En el contexto de una economía maltratada, la decisión del gobierno nacional de reducir la inversión pública en un 17,7% para el próximo año, plantea serias dudas acerca de las prioridades del ejecutivo y su compromiso con el crecimiento económico, el desarrollo y la generación de empleo.
Mientras cada día se hace más evidente la necesidad de alcanzar una
reactivación económica que le permita al país salir del estancamiento en el que se encuentra, con la reducción recientemente observada en el proyecto de ley de Presupuesto General de la Nación presentado por el Ministerio de Hacienda para 2025, no solo resultan contradictorias las metas en materia de inversión que claramente constituyen un paso hacia atrás, sino también pueden tener implicaciones profundas y de largo alcance para la economía del país si se mantiene lo proyectado.
Avanzamos en un año 2024 que cerrará con muchas dificultades en lo
presupuestal producto del bajo crecimiento económico en 2023 (0,6%) y el
incumplimiento en las metas recaudo, en parte, por pretender eliminar la
deducibilidad de las regalías, que en su momento advertimos era inconstitucionalidad, y sumado a la irreal proyección de recaudo por concepto de arbitramento de litigios. Todo lo anterior generó un enorme hueco fiscal obligando al Gobierno nacional a ajustar el gasto en $20 billones de pesos para esta vigencia, de los cuales, $6,4 billones corresponden al rubro de inversión que pasó de $97,7 a $91,3 billones.
A pesar de los esfuerzos fiscales realizados en el 2024, el panorama no es nada alentador para el próximo año puesto que, según las proyecciones más optimistas, el presupuesto de inversión en 2025 caería 17,7% mientras que el gasto burocrático crecería en un 9,3%. Si bien a la luz de la realidad fiscal del país es indispensable ajustar el gasto estatal, la decisión del gobierno de realizar el ajuste vía inversión es equivocada, aún más en el momento que vive la economía nacional que se encuentra estancada y ad portas de una recesión si no somos asertivos en implementar medidas que apunten a superar el estancamiento.
Este horizonte de eventos se complica aún más si se tiene en cuenta que el
presupuesto para 2025 no se encuentra totalmente financiado, dado que de
acuerdo con el Ministerio de Hacienda, de los 523 billones que se presupuestan,12 billones son contingentes por depender de la aprobación del proyecto de ley de financiamiento que el Gobierno nacional presentará ante el Congreso. Que de no ser aprobado, el rubro de inversión llegaría a los $70 billones, representando una caída aún mayor de la inversión pública.
Así las cosas, con las decisiones anunciadas por el gobierno nacional, la
reactivación económica, la confianza inversionista y el empleo serán los más damnificados pues la inversión pública actúa como estímulo para el sector privado, que representa el 80% de la economía nacional, generando empleo directo e indirecto. Sin embargo, con la reducción de los proyectos de inversión muchas personas podrían perder sus empleos, mientras que otras plazas de trabajo dejarán de crearse, aumentando así la tasa de desocupación.
Hoy en día, estos efectos ya se están viendo reflejados en el mercado laboral como consecuencia, entre otras razones, de la baja ejecución del presupuesto de inversión del año 2023 que apenas logró ejecutar el 73% de lo aprobado, sumadoal ajuste negativo de inversión hecho en 2024. Al respecto y de acuerdo con información del DANE, en junio de 2024, 248 mil personas perdieron su trabajo y la tasa de desempleo se ubicó en 10,3%. Caída en el empleo no solo afecta a las familias directamente impactadas, sino que también disminuye el consumo interno, exacerbando aún más la desaceleración económica del país.
La decisión del gobierno resulta tan inconveniente como si en un hogar en
dificultades financieras se recortara el dinero dedicado a la educación de los hijos y no el que se dedica a salir de fiesta los fines de semana. Es incomprensible el aumento en funcionamiento, especialmente el gasto burocrático, mientras la inversión y las cuentas públicas se desploman. Por estas razones es menester llamar la atención del ejecutivo para que reconsidere sus prioridades y cambie el rumbo evitando un recorte en inversión que es el motor esencial para la reactivación económica y la generación de empleo, impidiendo así caer en un ciclo de estancamiento y desempleo que solo profundizará la crisis actual.
