El amor incondicional nace de la voluntad de estar junto a la pareja, con el fin de gozar y ser felices al dar y recibir afecto, apoyo y seguridad mutua. Si esto sucede, los hijos que nazcan como fruto de este auténtico amor, aprenderán a amar desde el “ser amor” y no desde el “parecer amor”.
Recordemos que en la convivencia de los hogares es donde se forma la personalidad de cada hijo. Si somos sus guías debemos preguntarnos, ¿les estamos enseñando las lecciones apropiadas?
La voz del Terapeuta y Coach Certificado Armando Martí para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:
Cuando algunas personas tienen la costumbre de señalar a los demás y los agreden, ridiculizan o quieren competir con la obstinada carrera hacia tener siempre la razón, es muy probable que en su infancia el ambiente familiar estuviese lleno de presiones, hostilidad, temor, ansiedad, desvalorización, culpa, vergüenza y drama.
Por el contrario, si observamos a estos semejantes en su trato cotidiano, notaremos que se comportan de manera sincera, paciente, tranquila y saben valorar las habilidades que tienen. Además, si expresan afecto hacia sí mismos y hacia los otros con la intención de sumar y no restar en sus vidas, es muy probable que este sea el resultado de crecer en una familia estable, tolerante y unida.
Sin duda, fue en aquel espacio de amor incondicional, en donde el adulto presente logró fortalecer su autoestima al sentirse apoyado, escuchado y orientado hacia la confianza y la seguridad.
Ser padres humanizados significa que, a pesar de sus errores e inexperiencia, fueron superando las utopías de la “‘perfección”. De este modo, pudieron flexibilizar las creencias limitantes basadas en las exageradas expectativas hacia los hijos, quienes, a la larga, se convertían en víctimas de unos paradigmas imposible de satisfacer y, por tanto, los hacia sentir culpables y frustrados.
En mi libro “Viajero Interior: Un Camino Simple hacia la Serenidad Personal” hago algunas reflexiones y guías sobre este tema de los hijos:
“Una de las funciones principales de los padres es apoyar las experiencias de los hijos en sus ensayos y errores, sin imponerles lo que está bien o mal. Para empezar, debes reconocer que todavía no has descubierto quién eres y lo que en realidad quieres, y aun así́, pretendes ser el ejemplo para seguir.
Si logras mirarte sin máscaras, miedos o prejuicios, descubrirás que también fuiste programado con exageradas expectativas de tus padres y que estás en un camino lleno de sobresfuerzos para lograr unas metas que quizás ni siquiera deseas para ti.
Tu querido lector(a) tienes el derecho natural de pedir lo que quieres, expresar tus emociones, decir no cuando así lo quieras y sí cuando lo desees. Nadie es dueño de ti, nadie puede esclavizarte ni humillarte. Debes exigir ser tratado con respeto y consideración.
También puedes cambiar de opinión, renunciar o aceptar otro estilo de vida o de comportamiento personal. Puedes equivocarte, pedir perdón y recomenzar de nuevo, eligiendo tus propias metas y objetivos”.
Pero, sobre todo, y esto lo subrayo como padre, ¡Tienes el derecho de ser libre y feliz al aceptarte tal y como eres!