La gestión de Gustavo Petro como presidente de Colombia lleva camino de ser absolutamente desconcertante. Nos esperan, por lo visto hasta ahora, cuatro años de ocurrencias e imprevistos, que se inauguraron con el numerito de la espada de Bolívar el día de la toma de posesión. Su no asistencia a dos eventos importantes nada más arrancar su presidencia —a la prevista reunión con 300 alcaldes del país y a la ceremonia en la que los militares esperaban rendirle honores y reconocer su mando— es de una grosería impresentable.
A los alcaldes les dijeron que estaba en Caño Cristales haciéndose la foto oficial y a los militares que le dolía el estómago. Excusas de república bananera. Allá él, me parece que está jugando con fuego. La última versión, de este pasado miércoles, es que tiene covid. Es el representante de todos los colombianos, también de los que no le votaron, y el país tiene derecho a conocer las verdaderas causas de estas espantadas. Pero bueno, a lo que voy.
Desconciertan también sus nombramientos. Alguno bueno y aparentemente interesante, y otros que no hay por dónde agarrarlos. Entre estos el de la titular de Minas y Energía, Irene Vélez Torres. En un momento como el que vive el mundo, en el que el asunto del gas, el petróleo y el carbón están en boca de todos, el hecho de que se haga cargo de esa cartera una señora filósofa “porque soy una mujer que le daba (a Petro) mucha confianza por transparencia y dedicación”, según palabras de doña Irene, resulta como mínimo preocupante.
La señora Vélez Torres concedió a Yamid Amat una entrevista que reprodujo El Tiempo en su última edición dominical, que es una antología de periodismo light. Amat sabía a quién tenía en frente y, como dicen los taurinos, se dedicó a hacer una faena de aliño. Y ella, siguiendo con términos de tauromaquia, entró al trapo compuesta y con hondura. He aquí dos ejemplos de esta tarde de grana y oro:
Yamid: “Fundamentalmente, ¿usted es una mujer académica?” Ministra: “Sí, soy investigadora sénior de Minciencias, que es la más alta categoría. Soy Fulbright Scholar, que es un altísimo reconocimiento a la excelencia en desempeño académico, acabo de hacer un par de doctorados… y tengo un montón de méritos”. Y, cuando se da cuenta de que se ha pasado varias paradas de bus, recula diciendo que no le gusta poner esas virtudes sobre la mesa “porque prefiero la humildad”.
Segundo tercio. Yamid: “¿Cómo le ofreció (Petro) el ministerio de Minas?” Ministra: “Me llamó su secretaria y me dijo: ‘Doctora Irene Vélez Torres, el Presidente tiene una propuesta para usted en razón de su experiencia en todos los temas mineros y por su compromiso con la protección ambiental’”. Y ahí quedó ungida.
En esa fantástica entrevista se habló, además de méritos académicos y maestrías, de geografía política y humana, desplazamiento forzado por conflictos ambientales, acompañamiento a las diásporas, violencia política y armada, ciclos de movilización y enganche a grupos criminales, economías paralegales y retroalimentación de la violencia.
Del costo del gas, la electricidad y la gasolina si Colombia deja de ser autosuficiente, de las consecuencias de tal supuesto sobre las economías familiares, de los hidrocarburos como motor de la economía del país, del “fracking” como método para ampliar las reservas energéticas, de las técnicas de yacimientos no convencionales, del yacimiento de gas encontrado la semana pasada frente a la costa Caribe, del futuro de la mina de carbón a cielo abierto más grande de Latinoamérica, de la demanda de carbón en el mercado internacional como consecuencia de la invasión rusa de Ucrania; de todo eso, no se habló nada.
Leyendo el cuestionario de Yamid Amat a la flamante ministra de Minas y Energía, tenía la sensación de estar frente a una de esas entrevistas insulsas que suelen hacerse a las reinas de belleza: “A ver reina, ¿Cuál es su mayor defecto? Y la reina responde: “¿Mi mayor defecto? El rigor, soy muy exigente conmigo misma”.
Dicen los expertos que inevitablemente pronto se tendrá que actualizar el costo de los combustibles, porque entre nosotros no se refleja aún el aumento en el precio internacional, lo que traería nuevas presiones a los precios y nos llevaría a que la inflación en Colombia salte a ser una de las más altas de los miembros de la OCDE, ese club al que este país pertenece por extrañísimas y misteriosas razones que uno no alcanza a comprender.
Habría sido muy de agradecer conocer el pensamiento de doña Irene Vélez Torres por lo menos sobre este punto, pero nada. Otra vez será.