Este domingo 17 de mayo se conmemoró el Día Mundial de la Hipertensión Arterial, con el objetivo de que las personas conozcan en qué consiste la enfermedad, cómo prevenirla y/o controlarla, sobretodo en tiempos de coronavirus donde la condición puede ser un gran factor de riesgo.
Según la Organización Panamericana de la Salud, la hipertensión arterial es el principal factor para padecer y morir como consecuencia de un evento cardiovascular de forma prematura, y es la segunda causa de discapacidad en todo el mundo.
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De acuerdo con la misma organización, la hipertensión arterial también es la principal causante de la enfermedad isquémica cardíaca y del accidente cerebrovascular. Otras complicaciones no menos importantes derivadas del mal control de la presión arterial son la cardiopatía dilatada, la insuficiencia cardíaca y las arritmias.
¿Qué es la hipertensión arterial?
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica, lo que implica que tiene un desarrollo paulatino, constante y degenerativo.
Básicamente es un incremento en la presión que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias, este hecho desencadena que dichas paredes se robustezcan haciendo que se dificulte el paso de la sangre a diferentes partes del cuerpo.
¿Por qué es tan peligrosa?
Si no se controla, la hipertensión arterial puede provocar un infarto de miocardio, un ensanchamiento del corazón y, a la larga, una insuficiencia cardíaca.
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Los vasos sanguíneos pueden desarrollar protuberancias (aneurismas) y zonas débiles que los hacen más susceptibles de obstruirse y romperse. La tensión arterial puede ocasionar que la sangre se filtre en el cerebro y provocar un accidente cerebrovascular.
La hipertensión también puede provocar deficiencia renal, ceguera y deterioro cognitivo.
¿Cómo se puede prevenir la hipertensión arterial?
La principal recomendación es fomentar estilos de vida saludables. Siguiendo esta serie de consejos podemos evitar el desarrollo de la hipertensión arterial, o por lo menos retrasarlo:
1. Disminución del consumo de sal y alimentos con grasas saturadas: la reducción de la sal depende de nosotros, por eso evite añadir sal a las comidas antes, durante o después de cocinadas y no lleve nunca el salero a la mesa. En principio, el consumo de sal debería de ser inferior a 4 gr/día.
2. Limite el consumo de carne a unos 200 gramos, tres veces a la semana, evitando las carnes grasas y las ahumadas. También deben evitarse las enlatadas y los embutidos por la cantidad de sodio que contienen.
3. Consuma pescado fresco preferentemente, tanto el blanco (menos graso) como el azul (más graso). Deben evitarse los pescados ahumados, en conserva o salados.
4. Las frutas, verduras y hortalizas deben consumirse frescas, evitando las conservas y zumos envasados por el alto contenido en sodio que suelen tener. Debe controlarse la ingesta de aceitunas y de frutos secos salados.
5. Evite las bebidas carbónicas y en cuanto a las bebidas alcohólicas, evite las de alta graduación y si se bebe, limitar el consumo a uno o dos vasitos de vino tinto al día.
6. Realizar actividad física: para reducir su presión arterial, realice ejercicio físico ligero de forma continuada. Los más recomendables son la natación, o caminar a paso rápido media hora al menos 3 veces a la semana.
7. Mantener un peso adecuado: es fundamental mantener un peso saludable y reducirlo en casos de obesidad. Una pérdida de peso de 9,5 kg puede implicar una reducción de presión de 1 mm de Hg. En otras palabras, la pérdida de peso produce reducción de la tensión arterial en todas las personas.
8. Favorezca una actividad positiva que disminuya el estrés: trate de llevar un estilo de vida libre de estrés, disgustos y sobresaltos. Hay que tomarse las cosas con tranquilidad ya que por muy grande que sea el problema, más grave seguramente será el efecto que una preocupación excesiva causará en nuestro organismo.
9. Evite fumar: el tabaco favorece las enfermedades cardiovasculares, los carcinomas de varios tipos, entre ellos el pulmonar, y la cardiopatía isquémica. Se ha detectado una mayor relación entre hipertensión y mortalidad cardiovascular en hipertensos que fuman que en los no fumadores.