Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Una pregunta impertinente

Ahora que toda la clase política colombiana, excepto el uribismo, se ha arracimado alrededor de Gustavo Petro, es como si los viejos temores de una deriva “venezolana” del futuro gobierno hubiese desaparecido por encanto. Liberales, conservadores, santistas, moros y cristianos, tirios y troyanos, todos revoloteando alrededor del panal de rica miel de puestos y prebendas en la nueva administración, no parecen preocuparse ya por la amenaza del “castrochavismo” que hace cuatro años encumbró a Iván Duque a la presidencia.

Aunque el previsible triunfo de Petro esta vez llevó a más de uno a meter su dinerito en cuentas en Estados Unidos o en España, y los agentes inmobiliarios en La Florida confirman que la actividad compradora de clientes colombianos en los pasados meses fue inusualmente alta, hoy esos temores parecen suspicacias  sin fundamento. Desconozco la incidencia de la famosa “clausula Petro” sobre las operaciones de compra-venta en propiedad raíz pero ya nadie habla de ello.

Ahora bien, como nunca falta en este mundo gente suspicaz, esta semana una buena amiga me preguntó qué pensaba. Me dijo que estuvo considerando vender su apartamento en Medellín y comprarse algo en Madrid ante la posibilidad de que el gobierno Petro tomase el rumbo “bolivariano” tan temido por algunos. Pero cuando vio que con lo que le daban aquí por su propiedad, no le llegaba ni para una plaza de garaje en España, se resignó a lo que venga de la mano del Pacto Histórico. Aun así, me insistió: “¿Pero tú qué piensas que va a ocurrir?”

Qué más quisiera yo que tener respuesta para un alma atribulada como la de mi amiga. Lo que se me ocurre, sin embargo, es proponer, ya que los árboles de tanta dicha no dejan ver el bosque de la realidad, que alguien le haga a Petro una pregunta impertinente: “¿Necesita Colombia ayuda médica cubana?” Y, dependiendo de su respuesta, sabremos si nos quedamos a disfrutar del espectáculo de Roy Barreras manejando el Congreso, César Gaviria nombrando viceministros y Francia Márquez promoviendo el lenguaje inclusivo o hacemos la maleta y salimos corriendo para cualquier parte.

Esa pregunta tan sencilla, que nadie ha hecho ni a Gustavo Petro ni a su flamante ministra de Salud, es la clave para ver por dónde pueden ir los tiros del Gobierno que inicia este 7 de agosto. 

De entre la ingente cantidad de libros que se han escrito sobre Hugo Chávez y su revolución bolivariana, hay uno particularmente recomendable de  Cristina Marcano y Alberto Barrera Tyszka, titulado Hugo Chávez sin uniforme. Ahí puede encontrar usted de manera documentada la forma en que Cuba se apoderó de Venezuela. Y por qué la sigue manejando con puño de hierro.

Es un libro serio, sus autores acudieron a fuentes desdeñadas o nunca alcanzadas por anteriores analistas de la situación venezolana, y da las claves de un curioso fenómeno político: el de los pájaros disparando a las escopetas. De cómo un país rico cae en manos de un país pobre cuando, desde que el mundo es mundo, la cosa siempre ha sido al revés.

Marcano y Barrera, dos profesionales que ejercen periodismo de investigación, evitan caer en las fáciles generalizaciones que solía inspirar el “comandante eterno”, procurando siempre mantener un equilibrio que se agradece. Y pintan un cuadro que, a pesar de la tragedia que subyace al fondo, resulta por momentos fascinante.

Dice el adagio popular que nadie sabe para quién trabaja, y en este libro encontramos varios ejemplos prácticos del dicho. Desde la manera en que la tragedia de las Torres Gemelas enriqueció al Gobierno de Chávez hasta el incidente estúpido con el que Rafael Caldera echó a Hugo Chávez en brazos de Fidel Castro.

O cómo Andrés Pastrana fue testigo de excepción de los primeros tres niños que llevaron Chávez y su mujer a tratamiento médico en un hospital de La Habana, germen de la “misión médica” que luego llegó a Venezuela, y con ella la ristra de funcionarios, militares y agentes cubanos que hoy campan a sus anchas en el vecino país.

Lo que empezó como unas primeras visitas de buena voluntad de jugadores de béisbol, artistas, técnicos y niños de oratoria precoz, siguió con médicos, enfermeros y asistentes sanitarios, y terminó en que hoy los cubanos manejan toda la información personal de nuestros vecinos. 

Los cubanos tienen en Venezuela acceso a todas las notarías, con lo cual conocen la vida y milagros en materia de propiedades de los venezolanos. Además de conducir operaciones burocráticas claves para el funcionamiento del país. En sus manos están, entre otras muchas cosas, las cédulas de identidad venezolanas y los pasaportes, los registros mercantiles y qué transacciones hacen. 

Así que, amigos, ¿necesita Colombia la ayuda médica desinteresada y solidaria cubana? Averígüelo, Vargas…, y me lo cuenta.

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