Uno de los temores más profundos que tienen los hombres es que su pareja les sea infiel. Paradójicamente, en muchos casos, es la inseguridad del mismo hombre y su necesidad de control y afirmación masculina, la que induce a la mujer a caer en los brazos de otra persona.
La infidelidad es uno de los factores de más inestabilidad en la relación de pareja, pues no es esperada por ninguno de ellos. Ambos se hacen promesas “de amor y fidelidad perpetua” desde las mejores intenciones, pero en cualquier momento pueden fracturar este acuerdo por la inmadurez, el engaño y la mentira.
Cuando esto sucede, los integrantes del triángulo pasional son arrastrados a desbordes emocionales inesperados, que pueden ir desde la obsesión mental hasta la misma violencia física, la manipulación y la venganza.
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Aunque la infidelidad va mucho más allá de un simple engaño. En el fondo, estas acciones reflejan el desconocimiento de sí mismos, que le impide a la pareja aceptarse tal y como son.
Recordemos que el amor, es la emoción contraria al miedo y en esta “sociedad de la incertidumbre” le damos más prelación al temor que a la seguridad del amor, pues en ocasiones al abrirnos al afecto, nos sentimos vulnerables y confundidos.
Entonces, preferimos usar máscaras para defendernos del dolor, el abandono y de una posible separación de pareja. Por eso, algunas personas no gozan de una relación sana y prefieren debatirse entre la desconfianza, los celos, la imaginación y la verdad, ocultando la propia incapacidad para ser felices.
Sin duda, el amor inteligente está compuesto por pasión, amistad, intimidad, espontaneidad, aceptación y desapego. Por el contrario, el amor condicional lo sustenta e intoxica el control, la ira, la crítica desmedida, la imaginación obsesiva, la competencia y el ego en su exigencia de “exclusividad” física y mental hacia la pareja.
Biológicamente es imposible que la especie humana sea fiel a una sola pareja. Sin embargo, existe la posibilidad de madurar y a través de un proceso de crecimiento interior, llegar a conocer su temperamento de base. A partir de este nuevo mapa de ruta, es viable tomar la decisión de ser fiel y comprometerse con lealtad ante la persona que ama.
Alicia Walker, socióloga de la Universidad Estatal de Missouri y autora del libro “La vida secreta de la esposa infiel: poder, pragmatismo y placer”, publicado en noviembre del 2018 afirma: “Todos vamos por el mundo asumiendo que existe un concepto universal de lo que es engañar, pero la realidad es que dos personas pueden estar en la misma pareja y tener diferentes definiciones de lo que significa ser infiel.
Por ejemplo, para algunas personas la infidelidad implica relaciones sexuales, mientras que para otras la intimidad emocional ya constituye una traición y qué pensar en los que pagan por sexo, miran pornografía, envían mensajes con contenido erótico o están en contacto con una expareja. La línea no siempre se traza en el mismo lugar”.
La infidelidad femenina en la historia
La infidelidad femenina siempre ha estado presente en la historia de la humanidad de forma mitológica, religiosa, ficcionada o real. Desde la Biblia, en su narración mítica, acusa a la primera mujer Eva de “adúltera”, traicionando a su pareja Adán y al Creador. Por eso, cae en la tentación y seducción emanada por el Ángel Caído “Satán”, forjando así el castigo para el resto de las mujeres a través de historias de partos dolorosos, vergüenza, persecución, señalamiento y culpa.
Socialmente, la infidelidad ha sido condenada mediante símbolos femeninos como Afrodita, Hera, Helena de Troya, Cleopatra, María Antonieta de Francia, Lucrecia Borgia y Ana Bolena de Aragón, hasta los affaires de los tiempos modernos protagonizados por Marilyn Monroe, Jackie Kennedy Onassis, Mónica Lewinsky y la princesa Diana de Gales, entre otras.
Signos de la infidelidad femenina
Con mi grupo de trabajo terapéutico hemos relacionado algunos signos y señales de alarma descritos por muchos de nuestros asesorados, quienes se han visto afectados de una u otra manera por la infidelidad femenina. Estos podrían resumirse de la siguiente manera (haciendo la debida salvedad de que cada caso es diferente a otros y no se puede generalizar).
Por un lado, la mujer rechaza o evade las relaciones sexuales con su pareja por decepción, dolor emocional, cansancio, jaquecas, insomnio y malestares generalizados. Una manera de expresar estos sentimientos es volviéndose distante, melancólica y ausente.
Por otra parte, puede mostrarse agresiva, desatenta, fría, malhumorada y conflictiva, reclamando más atención, afecto y consideración. Sin embargo, cuando la pareja cumple estas demandas, aparecen “otras exigencias”.
También, en las discusiones que se suelen presentar, empieza a recalcar durante los fines de semana, alguna infidelidad del pasado que supuestamente ya había sido perdonada, volviendo a hacer el reclamo por esta traición y señalando a su pareja de mentiroso e inmaduro.
