Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Tierras raras y otras rarezas

El término “tierras raras” está de moda. Se viene hablando de ellas hace ya algún tiempo pero desde que a Donald Trump se le ocurrió la idea de comprar Groenlandia a Dinamarca, el socio de Vladimir Putin nos puso a investigar sobre el asunto. No son muchos los que puedan citar de memoria y a la carrera los diecisiete elementos químicos que reciben ese nombre, pero los lectores de prensa alguna de esas tierras sí hemos conocido últimamente. 

Es más, con todo y su rareza parece que esas tierras se encuentran por todas partes. Sin ir más lejos, en la Orinoquía y en la Amazonía colombianas, hay itrio y escandio. El primero empleado para la fabricación pantallas de televisión y el segundo, en aleación con aluminio para aumentar su resistencia; útil, pues, en la industria aeroespacial. Por poner sólo dos ejemplos. 

Pero los chinos, como en tantas otras cosas, son los campeones de las tierras raras, llevan treinta años procesándolas. Dominan el setenta por ciento del sector y controlan el noventa por ciento de su procesamiento mundial. Por eso Donald Trump anda queriendo comprar Groenlandia debido a su riqueza en tal sentido…, comprar o tomar el control de la isla por la fuerza.  Hace poco se negó a descartar esa posibilidad y dado que sus acciones son cada vez más impredecibles, un día de estos nos podemos encontrar con que la ha invadido.

Y así, mientras andamos todos pendientes del mundo patas arriba que se nos está quedando, enfocados en las consecuencias de las decisiones que se toman en Washington, solapada por tantos acontecimientos que ni podemos abarcar, una guerra sangrienta y sin cuartel, precisamente por cuenta de las “tierra raras”, tiene lugar en el corazón de África.

Cuenta Denis Mukwege premio Nobel de la Paz 2018, que el mes pasado, Goma, la ciudad más grande al este del Congo, cayó en manos del grupo rebelde M23, respaldado por el vecino Ruanda, como parte de la campaña que lleva ya una década ese grupo para controlar el territorio rico en minerales de la región. El asalto a Goma resultó en casi tres mil muertos solo en la primera semana y miles de heridos.

El Congo produce más de la mitad del cobalto del mundo y contiene entre el setenta y el ochenta por ciento de la producción mundial de coltán. Desde los teléfonos inteligentes hasta los vehículos eléctricos, la industria se alimenta de minerales congoleños. Durante años, los guerrilleros del M23 han hecho negocio con los minerales de ese país africano con un modus operandi que le sonará a los colombianos: la guerrilla cobra un impuesto sobre la producción y el comercio de la mina más importante de coltán del país, de la que se apoderó el año pasado. 

El Congo lleva casi tres décadas asolado por esta guerra. Millones de personas han sido desplazadas y la violación se ha utilizado sistemáticamente como arma de guerra. La mayoría de las estimaciones indican que han muerto más de seis millones de personas, lo que lo convierte en uno de los conflictos más mortíferos desde la Segunda Guerra Mundial, si no en el más mortífero. Muchos en el Congo creen que la cifra real es mucho mayor. “Y el mundo sigue en gran medida en silencio”, dice el doctor Mukwege.

Hace poco hubo un hecho tan salvaje que la prensa internacional no tuvo más remedio que hacerse eco de él: la ONU descubrió que, en medio del caos, más de cien reclusas de una prisión fueron violadas y luego quemadas vivas cuando las instalaciones se incendiaron. Hoy en día, los hospitales de Goma están desbordados y muchos pacientes reciben tratamiento en tiendas de campaña improvisadas para hacer frente al incesante flujo de víctimas que llegan a diario. El suministro de sangre es limitado, el coste de los alimentos se ha disparado y el acceso al agua, la electricidad e internet es muy limitado.

“Ruanda eligió sabiamente su momento para seguir avanzando en el Congo”, dice Denis Mukwege. “Hoy no tiene ninguna presión para retirar el apoyo a los guerrilleros del M23. Mientras el mundo y los medios de comunicación están obsesionados con los primeros días de la administración Trump, Ruanda aparentemente vio una oportunidad de actuar sin consecuencias”.

Tiene razón. Andamos todos tan distraídos con el trío Trump, Musk y Putin que se nos están pasando quién sabe qué acontecimientos de muy largo alcance. Pienso en la naturalidad con que vemos anunciar al próximo canciller Friedrich Merz abandonar el sacrosanto freno a la deuda de su país para rearmar a Alemania y nosotros entretenidos con las tierras raras. Rearmar a Alemania, quién lo habría pensado hace solo unos meses.

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