El glamour de los Juegos de Invierno levantó la expectativa de todo el mundo para acercarse a unos olímpicos, que aunque no tan populares como los tradicionales, mantienen su mística. Sin embargo, más allá de las heladas pistas que están sufriendo la inclemencia de las altas temperaturas, anormales en esta época en Sochi (comunidad rusa donde se celebran los juegos), el calor pasa por otros aspectos que empañan la calidad de unas justas de esta magnitud.
El calor es uno de los dolores de cabeza en Sochi
¿Estaba preparado Sochi para realizar estos juegos de invierno? El esfuerzo es indiscutible, pero los organizadores han tenido que batallar con una serie de inconvenientes que no han podido radicar del todo. El primero, que le dio la vuelta al mundo, fueron las leyes anti homosexualismo impuestas en Rusia.
La ley adquirió vigencia en 2013, una vez Vladimir Putin la firmó. En ella, se prohíbe y castiga toda propaganda de alguna orientación sexual no tradicional, sobre todo ante los menores de edad. La legislación va en contravía de la carta olímpica, que profesa al “deporte como un derecho humano al que toda persona puede acceder sin discriminación de ningún tipo y dentro del espíritu olímpico”.
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Este video a favor de la presencia gay en los juegos se opuso a las leyes homofóbicas rusas
No obstante, al haber entregado la sede en 2007, el comité olímpico no quiso entrar en disputas por lo que le bastó con que en las semanas de competencia no haya ningún maltrato a los atletas homosexuales. Poco consuelo para los activistas rusos, que antes de iniciar los juegos salieron a protestar, siendo detenidos cuatro de ellos en San Petersburgo a solo un día que iniciaran los juegos.
Tensión político-religiosa
La problemática homosexual no es el único dolor de cabeza que han tenido los Juegos Olímpicos de Invierno. Grupos de extremistas rebeldes chechenos amenazaron atentar contra Sochi en plena competencia, algo que encendió las alarmas al máximo. Sin embargo, el rebelde que instó los atentados fue declarado misteriosamente muerto.
Se trata de Doku Umarov, líder de un grupo rebelde que busca formar un estado islamista independiente en esa región del Cáucaso ruso. Precisamente él era quien organizaba la revuelta, pero fue declarado muerto por sus camaradas, sin que las autoridades rusas confirmaran el deceso.
El susto no acabó con su posible muerte, sino que el pánico se apoderó de los olímpicos ante una amenaza de bomba en un avión que se dirigía de Ucrania a Turquía. Según expresó el canal local NTV, el piloto del vuelo envió señal de emergencia a las milicias rusas que enseguida enviaron aviones de combate que escoltaron al vuelo comercial a su destino final no sin que antes se viviera una situación de terror dentro de la nave.
El piloto, Ilyas Karagulle, cuenta que el terrorista quiso secuestrar el avión, confiado en que la misma se dirigía a Sochi. La tripulación pudo hacer comunicación con el radar para que el gobierno actuara en propiedad. Luego de controlar la situación, se determinó que el supuesto secuestrador se encontraba alicorado. Sin embargo, el caso no se tomó como anécdota puesto que en diciembre se habían vivido atentados suicidas dejando decenas de muertes en la región. Por ello, el gobierno puso a más de cien mil efectivos al cuidado de la cita orbital.
Los espíritus también compiten
Como si no fuera poco, dentro del parque olímpico a los asistentes les toca convivir no solo con atletas de elite, sino también con un cementerio de una secta ortodoxa rusa. El clan se separó de la iglesia tradicional en el siglo XVII y se acomodó en el valle de Imeritinstkaya.
Este cementerio se encuentra dentro de la Villa Olímpica en Sochi
Los integrantes de la secta no se opusieron a los Juegos Olímpicos en su territorio, pero exigieron que se respetara ese lugar sagrado donde entierran a sus seres queridos. El asunto resulta macabro para los turistas, pero los rusos se lo toman con absoluta naturalidad: “¿Por qué debería preocuparnos a los rusos? Siempre hemos tomado a la muerte como una fiesta”, indicó uno de los cuatro guardias que custodia el camposanto adentro de la Villa Olímpica.
Con licencia para matar
Las autoridades dieron vía libre para matar a los perros callejeros
Un tema que también tiene preocupados a todos en Sochi es la gran cantidad de perros callejeros en la localidad. Es común que los atletas se encuentren con ellos en los paseos que realizan. A propósito, los competidores se han tomado este pequeño inconveniente con gracia, no así los gobernantes del lugar.
Las autoridades dieron licencia para asesinar a los perros callejeros, recogiéndolos y ejecutando la masacre, a lo que se opusieron inmediatamente las sociedades protectoras de animales. Por fortuna, el magnate Oleg Deripaska, se ha hecho cargo de estos canes que fueron útiles mientras se construía la Villa Olímpica pero que fueron desechados una vez terminada. Otro que resguardó a estos perros sin dueño fue el esquiador Gus Kerwonthy, que mediante Twitter pide que le den los perros a él, a los que se llevará una vez se terminen las olimpiadas, eso sí, bien vacunados.
Este magnate y este deportista se han convertido en los salvadores de perros de Sochi
Los Juegos Olímpicos de Sochi pasarán a la historia no tanto por los records batidos allí, sino porque, en una tierra exótica, se han combinado numerosas vicisitudes que han elevado la temperatura de estos juegos. Con tanta nieve recolectada, es seguro que alguien deberá poner paños fríos antes que las justas culminen.
En Twitter: @RomanGomez
La cara oculta de los Juegos de Invierno
Dom, 16/02/2014 - 06:00
El glamour de los Juegos de Invierno levantó la expectativa de todo el mundo para acercarse a unos olímpicos, que aunque no tan populares como los tradicionales, mantienen su mística. Sin embargo,