La vida tiene muchos caminos y la mayoría de ellos conducen al encuentro con nosotros mismos. Esta experiencia puede ser muy gratificante y liberadora, pero también confusa y perturbadora.
La independencia emocional nos exige valientes renuncias a varios de nuestros malos hábitos y defectos de carácter, sin embargo, este salto hacia la libertad interior, no lo podemos hacer solos. Es necesario una mano amiga idónea y compasiva que nos apoye en este proceso de autodescubrimiento, con la suficiente madurez de no juzgarnos y mucho menos, imponernos sus ideas o creencias salvadoras.
Indudablemente, las experiencias deben ser vividas por cada uno de nosotros sin el sesgo o los prejuicios de otras personas. Recordemos que alguien auténtico se forma a partir del ensayo y el error, nunca desde la perfección, pues sólo así podrá tomar sus propias decisiones.
Lo único que realmente poseemos para enfrentar los problemas de la existencia, es la inteligencia. Por eso, cuando iniciamos un proceso terapéutico orientado a fortalecer nuestra mente y emociones, este debe ser consciente y tener prelación sobre muchas de las cosas que nos parecían importantes. Nada está por encima de nuestro equilibrio interior ni de la salud mental.
No se trata de seguir anestesiándonos con distractores externos, adicciones o analgésicos emocionales y espirituales de fin de semana para sentirnos “algo mejor” de vez en cuando, sino de cambiar hacia una vida nueva en donde la finalidad sea la de no hacernos daño y dejar de seguir haciéndole daño a los demás.
Dejemos de una vez por todas de culpar al otro de nuestros problemas y centrémonos en descubrir lo que queremos ocultar al resaltar los defectos ajenos. Entonces, será posible entender que algunas de nuestras inadecuadas respuestas emocionales no son innatas, pues fueron adquiridas para sobrevivir a un ambiente familiar o social muy agresivo y hostil. Por fortuna, tenemos el derecho natural de liberarnos de estas pesadas cargas, desaprendiendo lo aprendido
La humildad es una gran maestra que nos enseña a convertirnos en los mejores amigos de nosotros mismos, pues más allá de nuestras disfuncionalidades, también poseemos múltiples virtudes a punto de germinar y dar los mejores frutos. Dentro de ti habita una persona maravillosa que no necesita construir una identidad basada en el dolor y el sufrimiento. Confrontar la verdad por muy dura y dolorosa que sea, siempre será el puente para renunciar a los disfraces de la manipulación y la apariencia recobrando una amorosa relación con el Poder Superior, quien es en realidad la mejor brújula que nos guía hacia el descubrimiento de nuestra misión en la vida.
Por: Armando Martí