una forma muy violenta, y después siguió andando. Me quedé totalmente conmocionada, furiosa y confundida. Volví a donde estaba mi grupo de amigos y les conté lo que acababa de pasar; apatía general y cero sorpresa. Uno de los chicos del grupo dijo: ‘La verdad es que llevas un vestido muy bonito esta noche’”.

“Relájate, mujer”, como si las mujeres no tuvieran “sentido del humor”

La feminista autora del libro tiene una anécdota referente a este tema, en un set de grabación para hablar de “las chicas de la página 3”, las famosas modelos que aparecían topless en los tabloides británicas.

El conductor la llevó a los estudios de la BBC, cuando la vio pensó que ella era parte de estas mujeres, que no estaría en su contra. “Era una persona amable, cálida y locuaz, que no paraba de charlar y contar chistes. Nos reímos mucho hasta que revelé por casualidad en qué lado del debate me encontraba. Balbuceó, tartamudeó y dejó de hablar. Después de aquello la conversación se desvaneció”.

Bates dice que las personas tienen la idea de que las feministas no tienen humor, “es un silenciador increíblemente potente y efectivo” que se usa para callar y recordar a las mujeres que no pueden poner objeciones a un chiste machista en el trabajo o en la escuela. “Mujer, relájate, era solo un chiste”.

Las mujeres son intimidadas y se las encasilla para que solo hablen “temas de mujeres”

“La visibilidad de las mujeres en los peldaños más bajos del poder político se emplea muchas veces como una capa de barniz en cuestiones de igualdad”, recuerda la autora. La cuota se cubre con políticas responsables en las áreas que tradicionalmente son consideradas para las mujeres.

Por esa misma razón son subestimadas en una base diaria

“La infrarrepresentación desalienta a muchas mujeres políticas a ocuparse de ‘problemas de la mujer’ para no quedar marcadas como blandas”, explica la teórica Kezia Dugdale.

Esos “problemas de mujeres” hacen referencia a violencia de género o política reproductiva, una idea perjudicial porque entonces todo se queda a que los problemas que sufren ellas son solo problemas de ellas, que no es igual, perpetuando que los hombres sigan haciendo lo que se les dé la gana.

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