La siempre esperada visita de monseñor Carrillo, el de los chascarrillos, a la tertulia La vacaloca, en Medellín, tuvo lugar el lunes de esta semana. Se presentó con su abultada humanidad de 190 cm, su panza arzobispal, las gruesas gafas de carey y la fiera sutileza de algunos de sus comentarios, esperados con simpatía o prejuicios por parte de los contertulios.
Pues bien, en medio de tanto ir y venir de redes, enredos, modelos y remodelaciones en la presidencia de Gustavo Petro, de mente M-19, Monse no se guardó ninguna anotación. Comenzó con esta perla profética: “En el nuevo gobierno, otra vez quedará demostrado que todo funcionario público es susceptible de corromperse en privado”, tras lo cual, y con voz baja, añadió: “El hoy presidente del Senado, Roy Barreras, ‘deshonra’ su apellido: nunca las ha puesto para cambiar de partido y candidato”.
Luego de sentarse y pedir su acostumbrada taza de aguapanela con limón y quesito, nos dijo: “A Cecilia López Montaño la nombraron ministra de Agricultura porque siempre ha cultivado amistades muy productivas”. ¡Uao! Hubo sonrisas, que aumentaron cuando Monse soltó esto: “Oyendo al ministro del Interior, Alfonso Prada, recuerdo aquello de que ‘el Diablo se viste de Prada’”, frase que llevó a una breve discusión sobre su origen.
En la seguidilla ministerial apareció la ministra de Minas, Irene Vélez, de quien señaló que “llegó tan de súbito a esa cartera, que casi le estalla en la mano una mina quiebra-patas”. ¡Pobre! Y Monse se refirió, entonces, a Carolina Corcho, la ministra de Salud y Protección Social: “Me contaron que en ese ministerio prohibieron el uso de sacacorchos para evitar que la ministra crea que es una indirecta”. La carcajada fue casi general, excepto dos contertulias muy solidarias con aquella, quienes, no obstante, celebraron este chascarrillo: “El exministro de Salud, Alejandro Gaviria, ahora ministro de Educación, prefirió cuidarse en salud y pasarse de bien educado al imponer la lectura, en escuelas y colegios, de la novela del padre Francisco de Roux sobre el conflicto empezado por las Farc”.
Alrededor del tema se armó una polémica fuerte, que terminó con un apunte adicional de nuestro visitante: “El ministro de Defensa, Iván Velásquez, dice que no conoce ni siquiera un revólver, pero cada que habla o escucha pone cara de ‘arrevolverado’”. ¡Más de uno de los presentes puso cara de puño! Expresión que cambió con un aporte adicional de Monse, liberado después de ingerir unos sorbos de la aguapanela y ahogar en ella algunos trozos de quesito, ya en vía de extinción: “Comentan”, dijo, “que el canciller Álvaro Leyva Durán se está sintiendo más arriba que cualquier otro ministro. ¿Será porque es de la alta burguesía capitalina?”, se preguntó.
Pasamos a oír notas relacionadas con otros funcionarios del nuevo régimen. Arrancó con Armando Benedetti, ahora embajador en Venezuela, sobre quien advirtió: “Si no evita sus malos tragos, no hará sino estragos y será un belicoso embarrador”. Mientras Monse terminaba el desayuno, unos cuantos atendían a sus chats, llamadas y demás, luego de lo cual nuestro invitado comentó: “Dicen que, desde el punto de vista ideológico, la vicepresidenta Francia Márquez está a la izquierda de Petro. Lógico: es que el presidente oye mejor por el lado izquierdo”.
Unos y otros nos miramos, dispuestos para oír el penúltimo chascarrillo: “¿Cómo harán las Fuerzas Armadas para sentar cabeza luego de los descabezamientos ordenados por el nuevo régimen?”. Porque la última declaración fue un problema filosófico, envuelto en otra pregunta: “¿Habrá paz total si vivimos sabroso, o viviremos sabroso si hay paz total?”. ¡Vaya usted a saber, monseñor de los anillos!
INFLEXIÓN. Oídos los “microsermones” de Monse, varios quedamos convencidos de que es cierto que “la araña picó a Gustavo”... Ese “man” está muy raro.
