Un colombiano, el segundo mejor peluquero del mundo

Dom, 08/04/2012 - 09:30
Diego Levin es el mejor peluquero del mundo. Aunque quedó en el segundo puesto, los asistentes al concurso de peluquería más importante del planeta le hicieron saber

Diego Levin es el mejor peluquero del mundo. Aunque quedó en el segundo puesto, los asistentes al concurso de peluquería más importante del planeta le hicieron saber que, sin importar la decisión del jurado, todos creían que él era el verdadero ganador. “You’re the winner!” (¡Tú eres el ganador!), eran las palabras que Levin oía de la gente que se acercaba para tomarse fotos con él y la modelo que lucía su creación en el pelo. Este caleño de 42 años cumple todos los días el sueño de trabajar en lo que más ama: la peluquería. Atrás quedaron los años en que este administrador de empresas se sentaba frente a su escritorio a esperar la oportunidad de cambiar los números por el arte de los peinados. Hoy es uno de los más reconocidos  en todo el mundo.

Levin siempre supo que su pasión era la peluquería. Cuando era niño, sus hermanas fueron los conejillos de indias con las que experimentó sus primeros cortes. Se dejaron convencer por las palabras dulces y el carisma de su hermano, quien desde entonces comenzó a ensayar con las tijeras y las latas de laca. Pero el tiempo pasó, y Levin dejó de un lado sus aspiraciones creativas por la administración de empresas. Trabajó durante 6 años como jefe de almacén y suministros de multinacionales como Johnson & Johnson y Schneider, y al mismo tiempo, tomó clases de peluquería durante cinco años. Pero un día decidió comenzar de ceros e ir en busca de su sueño: “Me entregué a la idea de olvidar los estereotipos que aquí se tienen sobre los peluqueros. Yo no iba a dejar mi pasión solo porque el oficio sea menospreciado. Entonces renuncié a mi trabajo”, cuenta Levin.

Diego Levin se considera perfeccionista y soñador.

Pasó de tener un trabajo estable y bien pagado, a lavar el pelo en la peluquería de un amigo en el Centro Comercial Chipichape de Cali. “Duré seis meses en ese trabajo. Aunque mi amigo me dio la oportunidad de convencer a varios clientes para que les cortara el pelo, tuve algunos problemas. Ser peluquero es complicado, hay muchas disputas en este oficio. Envidias, egos. La competencia es fuerte”, dice Levin, quien en ese entonces entendió que debía moverse y cambiar de lugar de trabajo. Fue así como terminó en la peluquería infantil “Mi Peluquería”. Su dueña, Claudia Herrera, creía en Levin y quería darle una oportunidad. Le permitió hacerse promoción con los papás de los niños: “Empecé a regalar cortes y maquillaje para darme a conocer”.

Un día Matilde, la esposa del entonces alcalde de Cali John Mario Rodríguez, se encontraba afanada porque necesitaba maquillarse para llegar a una cita al otro extremo de la ciudad de donde se encontraba. Así que le recomendaron a Levin y la peluquería en la que él trabaja. Matilde fue, y cuando se vio al espejo quedó encantada con el resultado, así que se dedicó a recomendar a Levin con sus amigas y conocidos, quienes lograron hacerlo famoso a través del voz a voz. “Ella fue un respaldo muy importante. Estaba pasando por un momento muy difícil, en el que sólo me ganaba 50 mil o 70 mil pesos semanales. No me hacía ni para la comida, Claudia me ayudaba para poder completar 100 mil pesos”.

La destreza de los peinados y el color de Levin no es para peluqueros principiantes.

La época de las vacas flacas quedó en el pasado. Hoy Levin es feliz con su propia peluquería que este año cumple más de una década funcionando en Cali, y es una de las más reconocidas.

En el 2011 Levin ganó el segundo lugar como uno de los mejores peluqueros del mundo. Su participación en el concurso Color & Creative Challenge Alter-Ego International Hair Show,  es un testimonio de trabajo duro y perseverancia. “Quiero que la gente me reconozca como Diego Levin, el artista”, cuenta Levin, quien no solo es hábil con sus manos cuando crea los peinados, su proceso es más complejo de lo que muchos se imaginan: “Siempre busco que el concepto detrás de mí arte no tenga cabos sueltos. Todo debe estar conectado y jamás debe carecer de sentido. Tiene que haber un hilo conductor”, afirma Levin.

Levin se siente afortunado de tener un equipo de familiares y amigos que lo apoyan.

