Uno de los casos que más indignó al mundo en estos últimos diez años fue el de 'La Manada', los cinco hombres que violaron a una joven de 18 años en Pamplona, España, en medio de las fiestas de San Fermín en 2016.
Este crimen movió las fibras de diferentes sectores alrededor del mundo, en especial, el de millones de mujeres que día a día luchan por el respeto a sus derechos, integridad y vida.
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Así ocurrieron los hechos
La madrugada del jueves 7 de julio del 2016, en medio de los sanfermines, una joven denunció haber sido violada por cinco muchachos que la llevaron hacia un portal ubicado en la calle Paulino Caballero. La mujer manifestó que, sin su consentimiento, los sujetos la rodearon, agarraron de sus muñecas, desnudaron, tocaron, penetraron, grabaron y tomaron fotos de los hechos para difundirlos a través de WhatsApp. [single-related post_id="1223880"] Los señalados fueron capturados horas después y a los 6 días fueron enviados a prisión provisional. Las autoridades conocieron la existencia de unos chats que fueron enviados por los miembros de ‘La Manada’ a sus amigos minutos después de cometer el acto. En una de las conversaciones se leían mensajes como: “estamos follándonos una entre cinco”.El calvario de la víctima
En abril del 2017 se abrió el juicio oral y en mayo de ese mismo año la Fiscalía de ese país puso sobre la mesa las pruebas en contra de 'La Manada' para pedir 22 años y 10 meses de prisión para cada uno, por los delitos de agresión sexual, intimidación y robo con violencia. Un año después fueron condenados a 9 años de cárcel. Varios movimientos feministas se pronunciaron en contra de la sentencia, pues la calificaron de “ser insuficiente”. En 2019, luego de varias insistencias, la Fiscalía recurrió a la casación de la sentencia de nueve años ante el Tribunal Supremo y pidió una condena de 18 años para cada uno. En la diligencia, la defensa de ‘La Manada’ pidió la absolución para sus clientes, con el argumento de que habían irregularidades en el testimonio de la joven víctima. Según ellos, ella “no fue forzada” y si hubiera dicho “no” nada hubiera pasado.
El tribunal decidió que los hechos probados determinaron que estos no podían constituir un delito de abuso sexual sino de violación, porque los sucesos tuvieron “la fuerza intimidatoria suficiente” para ser considerado bajo ese delito.