En las últimas horas la Policía de Bucaramanga capturó a una mujer que intentó entrar varias dosis de drogas a la Estación Norte de esa ciudad. Lo más curioso del caso es que la persona en mención camufló las dosis de bazuco y marihuana en los huesos de varios pollos asados que pretendía ingresar.
De acuerdo con el teniente coronel, Juan Gómez, comandante operativo de la Mebuc, la mujer de 26 años y de nacionalidad extranjera pretendía entregar en 18 paquetes de comida aproximadamente entre 80 a 100 dosis marihuana y bazuco.
En uno de los videos que circula en redes sociales se pude observar a un uniformado de la Policía destrozando con un cuchillo los huesos de los pollos para sacar las dosis de estupefacientes que la mujer -fallidamente- camufló.
Según el informe de las autoridades esta es una nueva modalidad para ingresar estupefacientes al interior de cárceles y estaciones, donde el índice de hacinamiento se encuentra en 17,1% en promedio en los 132 establecimientos de reclusión del orden nacional, de ahí que el tráfico esté tocando con más fuerza las estaciones.
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Esta modalidad no es nueva, pero sí es inusual. Según informan las autoridades es más recurrente que los estupefacientes sean ingresados por visitantes, con complicidad de los miembros de seguridad o bajo distintas estrategias como lanzamientos hacia los patios. Por ejemplo, hace unas semanas enviaron a la cárcel a Los Jotas, una banda que introducía drogas a la Picota de Bogotá
En la cárcel, alias Fabián sería quien ofrecía la droga. Presuntamente, realizaba acuerdos de entrega y pago por anticipado. El dinero era consignado a las cuentas de su hermana. Cada semana eran realizados varios depósitos con sumas superiores a un millón de pesos. A través de llamadas telefónicas el jefe de la banda ordenaba a su sobrino Andrés la hora y cantidades de droga que tenía que enviar al penal. En pelotas empacadas al vacío iban las sustancias ilícitas.
Desde la terraza de una casa ubicada a 50 metros de La Picota, se presume que el Isauro lanzaba con precisión las bolas de droga para que cayeran al patio donde se debía hacer la entrega. Con señales sonoras y recolectores en los patios se garantizaba la recepción del material y posterior distribución.