Breno Vinicius Rodrigues Borges salió de la cárcel el pasado 19 de agosto. Estuvo recluido en la penitenciaría de Múnich durante trece meses por haber quemado el moderno chalet en el que vivía. Pasó de dormir en uno de los sectores más exclusivos de la ciudad a una sencilla cama de setenta y cinco centímetros de ancho, y debe seguir haciéndolo. Su libertad es condicional y uno de los requisitos es regresar todos los días a su celda.
Hace cinco años, Breno era uno de los defensas más prometedores de Brasil. Llegó a Múnich en 2008 a los dieciocho años. Había dejado Sao Paulo luego de que el Bayern Múnich pagara doce millones de euros por sus servicios como defensa, por petición del entonces técnico Jürgen Klinsmann. Le precedía el cartel de ser una de las promesas del fútbol de su país y lo demostró poco después en el torneo de fútbol de los Olímpicos de Pekín, donde obtuvo medalla de bronce junto a jugadores como Marcelo, Robinho y Ronaldinho.
Su destacada actuación en los Olímpicos no fue suficiente para convencer al nuevo entrenador Jupp Heynckes, quien lo envió al banco de suplentes. En 2009 fue relegado al equipo filial: su falta de disciplina, su adicción a Twitter y sus constantes quejas con el equipo por esa red social le valieron las reprimendas del entrenador. “Se disculpó con el equipo y con el técnico. Se ha estado entrenando bien”, le defendió el director general Karl-Heinz Rummenigge. Fue cedido por unos meses al Nüremberg, e incluso llegó a ser ofrecido a Lazio y Roma para recuperar parte del dinero invertido en su fichaje.
Breno no quería dejar el equipo y luchó para ganarse la titularidad. Lo consiguió en 2010, pero duró poco: durante un partido contra el Bayern Leverkusen se rompió el ligamento cruzado, y la gravedad de la lesión lo tuvo casi un año en recuperación. En mayo de 2011 regresó a las canchas solo para sufrir una ruptura de meniscos que lo dejó en cama hasta octubre de ese año. Las constantes lesiones sumieron al joven Breno en una depresión que lo llevó al alcohol y las drogas.
Después vino el incendio. En principio se creyó que se trató de un accidente, pero las investigaciones de la Fiscalía apuntaron al brasileño. Había pruebas: por el hecho de estar lesionado, el club solo le pagaba 5.800 euros al mes (poco menos de quince millones de pesos), dinero que no le alcanzaba para pagar el arriendo de su lujosa vivienda. Las deudas se fueron acumulando y junto al alcohol, la frustración y las drogas, lo llevaron la medianoche del 20 de septiembre de 2011 a quemar el lugar ubicado en Grünwald, cerca a Múnich, con el propósito de estafar a la compañía de seguros y cobrar el dinero.
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La fiscalía alemana aseguró que Breno estaba borracho al momento de cometer el delito, y que su conducta pudo haber herido a su mujer, sus hijos y su mánager, quienes estaban en el chalet poco antes de que lo quemara. De inmediato el futbolista fue detenido y dejado en libertad bajo fianza el 6 de octubre. Sin embargo, se le abrió un proceso con una pena máxima de hasta quince años de prisión, que finalmente se redujo a tres años y nueve meses. Fue condenado en julio de 2012. “Quiero disculparme por lo ocurrido esa noche”, fue lo poco que dijo el jugador.
Estando en la cárcel Sao Paulo quiso contratarlo nuevamente. Le ofrecieron un acuerdo por tres años y varios abogados para sacarlo. El club pretendía “dar seguridad, estabilidad y por encima de todo perspectivas al jugador”. La noticia conmocionó a la prensa deportiva y Renata Borges, esposa de Breno, temió que la Fiscalía alemana creyera que su esposo pensaba evadir la justicia: “Nuestra única preocupación es ver a Breno en libertad, fuera de la cárcel. Sinceramente, no sé cómo la justicia alemana puede recibir esta noticia. Ellos pueden imaginarse que él no quiere esperar el final del proceso, y esto no es cierto”. A pesar de las suspicacias, el contrato se cerró y Breno podrá jugar con el club una vez esté libre, el 7 de octubre de 2015.
Tras casi un año de condena, la justicia consideró beneficiar a Breno con un régimen abierto. Su buena conducta le permite cumplir parte de su condena fuera de la cárcel, con la condición de realizar trabajo comunitario y regresar después de las labores. “Estos trece meses que pasé en la cárcel fueron difíciles, me he convertido en una persona diferente. He aprendido mucho”, dijo el futbolista al salir.
Uli Hoeneß, el presidente del club, quiso tener un gesto de solidaridad con el deportista. “Alguien de la familia del Bayern tiene grandes problemas, ahora queremos abrirle una luz de esperanza”, así que le ofreció trabajo como ayudante del entrenador de las divisiones menores.
“Gracias, estoy un poco nervioso y en cierta medida ahora soy otra persona”, expresó Breno, quien ahora trabaja de 8:30 de la mañana a 1:30 de la tarde, hora en la que regresa a la penitenciaría de Múnich. Si su conducta es ejemplar podrá dormir esporádicamente en su casa. “El tiene que limpiarse la cabeza de toda la mitología de la cárcel”, explicó Wolfgang Dremmler, su tutor durante el periodo de reinserción. También podrá entrenar con los canteranos para tomar forma física de cara a su futura vinculación con Sao Paulo.
Breno sigue preso, por más beneficios que pueda tener. Sabe que estará en la cárcel un par de años más y que saldrá definitivamente poco antes de cumplir los veintiséis años. Regresará a Brasil confiando en que el fútbol, que un día le quitó su libertad, esta vez se la devuelva para siempre.
El fútbol le dio la libertad al jugador que quemó su casa
Jue, 29/08/2013 - 17:25
Breno Vinicius Rodrigues Borges salió de la cárcel el pasado 19 de agosto. Estuvo recluido en la penitenciaría de Múnich durante trece meses por haber quemado el moderno chalet en el que vivía.