Juan Restrepo

Ex corresponsal de Televisión Española (TVE) en Bogotá. Vinculado laboralmente a TVE durante 35 años, fue corresponsal en Manila para Extremo Oriente; Italia y Vaticano; en México para Centro América y el Caribe. Y desde la sede en Colombia, cubrió los países del Área Andina.

Juan Restrepo

Medicina integral comunitaria, Caballo de Troya

El Colegio Médico Colombiano ha alertado sobre los riesgos que entraña la intención del gobierno de Gustavo Petro de incorporar al sistema de salud nacional a los llamados “médicos integrales comunitarios” venezolanos.Se trata de unos auxiliares de la medicina, por llamarlos de alguna forma, que Hugo Chávez puso en marcha en 2008,  y que no merecen ni de broma ser llamados de la misma manera que unos profesionales (los médicos) cuya formación requiere años de estudio y práctica antes de tomar en sus manos la salud y la vida de un ser humano. 

Hay suficiente documentación sobre los médicos integrales venezolanos para que la sensatez impida su ejercicio en Colombia. Uno de ellos, en condición de anonimato, contó al informativo de Caracol televisión cómo los dos primeros años de su formación fueron vídeos grabados por profesores cubanos y, aunque defendió el programa de su formación, reconoció que le faltaron pasantías hospitalarias y prácticas básicas de anatomía.  

El director de la Academia Nacional de Medicina venezolana, Humades Urbina, contó cómo se graduaban jóvenes adscritos a ese programa de manera irregular desconociendo asuntos básicos de la profesión; y Jaime Lorenzo, director de la ONG Médicos Unidos de Venezuela, dijo: “hablan de equiparar las mallas curriculares de los médicos comunitarios con los médicos colombianos. Hay que tener mucho cuidado con esto porque el papel aguanta cualquier cosa”. Detrás de la alarma que han lanzado los médicos colombianos no hay razones corporativas, hay argumentos de peso que deberían ser tenidos en cuenta por la política nacional que está queriendo introducir en Colombia un verdadero Caballo de Troya. 

Porque no se trata únicamente de poner en riesgo la salud de los colombianos. Detrás de este programa puede haber una operación política de gran calado. Voy a plantear unas preguntas muy ingenuas: ¿Cuántos colombianos pueden distinguir entre el acento de un venezolano del Caribe y el de un cubano? ¿Quién puede asegurar que más de un “médico integral comunitario venezolano” solo lo sea de pasaporte y en realidad se trata de un cubano? ¿Están suficientemente informados los colombianos sobre el papel que desempeñaron en Venezuela los médicos cubanos? 

No sería de extrañar que en el contingente de “médicos integrales” que el gobierno de Petro está queriendo traer a Colombia, vengan habilísimos cubanos en materia de penetración a áreas que nada tienen que ver con la medicina ni la salud pública. Quienes están pidiendo, como hizo esta semana  la senadora Clara López Obregón, la presencia en Colombia de médicos cubanos o ignoran cosas muy elementales que han ocurrido en Venezuela o son conscientes de querer poner patas arriba a este país. 

El espacio limitado de esta columna no da más que para alertar a quien quiera hacerlo, de la conveniencia de enterarse de lo que fue la “cooperación entre Cuba y Venezuela” con la llegada al vecino país de miles de médicos cubanos con la llamada Misión Barrio Adentro. 

Hubo una entrada masiva de profesionales de la medicina y con ellos una afluencia menos visible de técnicos y entrenadores deportivos. Al final, los registros públicos y las notarías comenzaron a ser manejados por funcionarios cubanos, así como la administración de documentos de identificación venezolanos, cédulas de identidad, pasaportes y mucho más discretamente entraron oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba que terminaron  dictando la doctrina militar venezolana, poniendo a los escoltas en el círculo más cercano a Hugo Chávez y, finalmente, asesores de inteligencia y contrainteligencia. 

Yansnier Arias, uno de los miles de médicos cubanos enviados a Venezuela contó al New York Times (NYT 16.03.2018). cómo, en vísperas de las elecciones cruciales para Nicolás Maduro en 2018, con un paciente de 65 años con insuficiencia cardíaca, no podía hacer uso los tanques de oxígeno en emergencias médicas del día como la de aquel hombre, sino repartirse cuando la elección estuviera más cerca, como parte de una estrategia para obligar a los pacientes a votar por el gobierno. Sus superiores cubanos y venezolanos le dijeron que el oxígeno debía usarse como arma política. 

Y así fue como Cuba terminó teniendo en un puño a Venezuela. Empezó llevando médicos y terminó manejando las notarías y repartiendo los pasaportes. Quedan advertidos.

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