Hace dos años la Iglesia colombiana no recibe información de la Hermana Cecilia Narváez, secuestrada en 2017 en Malí, África, por un grupo yihadistas que llegó a la residencia de las franciscanas de María Inmaculada de Karangasso, cogieron la ambulancia del dispensario y los ordenadores y se llevaron a la religiosa, quien llevaba seis años en la parroquia, trabajando en la formación y promoción de la mujer.
En Burkina Faso, un país al sur de Malí, en África, el sacerdote Simeón Yampa fue asesinado cuando hombres armados pertenecientes a los yihadistas entraron a la iglesia, y le dispararon al padre junto a otros cinco fieles. Al retirarse incineraron el templo.
Más al norte, en Francia, el padre Jacques Hamel, de 85 años, fue degollado por dos extremistas que juraron lealtad al Estado Islámico. Antes de ser asesinado, el sacerdote fue obligado a arrodillarse. Sus últimas palabras fueron: “¡Vete, Satanás! ¡Aléjate de mí, Satanás!”.
Estos son apenas tres casos de los miles de cristianos que viven persecución y discriminación por parte de grupos extremistas en los países de oriente, cifras que tienen en alerta a la comunidad cristiana del mundo.
“Datos específicos nos permiten decir que el 2019 fue un año de mártires cristianos y católicos. La bomba del domingo de pascua el año pasado en que murieron 150 personas en tres iglesias y varios hoteles de Siri Lanka fueron atentados con bombas. Es lo que nosotros vemos como un viacrucis que los cristianos están viviendo en muchos países del mundo”, afirmó en diálogo con KienyKe.com María Inés Espinosa, directora de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre en Colombia.
Agrega que “en África hay una creciente exacerbación del Yihadismo, un ala extrema de los musulmanes que se están convirtiendo en una amenaza cada vez mayor para los cristianos en países africanos”.
Aunque las situaciones más preocupantes son en África y países de oriente, así como pequeños brotes de discriminación hacia los cristianos en Europa, las cifras de discriminación se extienden más allá de estas fronteras.
“En el mundo entero podemos decir sin lugar a dudas que hay más de 400 millones de personas que sufren discriminación o persecución. 178 millones de cristianos viven en países con discriminación. Hay 327 millones que viven en países donde hay persecución”, afirma Espinosa.
Según cifras del Informe de Libertad Religiosa realizado por la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, elaborado en 2018, de los 196 países del mundo, 38 cometen violaciones importantes contra la liberta de culto, de estos 21 sufre persecución y 17 sufre discriminación. Siendo China, India, Siria e Irak, los casos más preocupantes. Sin embargo también se ve con riesgo el aumento de islamofobia y atentados en Europa.
Según el informe, el 61% de la población mundial vive en países donde no se respeta la libertad religiosa.
“Hay discriminación cuando las leyes marginan a un determinado grupo religioso, las personas tienen limitación para acceso laboral y a cargos públicos, incapacidad para comprar o reparar propiedades o vivir en determinados lugares, imposibilidad de llevar artículos religiosos. Las víctimas de estos casos solo pueden acceder a la comunidad internacional porque ni siquiera el Estado o la Policía”, explica la directora de la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre en Colombia.
“En seguida está la persecución que es una campaña activa con el fin de exterminar o expulsar un determinado grupo religioso. Las víctimas son desposeídas o incluso asesinadas legalmente, es sistemático no circunstancial, tiene un propósito con metodología, por decirlo así”, agrega.
Esta situación se evidencia principalmente en países con un conflicto religioso histórico como en el medio oriente, pero también en naciones con regímenes autoritarios como en Venezuela.
“Es difícil hacer denuncias porque cuando se menciona específicamente una diócesis o un lugar hay un contrataque, pero de parte del régimen autoritario en Venezuela han acallado a los sacerdotes que tratan de animar a los fieles y critican la pobreza y el hambre al que ha llevado este comunismo exacerbado y han tenido amenazas”, explica Espinosa.
Los casos, que se mantienen en reserva para evitar la represalia contra los sacerdotes, suceden en América Latina, precisamente por tener uno de los 8 países con regímenes autoritarios del mundo.
En Colombia, la discriminación no se ha visto de manera grave. Según la directora de la Fundación no se han presentado casos de discriminación religiosa o persecución. Los asesinatos de sacerdotes han estado relacionados, principalmente, al conflicto armado interno.
“La persecución religiosa tiene cuatro niveles, la intolerancia, la discriminación, la persecución y el genocidio. En nuestros países a duras penas sufrimos la intolerancia, no como en otros países que tienen persecución o genocidio, como el oriente o en lugares como en Europa donde no puedes ingresar con un símbolo religioso”, señaló Espinosa.
Sin embargo, casos como el de la Hermana Cecilia Narváez han hecho que la frontera de la violencia religiosa toque al país, pero esta información termina quedándose relegada o poco difundida.
“Nosotros como fundación tenemos la responsabilidad de informar porque esto se queda como de segunda categoría, porque como es religiosa la gente no quiere darle importancia”, explica la directora de la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre.
Ellos esperan que al informar de la situación mundial y hacer seguimiento a través de informes bianuales, más personas se concienticen de la situación y se evite la generación de brotes de violencia contra la iglesia católica y demás religiones en el mundo.
La Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre continúa en oración y realizando esfuerzos para visibilizar la problemática. Es así como después de un largo lobby en la ONU, lograron que se declarara el pasado 22 de junio el Día Mundial de la Conmemoración de las Víctimas de Actos de Violencia Basados en Discriminación de la Creencia que se celebrará de ahora en adelante el 22 de agosto.
Los esfuerzos y la fe de los cristianos no son pocos y las historias de resiliencia sobresalen en medio de la violencia. Como es el caso de Antoine, padre de tres niñas que fue secuestrado en Alepo, al norte de Siria, por extremistas islamistas.
Los militares lo forzaron a cambiar de credo bajo amenazas de muerte, lo encarcelaron, torturaron y negaron alimento, hasta un día que vio la oportunidad de fugarse mientras sus captores rezaban. Antoine caminó en silencio hasta la puerta de su prisión, encontró la cadena suelta, atravesó el umbral, saltó una tapia alta y corrió para salvar su vida. Luego de escapar logró encontrarse con su esposa e hijas y pudo reiniciar su vida en libertad religiosa.
Como él, varios cristianos han logrado volver a los lugares de los que fueron desplazados gracias a la gestión de la Fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre, que ha logrado reconstruir el 65% de las aldeas y casas de la llanura del Nínive en Irak, a donde han regresado el 45% de las 8.666 personas que vivían allí antes de los ataques terroristas e internacionales que acabaron con los hogares.
Es así como miles de cristianos, aferrados a su fe, continúan llevando la palabra de su Dios en el mundo y no se rinden a pesar de los vejámenes de los que son víctimas por su derecho huérfano de creer.