La costumbre de comprar ropa usada existe con fuerza en otros países y, hasta hace poco, en Colombia era una alternativa mal vista y se asociaba con estigmas negativos relacionados con el estatus y la higiene.
Sin embargo, según Fenalco Antioquia en los últimos años la forma de consumir la moda está cambiando y la tendencia mundial hacia una mayor conciencia ambiental, permite que el modelo de negocio de moda circular prospere.
Esto, debido a que no solo se trata de dar un segundo uso, sino también de reinventar los productos, al estilo vintage. Se pueden personalizar productos, reestructurar y casi que dejarlos como “nuevos”.
Usando servicios de tintorería, manualidades o simplemente reestructurando prendas, convertir un jean en falda o un vestido en blusa. Se pueden obtener piezas con alto valor agregado y es por eso que cada vez son más las personas que apuestan por comprar artículos de segunda mano.
Hace 38 años se dio apertura de la Plaza Minorista, un espacio de comerciantes enfocado en abastecer con productos frescos de la canasta familiar a la ciudadanía de Medellín, y de manera particular, en su interior tiene un sector conocido como “El Balcón”, donde se encuentra el mayor expendio de ropa de segunda con 42 locales que se caracterizan por la variedad de prendas y sus bajos precios.
Cabe resaltar que cuando no existía la Plaza Minorista se compraban y vendían prendas de segunda en la Plaza Cisneros. Actualmente, los clientes son personas de escasos recursos debido a su bajo costo, lo que se convierte en el desvare para muchos.
El comercio de la ropa usada nacional no está prohibido y la industria textil considera que este comercio no afecta la producción nacional ya que está dirigido hacia las clases menos favorecidas, lo que no ocurre con la ropa usada importada desde Estados Unidos, Canadá, Asia y Europa que se ha convertido en una tendencia para un público de estratos medios y altos.
Sin embargo, aunque el Gobierno no autoriza la importación de ropa usada, esta modalidad de contrabando es una competencia desleal con los comerciantes y distribuidores de ropa formalizados y, adicionalmente, en algunos casos puede darse “dumping”, una práctica comercial que consiste en vender un producto por debajo de su precio normal o, incluso, por debajo de su costo de producción.
Fenalco Antioquia realizó un sondeo con diferentes establecimientos de comercio dedicados a la venta de ropa de segunda mano, quienes expresaron que en el Valle de Aburrá el mercado de ropa usada después de la pandemia ha tenido un mayor dinamismo y desde entonces han registrado crecimientos hasta del 40 % y se estima que continuará subiendo.
En los últimos años muchas marcas han optado por el modelo de “slow fashion”, o moda lenta, que surge como una respuesta a las problemáticas generadas por la moda rápida o “fast fashion”, que es un modelo de producción que se basa en la confección masiva y a gran escala de productos de bajo costo en muy poco tiempo y poca calidad, por lo tanto, en la moda lenta prima la calidad sobre la cantidad para que así la moda sea cada vez más sostenible y amigable con el planeta.
Según algunos comerciantes que venden ropa de segunda mano, esta es una tendencia en el mundo en la ha crecido más la demanda, y va a seguir creciendo. Además, hay mucha gente vendiendo ropa de segunda por Internet y las antiguas tiendas de ropa usada se han vuelto proveedores.
En las redes sociales, especialmente en Instagram, muchas personas han empezado a vender la ropa que ya no usan, realizan ventas de garaje virtuales donde arman los showrooms de ropa usada.
La ropa de segunda es una alternativa económica: Antes era como una vergüenza y la gente se asustaba si los veían en un negocio de ropa de segunda, pero poco a poco se ha vuelto un mercado común en el que la gente se ahorra mucho dinero, se visten muy bien y es ropa de calidad.