De igual manera, el vínculo amoroso se ha tornado rutinario y monótono, prefiriendo ella estar con su familia, allegados y amigos, más no con su esposo. Así pues, se inclina por dormir en cuartos separados y pide insistentemente “sus espacios” para tomar decisiones, reflexionar y encontrarse a sí misma, ya que se siente intranquila, ansiosa, confundida y casi todo el tiempo está evadiendo los problemas.
Otras señales exteriores de una posible infidelidad femenina son: el aumento exagerado en las llamadas, esconder los recibos de su celular, cambiar a nuevos gustos, bajar de peso y obsesionarse con las cirugías estéticas.
Es de anotar, que esta situación no se ha causado únicamente por fallas de la mujer, sino de ambas partes. Tanto la infidelidad masculina como femenina, es generada por la inmadurez emocional y núcleos traumáticos no resueltos o negados desde la infancia por los miembros de la pareja.
La otra cara de la infidelidad
Con el fin de comprender este difícil tema, quiero contextualizar a los lectores de kienyke.com sobre las consecuencias de la infidelidad a mediano y largo plazo. Inicialmente, el deseo instintivo y sexual humano que debería experimentarse, es reprimido y sublimado en un “amor romántico”. Esta situación comienza cuando uno de los miembros de la pareja considera al otro individuo como especial y único.
El enamorado enfoca su atención en la persona que es su objeto de amor, engrandeciendo sus virtudes y minimizando sus defectos. Cuando todo va bien entre ellos se generan grandes cantidades de energía extra para emprender proyectos y metas. Pero, si tienen baja tolerancia a la frustración, las pruebas naturales de la vida, irán deteriorando la relación que solamente se fortalece al no huir de la realidad.
En términos de lo femenino, la infidelidad desde el aspecto biológico y químico está gobernado por una serie de sustancias. Por ejemplo, la euforia de la pasión irracional es asociada con el estimulante de la feniletilamina (neurotransmisor), producido naturalmente en el cuerpo ante una atracción erótica. Al igual que otras drogas, es adictivo y las personas aumentan gradualmente su tolerancia, lo que requiere niveles cada vez mayores para lograr el mismo efecto.
Los móviles de la infidelidad
A continuación, quiero mencionar algunos de los móviles más comunes que impulsan a la mujer al acto de la infidelidad.
1. La mujer siente vagamente que "algo falta en su vida”. Además, está insatisfecha con determinadas situaciones cotidianas las cuales hacen que pierda interés en las relaciones sexuales con su pareja.
2. Después de un cierto intervalo de frustración y debido a la monotonía y falta de creatividad en la pareja, la mujer nota un inesperado despertar del deseo sexual, pero por otro hombre que aparentemente tiene las características que activan las hormonas del deseo. En muchos casos, las mujeres no actúan rápidamente sobre sus nuevos deseos. Generalmente, pasan por un período de sentirse culpables y, a veces, intentan mitigar estos sentimientos mediante una mayor atención hacia su pareja.
3. Las mujeres involucradas en “affaires” hablan de sentimientos diferentes a los que habían experimentado antes, sintiéndose vivas nuevamente. Sin embargo, esta euforia se combina con dolor, mentira, culpa y vergüenza, pues es el resultado de un comportamiento impulsivo relacionado con la química cerebral.
¿Cómo mantener vivo el interés, la pasión y la complicidad con la mujer?
Prevenir será siempre la actitud más inteligente para solucionar los problemas. Para el efecto, les comparto algunas pautas y orientaciones a fin de fortalecer los vínculos con nuestra pareja femenina.
1. La amabilidad: el buen trato hacia la mujer sin insultos o palabras que desacrediten, es un sólido cimiento al momento de sembrar la tolerancia y el respeto hacia sus creencias y gustos.
2. Mantener el placer sexual: es necesario que la mujer se sienta deseada para que a su vez se haga desear, sin fingir las emociones y desinhibiéndose de los prejuiciosos religiosos y sociales que impiden el amor en toda su expresión.
3. La diversidad y creatividad: evitar la monotonía e inventar nuevas maneras de estar juntos, buscando espacios de libertad del otro sin ser opresivos. De vez en cuando variar la forma de vestir, tener detalles sencillos observando lo que la complace, excita y hace sentir bien.
4. La entrega: ser leal, ayudarle hasta el final en las dificultades y enfermedades. Responder ante el pedido de ayuda y escucharla en medio de su emocionalidad. De esta manera y siguiendo las anteriores cuatro reglas esenciales, la relación puede llegar a durar muchos años.
El camino sanador del perdón
Finalmente, durante el proceso para sanar la herida de la infidelidad, lo más importante, si en realidad se quiere reconstruir la vida en pareja, es el perdón y la reparación. Esto se logra, mediante un proceso de asimilación sobre el hecho traumático de la infidelidad, ojalá en compañía de un psicólogo, terapeuta o Coach de emociones.
Sin esa actitud es difícil la reconciliación. Aquella trillada frase de “perdono, pero no olvido” impide la sanación integral de la pareja. Lo anterior nos hará madurar y tomar una decisión consciente y muy personal para continuar o no con la pareja.