Hace algunos años, fui invitado por un nutrido grupo de psicólogos, psicoterapeutas, gerentes y consultores en Recursos Humanos de varias empresas del país, a dictar una conferencia sobre Logoterapia (el sentido de la vida), manejo de emociones y PNL (Programación Neurolingüística).
Al finalizar mi intervención, me abordaron amablemente Eliseo y Gloria, una especial pareja que desde la filosofía buscaban respuestas sobre la existencia.
Además, como investigadores del comportamiento humano habían recorrido varios países del mundo aprendiendo técnicas y metodologías holísticas orientadas hacia el bienestar de las personas.
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Se unieron a esta tertulia otros participantes de la conferencia humanística y nos reunimos en el café OMA, un acogedor lugar ubicado en ese entonces, en la Calle 85 con Carrera 15, en la ciudad de Bogotá.
Allí entablamos un diálogo reflexivo en torno a las diferentes dimensiones del pensamiento del ser y la existencia misma, así como también de otros tópicos.
Algunas de estas conversaciones fueron grabadas y conservadas. Hoy, con la ayuda de mi amigo Rodolfo Sierra, pudieron ser transcritas e integradas a este artículo para compartirlas con ustedes mis queridos lectores de la sección Konciencia de KienyKe.com.
Armando Martí: Gracias por hacerme parte de esta reunión con el fin de compartir sus inquietudes y hablar abiertamente sobre las preguntas que quieran hacerme.
Con gusto los escucho e intentaré desde mi humilde opinión y experiencia personal contestarlas, aclarando que no soy dueño de la verdad y puedo equivocarme en algunas de mis apreciaciones. Lo importante no es tener la razón, sino a través de la reflexión que ustedes encuentren respuestas en su interior.
Eliseo: Me atrae el conocimiento pues todo lo que aprenda siempre va a enriquecer mi proceso de desarrollo personal, recordando que ante todo soy un ser social. Quiero comenzar esta conversación preguntándole, ¿cuál es su visión sobre la sociedad actual?
Armando Martí: En nuestra sociedad estamos viviendo un momento de transición y cambio hacia una aparente “vida mejor”, lo cual no es del todo cierto. Actualmente, la tecnología está modificando el pensamiento planetario de forma aparentemente positiva a través de la Internet y las redes sociales.
El problema en muchos casos es la saturación digital al igual que el crecimiento del deseo de consumo inmediato, como fruto de las constantes estimulaciones de la publicidad.
Por eso, habitamos en un mundo agresivo, disfuncional y desorganizado como producto de nuestra mente, inclinándonos hacia la enfermedad, la confusión y el caos.
Las necesidades básicas humanas son físicas, mentales, emocionales y espirituales, pero muchas personas tienen desorientada su escala de valores y no saben realmente lo que quieren.
Cabe recordar, que la inconciencia se manifiesta en algunos individuos y grupos económicos, quienes de forma obsesiva piensan que, al poseer dinero y prestigio, van a conquistar el poder para huir de sus propias conciencias a través de controlar, dominar e influir sobre los demás.
Este grupo “élite”, al darle relevancia a lo material se desconecta de su parte espiritual, agotando la posibilidad de sosiego mental y paz interior, ya que la ambición desmedida los hace olvidar de vivir en el momento presente.
Gloria: ¿Qué les sugeriría a esas personas tan “equivocadas”?
Armando Martí: Examinaríamos juntos el motivo de su dolor interior y la necesidad de tanta distracción exterior, ubicándolos en la pregunta esencial: ¿quién soy yo?
Además, los invitaría a buscar espacios de soledad y calma para clarificar lo que en realidad quieren descubrir de sí mismos. Durante este proceso “ego-reductor”, es posible integrarse nuevamente como células sociales sanas, decididas y conscientes, dispuestas a no aprovecharse del otro sino por el contrario, servirlos y ayudarlos.
Eliseo: ¿Es la división social la causa de las enfermedades actuales?
Armando Martí: La división, el egoísmo, la falta de solidaridad y de compasión hacia mí mismo y hacia los demás, son algunas de las causas más relevantes de los desequilibrios energéticos, emocionales y mentales.
En realidad, todos somos uno. La unión siempre hace la fuerza. Como lo dijo Teilhard de Chardin: “nadie es libre por su propia cuenta, sino en virtud de una mano que lo libera”.
No podemos estar mucho tiempo aislados porque nuestra especie sobrevive mediante la interacción energética y comunicativa. Se puede estar solo y así tener un espacio de discernimiento y reflexión, logrando la unidad del yo, pero para expandirse sanamente es necesaria la ayuda de otras personas.
Es de anotar, que en el mundo existen unas leyes naturales para el ordenamiento y la seguridad del ser humano. Si estas leyes se transgreden el precio a pagar es el miedo, la culpa y la neurosis, que al agravarse se convierten en depresión, una de las enfermedades más antiguas de la humanidad, que algunos expertos la comparan con la sensación de estar “muerto en vida”. En otros casos, es producida por la pérdida del sentido espiritual con el consecuente vacío existencial de esta época actual.
