Estamos ante un período de la historia que bien podríamos llamar “La Administración por sobresaltos”. Tal como dije en otra tribuna, el concepto lo acuñó el Dr. Julio Robayo Lozano, ex Director de la ESAP; hoy intentaré dar alcance a esa rotulación, a partir de una serie de elementos, con el objeto de definir el primer año de este gobierno.
Explosiones controladas o crisis inducidas. La incapacidad de Petro para liderar el Alto Gobierno se traduce, entre otras, en la inestabilidad del gabinete. No solo podemos hablar de las crisis ministeriales a las que ha acostumbrado al país sino a la calidad de los ministros que nombra para el diseño y la ejecución de las políticas públicas. A la fecha, son 11 ministros que han salido de sus funciones y, según varios medios, la próxima semana podrían salir 3 o 4 adicionalmente.
Populismo autoritario. Los constantes llamados a la movilización popular para ubicarla por encima de las instituciones han llevado a que muchos cuestionemos su liderazgo para los asuntos de gobierno por cuanto ello socava el poder institucionalizado y se camina al borde del levantamiento popular con todas las implicaciones (políticas y legales) que ello supone.
Liderazgo tóxico o negativo. A su rol de agitador se suma su afición por generar odio. Tal como lo he explicado en “Siembra odio y recogerás tempestades”, después de atacar brutalmente a varios presidentes, Petro en tan solo un año ha perdido la legitimidad para hostigar ferozmente a quienes odia por cuenta de las muchas contradicciones que hay entre sus invectivas y sus conductas.
Discurso subversivo. Fiel a su estilo, su discurso contiene una variada gama de falacias como de conceptos totalmente distorsionados. Subvertir el orden de las cosas tal como hicieron con la “paz” es una norma de conducta históricamente conocida en las guerrillas y en la izquierda radical que ha intentado, por esta vía, hacer pasar el comunismo por democracia y la democracia por dictadura.
Golpes de opinión. La paranoia alrededor de un supuesto golpe de Estado por el solo hecho de criticarlo ha sido una constante a lo largo de este año. Creyendo que todo el mundo conspira contra él tal como lo hizo recientemente contra Duque, Petro promueve la falacia del “golpe blando”. De ahí que Santos haya dicho, en su momento, “Se está sintiendo acorralado y en su ADN se vuelve más radical”
Turbidez administrativa. El derroche de los recursos como ciertas prácticas ha enturbiado la idea de un supuesto cambio. A tal punto que, muchos de sus fervorosos votantes de la farándula han abandonado la causa y otros han optado por el silencio, pues, comprendieron fácilmente que habían sido utilizados para elegir un gobierno que ha resultado peor que otras administraciones ferozmente criticadas por ellos mismos.
Gestión sin resultados. A falta de liderazgo para encontrar ejecutivos de alto nivel, la excesiva carga ideológica y la falta de rigor técnico ha desplazado la gestión por resultados. Lo que seguirá causando sobresaltos y terminará por afectar totalmente su legado y, lo más importante, el futuro socio-económico del país.
A las variadas inasistencias e inobservancia del protocolo presidencial se suma algo que Uribe llamaba, en su momento, la “social bacanería”. Esa mixtura de malas maneras contraviene abiertamente la “elegantía iuris” que demandaría, por ejemplo, que para la posesión del Magistrado Carlos Roberto Solórzano, el Presidente de la República se hubiese abstenido de vestir jeans.
En definitiva, a un año de la “Administración por sobresaltos”, parafrasear a Marcelo Bielsa bien podría ayudarnos para resumir el caos que reina al interior de este gobierno. “La política se hace menos dramática cuando la ejecutan los que saben.”