Después de clasificar entre los 10 finalistas nacionales, Levin se propuso llegar al concurso internacional a como diera lugar. ‘Una rosa para Rayo’, era el título del trabajo que realizó y con el que se aseguró estar entre los mejores. “Me encanta Omar Rayo. Apliqué su geometría en el peinado y en todo el concepto. Para trabajar con el pelo se necesitan las matemáticas, todo está compuesto pos filamentos y cada mechón se puede volver cuadrado, redondo, rectangular… Es esculpir con el pelo”, dice Levin. Siempre ha trabajado con el mismo equipo, porque con ellos se entiende a la perfección: Alfredo Camacho, toma las fotos, Jeimy Gómez es su modelo de cabecera y John Urán y Pedro Tobón sus asesores de vestuario y diseño.

“Cuando presenté mi portafolio al concurso Alter -Ego, le dije al gerente de la marca: Nos vemos en Italia. Me voy a ganar el premio”, cuenta Levin. En julio de 2011 le anunciaron que había sido elegido y que viajaría a concursar en una de las mecas de la moda: Italia. Allí compitió con 400 personas bajo los más exigentes estándares internacionales. “Coral Luxury” era el nombre de su creación, y la inspiración fue el mar. Levin evita la superficialidad a la hora de crear, busca texturas y referencias generadas por el mar en diferentes situaciones y momentos del día: “El mar no tiene vida sin el aire. Las olas dan movimiento y generan el tipo de vida que vemos en el mar. Por eso el vestido de la modelo se basa en el aire”.

Levin crea un peinado que asemeja las esporas de una concha marina. La compone de magenta a los lados y una coronilla rojo vivo. Platinados y amarillos en la frente sobre un pelo que ondula suelto. Lo complementa con telas azul tornasol, un corsé de tela escamada y vinilos transparentes que cubren los hombros. “El trabajo debe verse bien desde cualquier ángulo. Es un diseño de vanguardia, no es el peinado ni el vestuario que alguien usaría todos los días. Pero al verlo, la modelo se ve muy libre”, afirma Levin.

Al terminar el día, antes de ir a dormir, Levin hace un recuento de lo sucedido. Ahí encuentra nuevas ideas que lo ayudan a crear. “Me encanta el origami. Hice un globo mientras meditaba en la noche, y me acordé que las conchas de mar son aerodinámicas, sus esporas les permiten alimentarse y su producto son las perlas”, cuenta Levin. A partir de este concepto, crea una falda que se arma con la unión de 200 pirámides hechas en cartulina blanca.

Levin en el concurso de Sorrenti.

Levin llegó a Italia acompañado de su novio Alexander Martínez. Ambos viajaron con maletas llenas de instrumental, vestuario, accesorios y pirámides de cartulina. Muchos no aguantaron las ganas de preguntar cuando vieron los zapatos que complementaban los atuendos que llevaba Levin: “Querían saber de dónde había sacado una versión tan rara de los famosos tacones Hydra de Alexander McQueen”, cuenta Levin, quien mandó a hacer los tacones con su hermano Francisco, que es zapatero. “Esos zapatos son muy importantes porque también son aerodinámicos y asimilan las conchas de las almejas”. Levin también tuvo que explicarles que las pirámides de origami de la falda las cortó y pegó él mismo, y que el corsé escamado lo había diseñado y confeccionado su amigo Pedro Tobón.

La modelo italiana que le adjudican a Levin sorprende a los jurados cuando ven en ella el trabajo terminado. Los concursantes no pueden creer cómo es que Levin puede teñir el pelo de cinco colores al mismo tiempo sin mancharlo. “Ellos sólo habían llevado una guitarra mientras yo llevaba una orquesta” dice Levin, refiriéndose a lo básicos que eran los otros competidores. La reacción fue inmediata y todos empezaron a buscar más elementos para añadir a sus trabajos con tal de que estuvieran a la altura de la creación del caleño. “Ellos no creían que nosotros los tercermundistas pudiéramos tener concepto y técnica”, cuenta Levin.

Los asistentes al concurso felicitaban a Levin como si fuera el ganador.

Levin insiste que su triunfo es algo que todos los colombianos pueden lograr, que sólo se necesita creer en el talento propio y seguir los sueños. “Dios me tenía destinado esto. Él sabía que yo podía ser excelente en lo que quería ser. Todas las noches hablo con él y siempre le pido que me ilumine las manos cuando voy a trabajar. Él es mi mayor aliado”. Hoy trabaja con clientes preferenciales a quienes complace con su experiencia y creatividad. Recibe cartas de colombianos en todo el mundo, quienes han visto su trabajo en campañas internacionales de peluquería de avanzada. “Ya son muchos los expertos que creen que Colombia tiene los mejores peluqueros del mundo. Debemos estar orgullosos de nuestra cultura. Debemos inspirarnos con lo que tenemos alrededor. Las influencias externas son necesarias para saber cómo va el mundo, pero tenemos tanto a nuestro alrededor, que es hora de echarle mano”, concluye Levin.

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