Sin embargo, si tenemos exceso de leyes y preceptos sociales por cumplir, podemos llegar a reprimir nuestras emociones y sentimientos, que a la postre causarían trastornos mentales obsesivos compulsivos, los cuales nos impulsan a refugiarnos en salidas inadecuadas como las adicciones, el fanatismo religioso y la superstición.
Debemos aprender a manejar nuestro equilibrio interior, basándonos en cuatro estados de la existencia que se compensan entre sí: el trabajo y la recreación, el amor y la espiritualidad, con el fin de lograr armonizarnos y trascender hacia la salud y el desarrollo integral del ser.
Gloria: Armando, tengo muchas inquietudes en torno a la espiritualidad. ¿Es Dios ilimitado?
Armando Martí: Sí, Gloria, Dios es ilimitado, pero en su sabiduría permite límites hacia su creación que como humana es imperfecta y comete errores, los cuales si son superados nos convierten en seres perfectibles.
Ahora bien, si lográramos entender esto y aceptar nuestros defectos de carácter, podremos habilitar potentes cambios interiores a fin de gestionar la culpa innecesaria y la vergüenza inmerecida, que afectan nuestra autoestima y calidad de vida.
Somos almas eternas y condicionadas, es decir, en un constante aprendizaje y adaptación a los eventos de la existencia. Adaptación significa movimiento para el equilibrio y cuando estos se acaban, nos desanimamos y lógicamente nos descompensamos.
La falta de motivación para alcanzar no sólo nuestro bienestar sino también nuestras metas y objetivos, se ve reflejada en la aparición de una fuerza contraria que yo denomino “ego enfermo”, el cual nos induce a hacernos daño y fracasar. Recordemos que, el amor sano (no el amor codependiente) es la fuerza que mueve al mundo.
Eliseo: Armando hablando de amores insanos, ¿se puede tener como apoyo las “muletas” emocionales causadas por la dependencia hacia los demás?
Armando Martí: Usted ha dicho la palabra correcta: “muletas”. Tristemente nos acostumbramos a ellas y terminamos dependiendo de quienes nos “ayudan”.
Siempre existe la posibilidad de que algún día “milagrosamente” podamos dejar de depender de ellas y caminar con nuestras propias piernas, pero nos acostumbramos y las convertimos en parte esencial de la vida.
Buscar la autenticidad, es un proceso liberador que vale la pena emprender para no depender de estas “muletas emocionales”. Si aplicamos la realidad comparativa, cada uno tiene dones, talentos y valores diferentes al otro.
Por ejemplo, en el reino animal, el tigre nunca sabrá que es tigre, muere sin saber qué es, pues no tiene conciencia de sí mismo, esto también ocurre con cualquier insecto o un valioso diamante. El hombre es la única especie que puede darse cuenta de quién es.
Ahora bien, si el tigre no tuviera garras y dientes afilados, moriría pues no puede cazar y si el hombre no encuentra su propósito no podrá sobrevivir, ya que utiliza su inteligencia y capacidad racional para darse cuenta de sus límites y defectos de carácter, elaborando de esta forma estrategias al momento de superarse.
Gloria: ¿Podremos descubrir nuestra verdadera esencia en esta vida?
Armando Martí: Gloria, usted no le puede preguntar a un embrión humano cómo va a ser la experiencia cuando nazca. Obligatoriamente el feto tiene que vivir el nacimiento, volverse un hombre y cambiar de dimensión.
Sin embargo, cada alma es única con la opción de descubrir su verdadera esencia, la cual está contenida en niveles multidimensionales. En otras palabras, la muerte no es un fin en sí misma, sino un puente para seguir avanzando y transformando nuestra inconciencia en conciencia plena.
El ser humano durante toda su vida arma un rompecabezas gigantesco y con esto se siente bien, regular o mal física y psicológicamente, pero en el fondo, no sabe lo que está armando. Únicamente intuye que necesita de la fe, la esperanza y el optimismo para continuar construyendo su proyecto de vida hacia el bienestar y el crecimiento interior.
Una persona lúcida, comienza a cimentar su existencia de forma coherente, pues es consciente que está edificando su misión y labor en este mundo. Muchas veces se piensa que al conocer el gurú de moda o leer un libro de autoayuda, se ha encontrado la respuesta a todo, lo cual es imposible. Nosotros somos seres fraccionados, que nos vamos integrando con el fin de descubrir la verdad en cada uno.
Vivimos en un proceso de conocernos a nosotros diariamente y cuando menos lo esperamos, ocurrirá el despertar espiritual para vivir plenamente.
Intuyo que Dios se alegra cuando le entregamos nuestra confianza y amor al mostrarnos tal y como somos, sin sentir miedo hacia el “castigo”, porque definitivamente Él no es castigador y por lo tanto, le entristece nuestros disfraces.
Por el contrario, Él nos ha dotado del libre albedrío y podemos decir sí o no ante cualquier circunstancia de la vida. Cada decisión produce dolor o bienestar, pues al optar por una posibilidad, voy a perder la otra.
Finalmente, debemos aceptar maduramente las consecuencias de cada una de nuestras decisiones que hagamos en la vida, sin culpar a la buena o a la mala suerte ni tampoco al destino ni a ninguna otra persona de nuestras actuales circunstancias, las cuales pueden ser transformadas a través de una conciencia lúcida y sana, cuya base es la responsabilidad personal y social.