La educación atraviesa su peor crisis. Dos años de colegios y universidades cerradas y la ausencia de políticas efectivas para garantizar la conectividad de los estudiantes en tiempos de pandemia, en gran medida por la corrupción, han creado una brecha educacional que puede dejar al país y a los jóvenes sumidos en un oscurantismo que agravará la pobreza y la desigualdad por décadas. Es tan grave que regresar a “la normalidad”, volver al colegio, no basta, está muy lejos de ser suficiente. Hay que dar un giro radical. La educación no puede tener dueños. Todos tenemos que contribuir en la construcción de un gran consenso nacional por la educación, donde estén familias, expertos, padres, profesores, instituciones, grandes educadores misionales como la Iglesia, la universidad pública y la universidad privada, empresarios, trabajadores, el SENA; en fin una gran alianza público-privada para salvar a esta generación de una discapacidad educativa estructural.
Inicialmente, es vital dignificar a docentes y estudiantes para que recuperen su lugar en la sociedad. Esto se puede lograr generando incentivos, como becas para estudiar en Colombia y en el extranjero, para que docentes se formen en innovación, habilidades socioemocionales, inmersión de otras lenguas y actividades culturales, entre otras. Esto, sin duda, dignificará la labor docente y podremos generar atracción de personas mejor capacitadas al sistema educativo. Hay que aprender de los grandes educadores populares como el Minuto de Dios y Uniminuto, y tantos más que por vocación han revolucionado las prácticas educativas.
Otra prioridad es invertir en la calidad de la educación. Con los años se ha reducido este presupuesto en una tercera parte y así ningún colegio puede desarrollar sus proyectos educativos institucionales, innovar o apostar en educación experiencial. Por ello, necesitamos redistribuir el presupuesto para darle fuerza a la calidad, no solo de colegios sino de universidades. El bilingüismo no puede seguir como un atributo de los hijos de los más ricos.
Otro elemento clave es tener en cuenta que las brechas entre colegios oficiales y privados cada día se aumentan más, por lo que necesitamos generar estrategias de nivelación en las tres áreas básicas: lenguaje, matemáticas y ciencias. Acá es clave el fortalecimiento docente, la conectividad, sobre todo en lo rural, y el uso de herramientas de aprendizaje interactivas de alta calidad pedagógica.
De la mano con lo anterior, no podemos seguir postergando una reforma de fondo al ICETEX. Ésta debe apuntar a que los créditos se congelen, realmente, mientras los beneficiarios estén sin trabajo, a que los intereses sean más bajos que los actuales y a que se cuente con suficientes opciones de condonación parcial o total de los créditos cuando los egresados produzcan beneficios estratégicos para el país, ya sea por su labor investigativa o de desarrollo social, entre otras.