Con un simple click en esta dirección: https://espanol.cgtn.com/en-directo podrá usted asomarse de la manera más sencilla, a un buen ejemplo de la penetración china en el mundo. La cosa puede parecer muy liviana, pero resulta de gran calado: un canal internacional de la televisión estatal china en español por internet, veinticuatro horas al día, en directo, y con la posibilidad de ver la programación en cualquier momento de la jornada. Puede, además, ir al comienzo del programa que se acaba de sintonizar, si ha llegado tarde al espacio que es objeto de su interés.
Lo digo desde la experiencia del vínculo que durante treinta y cinco años tuve con el canal estatal de una de las grandes televisiones europeas: se requiere un enorme despliegue tecnológico y un músculo financiero envidiable para poner en marcha semejante iniciativa. Porque el tamaño de la empresa no se limita al mundo de habla hispana. Se emite en los idiomas más hablados del planeta y, de acuerdo al huso horario de la región a la que va destinado, con la programación más adecuada para un público que podría transformase en una audiencia cautiva.
Es difícil imaginar un engranaje de penetración ideológica y cultural más potente y bien engrasado. No lo ha implantado ni Estados Unidos con todo su poderío. Los canales de la estatal PBS y algún otro de tipo cultural y gran calidad de contenido de origen norteamericano, emiten solo en inglés o se encuentran en plataformas de pago. CGTN-español —tal es el nombre del canal chino en cuestión— llega libremente a cualquier dispositivo con acceso a internet.
Su contenido es variado, como cualquier canal de vocación generalista, y por supuesto, su carga ideológica es grande. No hay que perder de vista un principio muy sencillo de los tiempos que corren: si encuentra algo gratis en internet nunca olvide que el producto es usted. La programación de este canal tiene desde documentales de gran interés y calidad a programas infantiles, películas o espacios culinarios. Pero quiero detenerme en su telenovela porque es un magnífico ejemplo de la China que el Gobierno de Pekín desea proyectar al mundo. Y algo más.
Se titula El proyecto y lleva emitido en este momento cerca de medio centenar de capítulos. Su horario de media tarde se enfrenta a cualquier Rosa de Guadalupe o producto similar de las televisiones mexicana o colombiana, pongamos por caso; y su trama no difiere mucho de la de cualquier culebrón latinoamericano en donde el amor, los celos, la traición, la ambición y demás sentimientos y pulsiones humanas son componentes indispensables de la ensalada que gusta al público amante de esta mercancía. La impronta china de tal telenovela, sin embargo, es que básicamente sus protagonistas están dedicados a hacer dinero.
Es como si la consigna del difunto Deng Xiaoping, “enriquecerse es glorioso”, hubiera sido puesta en práctica de la manera más diligente y cuidadosa por parte de los protagonistas de esta serie. Desde las primeras secuencias, se pueden oir en boca de sus personajes diálogos más propios de ejecutivos de empresa que de amas de casa, secretarias, maridos cornudos y demás fauna a que acostumbra el género. “Sin plata no hay paraíso” podría perfectamente haberse titulado esta telenovela china en donde sus héroes y heroínas luchan por hacerse con una empresa llamada Yuan Fang Express.
En uno de los documentales emitidos en estos días en CGTN-español, encontré la siguiente reflexión: “Si resumimos la historia de cinco mil años de China en veinticuatro horas, cuarenta años equivalen a doce minutos. La reforma y apertura han cambiado el país más allá de nuestra imaginación, y está transformando a todos los chinos que se encuentran en esta era.
Lo inquietante no es que la reforma y apertura esté cambiando a todos los chinos de esta era. Lo que verdaderamente cuenta es que desde China se esté cambiando el mundo como consecuencia de la transformación que ha experimentado el país en estos cuarenta años de apertura y mediante la adopción de un sistema de capitalismo de Estado que ha descolocado a sus rivales, particularmente a la potencia hasta ahora hegemónica, Estados Unidos.
El proyecto internacional chino conocido como Ruta de la Seda, iniciado en 2013 y que combina dos vertientes de infraestructuras marinas y terrestres, y seis corredores económicos, abarca el ámbito financiero, I+D, ciencia y tecnología, así como el “intercambio cultural y académico” al que no debe ser extraño un gran canal generalista de televisión. Nada raro, pues, que su telenovela estrella tenga un título enigmático y poco apropiado para un culebrón: El proyecto.