Hay momentos en el diario vivir de toda nación donde la sensatez, la calma y el respaldo a la institucionalidad son el único puerto seguro. El país viene de un 2023 donde la desaceleración económica y el incremento en el costo de vida golpeó a las familias. Muchísimos colombianos iniciaron este año con la esperanza puesta en un mejor futuro, como debe ser. Sin embargo, mientras el ciudadano de a pie trata de sobrellevar las vicisitudes y salir adelante, los mensajes de algunos altos dignatarios del Estado y del mismo presidente de la República en vez de llamar a la serenidad, pareciera que generan todo lo contrario: un ambiente de zozobra institucional que no le hace ningún bien a nadie.
No tendríamos que recordarlo, pero es necesario cuando se pierden los cabales. Se nos olvida que Colombia tiene una clara división de poderes y que, aunque con traspiés como cualquier democracia, hemos mantenido siempre un respeto y solidez institucional que nos ha permitido sobreponernos a las crisis, sin importar su magnitud. Hoy no debe ser la excepción. Por ello, el enfrentamiento entre el presidente, la Fiscalía, la Procuraduría y las presiones ejercidas recientemente a la Corte Suprema nos hacen muchísimo daño.
Por un lado, el llamado del presidente Petro ante la comunidad internacional por una supuesta ruptura institucional en donde señala al Fiscal General de estar orquestando un plan para sacarlo del poder. Por otro lado, el Fiscal señalando al presidente de dictador y amigo de narcos en medios de comunicación. Como si fuera poco, el desacato del Canciller Álvaro Leyva a su suspensión ordenada por la Procuraduría; y para terminar, las descalificaciones a altos magistrados de la Corte por tomarse su tiempo para elegir la terna para Fiscal. Todo lo anterior bajo el calor del momento, los sinsentidos de las barras bravas en redes y la completa pérdida de la razón en un país que clama cordura de sus dignatarios mientras hay muchísimos problemas esperando a ser resueltos.
Estas líneas no buscan defender ni atacar a ningún sector en particular, buscan llamar a la calma.
En los próximos días habrá nuevas movilizaciones y cada ciudadano debe ser libre de expresarse a favor o en contra de este Gobierno, sin presiones. Así mismo, vienen meses en el Congreso de mucho trabajo y como legisladores tenemos la inmensa responsabilidad de avanzar en los cambios responsables que el país requiere. Continuaremos con las votaciones de la reforma a la salud y la reforma pensional; y allí también tendremos que dar debates con altura, pensando en lo mejor para las familias colombianas. Se ha hablado, incluso, de una nueva reforma tributaria, cuyos objetivos deben ser aclarados urgentemente por el Ministerio de Hacienda para que podamos proteger el bolsillo tan golpeado de los ciudadanos.
No es momento de bravuconadas sin sentido. Nuestro país afronta retos inmensos que deben ser atendidos a la mayor brevedad en vez de perder el tiempo en peleas que lo único que consiguen es debilitar las instituciones. A nadie le conviene generar zozobra en medio de un arranque de año cuando las personas lo que buscan es un mejor futuro para este 2024. Pongámonos a trabajar todos para salir adelante, dinamizar la economía, respaldar la institucionalidad y construir un mejor país con más oportunidades.
